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Nuevos datos sobre la vacuna de Oxford arrojan dudas sobre su auténtica eficacia

La universidad británica y la farmacéutica AstraZeneca ocultaron el lunes que sus mejores resultados se han observado solo en un grupo de vacunados menores de 55 años

Un letrero en una farmacia de Burbank (EE UU) advierte de que todavía no hay vacunas contra la covid disponibles.
Un letrero en una farmacia de Burbank (EE UU) advierte de que todavía no hay vacunas contra la covid disponibles.ROBYN BECK (AFP)

La información sobre uno de los avances científicos más necesitados por la humanidad —la vacuna contra la covid— se está suministrando con cuentagotas mediante notas de prensa de empresas farmacéuticas cotizadas en bolsa, posiblemente la peor manera de comunicar la ciencia. Los principales anuncios se han hecho en tres lunes consecutivos. La farmacéutica Pfizer, el 9 de noviembre, fue la primera en divulgar los resultados preliminares de su vacuna experimental —una eficacia primero del 90% y luego del 95%— y su cotización se disparó un 15%. La compañía estadounidense Moderna cogió el relevo el siguiente lunes, 16 de noviembre, proclamando una eficacia similar y su valor bursátil aumentó un 10%.Y este lunes la farmacéutica británica AstraZeneca y la Universidad de Oxford hicieron un confuso anuncio de una eficacia de entre el 62% y el 90%, en función de la dosis. Lo paradójico es que las acciones de AstraZeneca cayeron casi un 4%.

Las dudas crecen sobre el anuncio del último lunes. Oxford y su socio empresarial emitieron dos comunicados sobre sus resultados, destacando la ausencia de efectos adversos graves, su sencilla conservación en el frigorífico y esa eficacia de hasta el 90%. AstraZeneca, además, se ha comprometido a producir la vacuna sin ánimo de lucro durante la pandemia, con un precio de unos tres euros por dosis, frente a los 15 euros de la inyección de Pfizer y los 21 euros de la de Moderna. Sin embargo, a lo largo de la semana se han conocido otros datos que enturbian este prometedor anuncio.

El jefe científico de la operación estadounidense para acelerar el desarrollo de una vacuna, Moncef Slaoui, sugirió el martes que esa eficacia del 90% se había observado solo en una rama del ensayo clínico de Oxford con unas 2.700 personas, todas ellas menores de 55 años. El neurocientífico Menelas Pangalos, vicepresidente de AstraZeneca, confirmó este dato el miércoles al diario The New York Times. Las entidades británicas ocultaron el tema de la edad en sus comunicados del lunes, un hecho que arroja dudas sobre la auténtica eficacia de la inyección en las personas mayores.

“La ciencia comunicada a través de notas de prensa es perjudicial para la salud pública”, ha advertido la científica belga Els Torreele

“Una vacuna para el mundo debe basarse en buena ciencia y transparencia. No podemos dejar el control sobre el diseño de la investigación, los datos de los ensayos clínicos, el análisis y la comunicación en manos de empresas que responden a las presiones del mercado, no a los imperativos de la salud pública”, ha denunciado este jueves la científica belga Els Torreele, del Instituto para la Innovación y la Utilidad Pública del University College de Londres. “La ciencia comunicada a través de notas de prensa es perjudicial para la salud pública y para la confianza de los ciudadanos”, ha criticado Torreele.

Oxford y AstraZeneca tienen en marcha un ensayo clínico con unas 24.000 personas en el Reino Unido, Brasil y Sudáfrica. La farmacéutica británica detalló el lunes que se ha observado una eficacia del 62% en un grupo de casi 9.000 personas que recibieron dos dosis completas de la vacuna experimental, con un intervalo de un mes. La cifra del 90% se obtuvo en otra rama del ensayo, con solo unos 2.700 participantes que recibieron primero media dosis y luego una dosis entera. AstraZeneca aclaró el lunes a la agencia Reuters que esa media dosis fue un error de cálculo, pero que ha resultado ser más eficaz que la primera dosis entera, por razones que se están investigando.

La mayor parte de los participantes en el ensayo de la vacuna británica han recibido dos dosis completas, como estaba previsto, así que los científicos están rediseñando el plan inicial para intentar confirmar los datos preliminares observados con media dosis. “El resultado del 90% es estadísticamente significativo y nos da la confianza de que esto no es por casualidad”, explicó este martes el presidente de AstraZeneca en España, Rick Suárez, en una entrevista con EL PAÍS. Oxford y la farmacéutica van a estudiar este régimen de dosis con los nuevos voluntarios que se sumen a sus ensayos clínicos. El equipo está reclutando participantes en EE UU, Japón, India y Kenia, con el objetivo de llegar a un total de 60.000.

“La realidad es que podría terminar siendo un error bastante útil”, declaró este miércoles el vicepresidente Menelas Pangalos a The New York Times, en referencia a la media dosis. “No se puso a nadie en peligro. Fue un error de dosificación. Todo el mundo estaba trabajando contra reloj. Corregimos el error y continuamos el estudio, sin más cambios, y acordamos con el organismo regulador incluir también a esos participantes”, explicó Pangalos. “¿De qué había que informar? En realidad no importa si [el cambio de dosis] se hizo a propósito o no”, añadió.

Una portavoz de Oxford reconoce que hubo un error con las dosis por “una diferencia en el proceso de fabricación”

Una portavoz de Oxford explica a EL PAÍS que el error de la media dosis fue resultado de “una diferencia en el proceso de fabricación” y que las autoridades británicas autorizaron la continuación del ensayo. John LaMattina, un antiguo alto ejecutivo de Pfizer y por lo tanto una persona con un posible conflicto de intereses, ha mostrado su escepticismo en su cuenta de Twitter: “Es difícil de creer que la FDA [la agencia reguladora de los medicamentos de Estados Unidos] conceda una autorización para un uso de emergencia a una vacuna cuya dosis óptima solo se ha administrado a 2.700 personas. Se necesitarán más datos sobre este régimen de dosis”.

La vacuna experimental de Oxford no está elaborada directamente con material genético (ARN) del coronavirus, como las de Pfizer y Moderna, sino que consiste en una versión debilitada de un adenovirus del resfriado de los chimpancés, modificado con información genética del virus para entrenar sin riesgo las defensas del cuerpo humano. El concepto es similar al de la vacuna experimental rusa Sputnik V, cuyos responsables también anunciaron este martes una eficacia preliminar del 95%, con un precio por dosis de poco más de ocho euros.

Pese a la confusión sobre los resultados de Oxford, su vacuna experimental sigue siendo muy prometedora, por su bajo precio, su fácil conservación en el frigorífico —la de Pfizer requiere 70 grados bajo cero— y su ausencia de efectos adversos graves. Otro de los detalles ausentes en los comunicados del lunes es muy positivo: 16 participantes que recibieron un placebo en lugar de la vacuna en el ensayo clínico sufrieron más tarde una covid grave, pero no se ha detectado ningún caso entre los vacunados, según reveló el martes Moncef Slaoui a la agencia Bloomberg. La comunidad científica espera que tanto Oxford como Pfizer, Moderna y el Instituto Gamaleya de Moscú publiquen en los próximos días sus resultados detallados en revistas especializadas, la forma habitual de comunicar la ciencia. Solo así se podrán comparar unas vacunas con otras.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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