La humanidad da el primer paso para que una mujer camine por la Luna
Estados Unidos y Europa ensayan la misión en la que una astronauta pisará el polo sur lunar en 2025
La humanidad se despidió cantando de la Luna hace medio siglo. Los astronautas Gene Cernan y Jack Schmitt se pusieron a canturrear, sobre una alegre melodía decimonónica, “Yo estaba un día dando un paseo por la Luna, en el feliz mes de diciembre”. Era diciembre de 1972. Cernan y Schmitt fueron las últimas personas que pisaron el satélite. En total, 12 hombres estadounidenses caminaron sobre la Luna en seis misiones del Programa Apolo de la NASA entre 1969 y 1972. Este lunes, está previsto el despegue de la primera misión del Programa Artemis, bautizado así por la hermana gemela del dios Apolo en la mitología griega. El objetivo final, según repite una y otra vez la agencia espacial estadounidense, es llevar “a la primera mujer y a la primera persona no blanca” a la Luna dentro de tres años.
La misión Artemis I es el ensayo general de la cápsula para la tripulación —en la que esta vez solo viajarán tres maniquíes y dos muñecos de personajes de ficción, la oveja Shaun y el perro Snoopy— y del llamado Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), el cohete más potente jamás construido. La nave, llamada Orion, despegará el lunes a partir de las 8:33, hora local, del Centro Espacial Kennedy, en Florida (Estados Unidos). Tras un periplo de 42 días y un sobrevuelo a 100 kilómetros de la superficie lunar, la misión regresará el 10 de octubre, cayendo con paracaídas sobre el océano Pacífico. El plan es repetir un viaje similar, Artemis II, ya con cuatro tripulantes a bordo, en 2024. La tercera misión, Artemis III, sí se posaría sobre la Luna, en 2025. Dos astronautas estadounidenses, una mujer y un hombre, caminarán entonces sobre la faz lunar, si se cumplen las intenciones de la agencia espacial estadounidense.
Un ingeniero español, Eduardo García Llama, dirige el sistema de guiado y control de la nave Orion, desde el Centro Espacial Johnson de la NASA, en Houston. “Es una misión histórica, la que abre el segundo capítulo de la exploración humana de la Luna: esta vez volvemos para quedarnos”, proclama este madrileño nacido en Valencia hace 50 años. El plan de la NASA, tras el primer alunizaje en 2025, es lanzar misiones tripuladas cada año y construir una base lunar al final de esta década. “Me recuerda al caso de la Antártida, que tras ser descubierta pasó bastante tiempo hasta que hubo una presencia humana permanente”, ilustra García Llama.
El astronauta español Pedro Duque, exministro de Ciencia, aplaude la misión. “Hay muchos grados de días históricos, pero este es uno de ellos. Es un día muy importante para el futuro de la exploración del espacio”, celebra. Duque, que viajó en el transbordador espacial Discovery en 1998 y también visitó la Estación Espacial Internacional en 2003, defiende las misiones tripuladas. “La exploración del sistema solar, para que sea realmente exhaustiva y logre grandes resultados, tiene que incluir exploradores”, opina.
La NASA, principal organizadora del Programa Artemis, proclama que estas misiones son un calentamiento para su gran meta: pisar Marte. Pedro Duque muestra su escepticismo ante los recursos actuales. “Si en el Programa Apolo trabajaron 400.000 personas, ahora quizá necesitaríamos 100.000, porque con la electrónica y la miniaturización todo es más eficiente, pero no veo que haya ni 100.000 ni 10.000 ni 1.000. Así que, ahora mismo, no sabemos cuánto vamos a tardar en llegar a Marte, hasta que no pongamos a la gente a trabajar”, reflexiona. “Creo que ir a la Luna y estar allí un tiempo es imprescindible desde el punto de vista ingenieril para poder pensar en mandar gente a Marte”.
El ingeniero aeronáutico Pedro José Herráiz, nacido en León hace 35 años, es una de las 30.000 personas que han participado en la misión Artemis I. De niño, jugaba con las piezas de Lego a construir cohetes. Ahora es ingeniero de propulsión en el mayor programa espacial del mundo. Herráiz ha trabajado dentro de la Agencia Espacial Europea en el módulo de servicio, que suministra el oxígeno, el agua, la electricidad, el control de la temperatura y la propulsión a la cápsula de la tripulación. “Estados Unidos no está yendo solo a la Luna esta vez. Estamos yendo juntos. Sin el módulo de servicio europeo, el módulo de tripulación no podría llegar a la Luna. Es el corazón de la misión”, opina Herráiz.
Ningún europeo, sin embargo, pisará la superficie lunar por el momento, según reconoció este martes el director general de la Agencia Espacial Europea, el austriaco Josef Aschbacher, en una rueda de prensa virtual. “Europa desea que haya huellas de astronautas europeos en la Luna antes de que acabe esta década, pero todavía no está garantizado. Forma parte de las negociaciones que estamos teniendo con la NASA”, explicó Aschbacher. En una entrevista con EL PAÍS hace menos de un año, el director general de la agencia aseguró que le gustaría que la primera persona europea en la Luna fuese una mujer.
El gigante aeroespacial europeo, Airbus, ha sido el contratista principal del módulo de servicio del Programa Artemis, con 3.000 trabajadores dedicados a ello. En sus instalaciones en la localidad madrileña de Tres Cantos, Airbus ha desarrollado las unidades de control térmico de la nave Orion, que garantizarán una temperatura adecuada para los astronautas y para los propios sistemas electrónicos.
La NASA publicó la semana pasada 13 posibles puntos de alunizaje de la misión Artemis III, en torno al polo sur de la Luna, una región en la que hay agua congelada. Un comité de expertos ha valorado criterios como la pendiente del terreno y las condiciones de iluminación, para que haya tanto luz, necesaria fuente de energía, como sombra, más adecuada para las caminatas lunares. Está previsto que los astronautas de la misión Artemis III pasen seis días y medio en la superficie de la Luna en 2025.
Los dos últimos hombres que pasearon por el satélite, Gene Cernan y Jack Schmitt, alunizaron en Taurus-Littrow, un valle lunar, el 11 de diciembre de 1972. Ambos hicieron tres excursiones exploratorias por los cráteres y las montañas cercanas, en el sureste del Mar de la Serenidad, en la cara visible de la Luna. Tras tres días de extenuante trabajo, pero con tiempo para grabarse canturreando, Gene Cernan, que fue el último en subir a la nave, dejó una frase para la historia: “Nos vamos de la Luna y de Taurus-Littrow como vinimos y, si Dios quiere, regresaremos con paz y esperanza para toda la humanidad”. Cernan falleció en 2017 a los 82 años, sin que nadie siguiera sus pasos.