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El cemento avanza a costa del mar

Las construcciones humanas ya afectan a varios millones de kilómetros cuadrados de océano

Las parcelas blanquecinas vistas desde el satélite no son invernaderos, ni bancos de arena. Son granjas de peces en el mar Amarillo, en la costa china.
Las parcelas blanquecinas vistas desde el satélite no son invernaderos, ni bancos de arena. Son granjas de peces en el mar Amarillo, en la costa china.Earth Observatory de la NASA
Miguel Ángel Criado

Los humanos han levantado sobre el mar unas 500 islas en las últimas décadas. Si a eso se le añaden los puertos, marinas, rompeolas, plataformas petrolíferas, espigones y parques eólicos, las construcciones humanas ya afectan al 0,5% de los océanos. El porcentaje no parece impresionante pero el cemento se concentra en su mayoría en la estrecha líneas de costa. China, con sus kilómetros y kilómetros de piscifactorías, encabeza un avance de la tierra a costa del agua que se multiplicará en la próxima década.

Un grupo de investigadores ha usado diversas fuentes, desde imágenes de los satélites a estadísticas portuarias, para estimar el alcance de la huella humana en el mar. El estudio, publicado la semana pasada en Nature Sustainability, reconoce que solo han podido medir una pequeña parte de las construcciones humanas en el mar. Muchas de ellas no son bien detectadas desde el aire o no hay datos fiables.

“La huella física de todas las estructuras combinadas es de 32.000 km²“, dice en un correo la principal autora de la investigación, Ana Bugnot, de la Universidad de Sídney (Australia). “Puede que, comparado con las dimensiones de todo el océano, no parezca demasiado, pero como están concentradas en las zonas costeras, el área es muy importante”, añade. En efecto, a excepción de los cables submarinos, la mayoría de las construcciones (el 99%) se han levantado dentro de la zona económica exclusiva o mar patrimonial de los países, que no se extiende más allá de los 200 kilómetros. Un 47% de los parques eólicos no están más lejos de 10 kilómetros de la playa y un porcentaje similar de las plataformas petrolíferas se encuentran a menos de 40 kilómetros.

“En todo caso, todas estas cifras son una estimación muy a la baja, ya que hay grandes lagunas en los datos”, aclara Bugnot. “Por ejemplo, no hemos encontrado información sobre la huella física de la acuicultura marina de grandes productores como Japón, Chile o Noruega”, añade. Siendo una de las infraestructuras más recientes, las granjas de peces son el principal agente transformador. De los países que sí hay datos, destaca China, que ha desplegado instalaciones para la cría y engorde de pescado en 12.600 km² de sus costas, un tercio del total de transformaciones humanas del mar.

Al estimar los impactos de largo alcance, el estudio halla que hasta 3,4 millones de km² de todos los océanos sufren la presión humana ya sea directa o indirecta

Tras la acuicultura, el segundo tipo de infraestructura marina son los puertos y marinas. Estas últimas se concentran en las costas de EE UU, donde el 50% de su litoral ya ha sido modificado por los humanos y Canadá. Entre ambos países acumulan el 34% del área dedicada a puertos deportivos. La mitad del espacio ocupado por las plataformas petrolíferas se encuentra en el golfo de México, cifra que se eleva a dos tercios si se le suman las que hay en el mar del Norte. En buena parte de este mar y otras porciones de la costa británica también se hallan la mayoría de los parques eólicos y granjas mareomotrices. Y, aunque hay tres grandes proyectos de túneles submarinos previstos en Brasil, India y Malasia, la inmensa mayoría de los puentes y túneles marinos están en el hemisferio norte.

Además del impacto directo, el avance humano sobre el mar va más allá de los pocos kilómetros que hay alrededor de un rompeolas o una plataforma. Determinadas instalaciones, como los tradicionales diques de los Países Bajos o las modernas granjas de turbinas, submarinas alteran el ecosistema marino mucho más lejos de donde está el cemento. El caso mejor estudiado es el de los puertos, base para millones de barcos que castigan la superficie marina con su contaminación física y acústica allí por donde van. Al estimar los impactos de largo alcance, el estudio halla que hasta 3,4 millones de km² de todos los océanos sufren la presión humana, ya sea directa o indirecta.

Aunque hay ejemplos de impacto positivo, como el levantamiento de arrecifes artificiales que sirven como refugio para la vida marina, para Bugnot “hay una necesidad urgente de mejorar la gestión de los ecosistemas marinos”. Y añade: “Esperamos que este estudio espolee las iniciativas nacionales e internaciones, como la Directiva Marco de Estrategia Marina de la Unión Europea”. Más teniendo en cuenta que sus proyecciones hablan de que la porción del mar ocupada por el cemento y el metal crecerá casi en un 25% en la próxima década.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.

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