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“Dentro de dos décadas podremos prevenir el envejecimiento”

El científico Juan Carlos Izpisua anuncia su intención de rejuvenecer a monos tras fichar por Altos, una empresa que busca alargar la vida humana con salud

Juan Carlos Izpisua scientist
El investigador español Juan Carlos Izpisua dirigirá el centro de los Laboratorios Altos en San Diego (EE UU).Chris Keeney
Manuel Ansede

Una nueva empresa estadounidense, con un asombroso presupuesto inicial de unos 2.700 millones de euros, ha estado fichando en secreto en los últimos meses a algunos de los mejores científicos del mundo, incluidos cuatro ganadores del Premio Nobel. La multinacional, denominada Laboratorios Altos, se presentó por fin al mundo el 19 de enero, sin revelar sus espléndidas fuentes de financiación, pero con el objetivo declarado de lograr que el ser humano viva más años con salud. Algunas informaciones, no confirmadas ni desmentidas por la empresa, apuntan a que buena parte del dinero sale del bolsillo del hombre más rico del mundo, el magnate estadounidense Jeff Bezos, fundador de Amazon. El diario británico The Times lo resumió directamente así: “Jeff Bezos hace fichajes en busca de la eterna juventud”.

El científico español Juan Carlos Izpisua es uno de esos fichajes. El investigador, nacido en Hellín (Albacete) hace 61 años, niega esa idea simplona de que Altos es un proyecto de un multimillonario para intentar ser inmortal. “Eso, simplemente, no es verdad. Nuestro interés es avanzar en esta área del conocimiento y abrir el campo de par en par, para que, con el tiempo, todo el mundo pueda beneficiarse”, afirma. Izpisua dirigirá uno de los tres institutos de Altos, el de la ciudad estadounidense de San Diego. Los otros dos centros estarán en Cambridge (Reino Unido) y en la región de San Francisco (EE UU).

La nueva compañía ha nacido envuelta en secretismo. Este periódico ha solicitado entrevistar a los cuatro científicos españoles fichados por Altos, pero la empresa solo permite hablar a Izpisua, que responde a las preguntas de EL PAÍS por correo electrónico. “La idea detrás de nuestras investigaciones no es conseguir que el ser humano viva 100 o 1.000 años más. Si consiguiéramos alargar la vida sin mejorar la calidad de esos años, no solo sería moralmente dudoso, sino que me pregunto de qué serviría”, señala Izpisua. “Nuestro objetivo prioritario es hacer que las personas tengan una vida más saludable durante más tiempo y revertir la enfermedad en pacientes de cualquier edad”, añade el investigador, que anuncia inminentes experimentos con monos.

Nuestro objetivo no es conseguir que el ser humano viva 100 o 1.000 años más
Juan Carlos Izpisua

El presupuesto oficial de Altos duplica holgadamente los 1.120 millones anuales del mayor organismo público de ciencia en España, el CSIC. Los fichajes de la empresa son estelares. Su junta directiva incluye a la química estadounidense Jennifer Doudna, ganadora del Nobel de Química de 2020; a la ingeniera estadounidense Frances Arnold, Nobel de Química de 2018; y al virólogo David Baltimore, Nobel de Medicina de 1975 y también norteamericano. El japonés Shinya Yamanaka, Nobel de Medicina de 2012, es asesor científico de la nueva multinacional.

Las jóvenes células de un diminuto embrión humano, durante los primeros días, todavía son capaces de convertirse en cualquier tejido, pero en seguida se van especializando para dar lugar a los diferentes órganos del cuerpo: cerebro, pulmones, piel, corazón, riñones. Yamanaka descubrió que este proceso aparentemente inexorable tenía marcha atrás. En 2006 inventó una técnica para rebobinar células adultas hasta el estado embrionario. Su trabajo demostró que las células tienen la capacidad de rejuvenecer en el laboratorio, básicamente gracias a la activación de cuatro genes, responsables de la producción de cuatro moléculas reprogramadoras conocidas como factores de Yamanaka.

Esta reprogramación celular será una de las grandes líneas de investigación en Altos. La empresa ha fichado también a Manuel Serrano y María Abad, los dos científicos españoles que en 2013 lograron aplicar por primera vez la técnica de Yamanaka en animales, cuando trabajaban en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en Madrid. Serrano y Abad consiguieron rebobinar células adultas de ratones vivos y transformarlas en células madre embrionarias, abriendo la puerta a la regeneración de órganos dañados. El problema es que aquella pionera reprogramación provocó multitud de tumores en los roedores.

María Abad
La investigadora María Abad, todavía en el Vall d'Hebron Instituto de Oncología, en Barcelona.Fundación Bancaria ”la Caixa”

El equipo de Izpisua en el Instituto Salk (EE UU) sorteó el obstáculo del cáncer en 2016, al activar los cuatro genes rejuvenecedores de manera intermitente, en vez de constante. Sus ratones vivieron un 30% más, pese a que también habían sido modificados genéticamente para sufrir un envejecimiento prematuro y ahorrar tiempo en los experimentos. Este lunes, Izpisua presenta sus últimos resultados en la revista especializada Nature Aging. Su grupo y otros investigadores de la biotecnológica Genentech han activado de manera intermitente los cuatro genes en ratones sanos de mediana edad, durante un periodo equivalente a 35 años humanos, observando también “efectos rejuvenecedores” en diferentes tejidos, como los riñones y la piel. El equipo de Manuel Serrano, todavía en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, obtuvo resultados similares en un estudio publicado la semana pasada en la revista Aging Cell.

“Podemos programar y rejuvenecer los tejidos y órganos de animales con distintas patologías, así como rejuvenecer sus células”, afirma Izpisua. “Conceptualmente, no encuentro ningún motivo que nos impida pensar que se pueden obtener resultados similares en humanos, tanto en lo que se refiere a una mejoría en el curso de muchas enfermedades como a un aumento de la duración y la calidad de la vida. De hecho, ya lo hemos demostrado con células humanas in vitro”, añade el investigador.

Podemos programar y rejuvenecer los tejidos y órganos de animales con distintas patologías, así como rejuvenecer sus células
Juan Carlos Izpisua

El equipo de Izpisua ha ideado un ingenioso experimento. Los ratones de su nuevo estudio están modificados genéticamente para tener copias adicionales de los cuatro genes, que solo se activan si los animales beben agua con un fármaco específico, el antibiótico doxiciclina, que funciona como un interruptor para aumentar o disminuir los factores de rejuvenecimiento. Es un enfoque imposible de trasladar a los humanos, pero Izpisua anuncia que, en los próximos experimentos, su equipo intentará rejuvenecer a monos aumentando de manera intermitente los factores de Yamanaka con la tecnología del ARN mensajero, popularizada por las vacunas de la covid, o con compuestos químicos.

Izpisua explica que el objetivo principal de su último estudio era certificar la seguridad del tratamiento rejuvenecedor a largo plazo y entender los cambios moleculares provocados. Para poder analizar los tejidos, los investigadores han tenido que sacrificar a los ratones, así que todavía no han podido demostrar que su estrategia, efectivamente, aumenta la longevidad. “Esos experimentos están en curso con otros animales y llevan su tiempo, dada la longevidad natural de un ratón sin patologías específicas”, detalla el científico. Su investigación ha sido financiada por la Fundación Dr. Pedro Guillén y por la Universidad Católica San Antonio de Murcia, una institución privada que ya participó en los controvertidos trabajos de Izpisua para crear 132 embriones con mezcla de mono y humano en China, cuyo objetivo era iluminar el desarrollo embrionario.

El científico español invita a “conceptualizar la enfermedad como un proceso de deterioro celular que es reversible”. Izpisua recuerda que las dietas bajas en calorías ejercen un efecto beneficioso para la salud. Su grupo ha demostrado que este efecto positivo está relacionado con una disminución de la inflamación de los tejidos, que es un rasgo habitual en muchas enfermedades y está especialmente presente durante el envejecimiento. “Encontrar dianas moleculares que reduzcan la inflamación nos puede llevar a desarrollar medicamentos que mimeticen el efecto beneficioso de la restricción calórica y ayuden a ralentizar o impedir la progresión de muchas enfermedades, así como del envejecimiento celular”, sostiene el investigador.

Hay que conceptualizar la enfermedad como un proceso de deterioro celular que es reversible
Juan Carlos Izpisua

Izpisua es optimista. “Estoy convencido de que dentro de dos décadas dispondremos de herramientas que no solo traten los síntomas, sino que puedan predecir, prevenir y tratar enfermedades y el envejecimiento mediante el rejuvenecimiento celular”, afirma.

Altos no detalla sus inversores. Izpisua solo confirma a ARCH Venture Partners, una empresa estadounidense de capital riesgo especializada en financiar compañías biomédicas en la vanguardia del conocimiento. El cuarto español fichado por Altos es Eduardo Moreno, otro experto en los entresijos moleculares del envejecimiento, que hasta ahora estaba en la Fundación Champalimaud, en Lisboa (Portugal). Al timón de Altos estará, a partir del 1 de agosto, el médico estadounidense Hal Barron, todavía presidente de Investigación y Desarrollo del gigante farmacéutico GlaxoSmithKline.

Izpisua defiende que Altos combinará las virtudes de la academia (“excelencia científica, libertad e inspiración para abordar los problemas más desafiantes de la biología”) y los mejores atributos de la industria (“el enfoque y la velocidad en una misión compartida para transformar ciencia en medicamentos”). “Nuestro objetivo final es encontrar nuevas formas de ayudar a todas las personas a ralentizar e incluso revertir los procesos que conducen a la enfermedad”, sentencia.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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