Los orígenes de la pandemia
La OMS manda científicos a China para investigar la fuente animal del coronavirus
Salvo por los patéticos intentos de adjudicar el coronavirus a una turbia operación secreta dirigida por Bill Gates para vender vacunas o pinchar microchips a los ciudadanos, las investigaciones sobre el origen de la pandemia han ocupado hasta ahora un papel muy secundario. Es lógico. Cuando a uno le va a caer un misil en la cabeza, lo primero que necesita no es identificar la fuente del proyectil, sino saber dónde esconderse de él. A medio plazo, sin embargo, el origen del misil pasa a ser la cuestión fundamental, porque el que te ha tirado uno te puede lanzar otra docena en cuanto le dé la gana, y ahí ya no hay quien se esconda. De dónde ha salido el SARS-CoV-2, la causa de la enfermedad covid-19 que se ha llevado por delante a medio millón de personas en el mundo y subiendo, es un enigma importante por la misma razón que lo es la fuente del misil.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha enviado este fin de semana un equipo de científicos a China para investigar de dónde ha venido la pandemia. No te imagines un ejército de soldados vestidos de astronauta que peinan cada metro cuadrado del suelo de Wuhan con contadores Geiger y pistolas de rayos como si eso fuera La amenaza de Andrómeda. El equipo de la OMS consiste básicamente en un epidemiólogo y un patólogo animal cuyos nombres se mantienen en secreto, y su misión consiste más bien en convencer a las autoridades sanitarias chinas de que no se trata de meterles el dedo en el ojo, sino de sembrar el germen de una investigación internacional mucho más amplia. Recordemos que la postura oficial de Pekín es que el coronavirus les llegó de Europa, lo que inscribe a sus agencias oficiales en el censo de creadores de fake news que anega el planeta.
“El objetivo de la misión es mejorar nuestro entendimiento de los huéspedes animales del virus y determinar cómo la enfermedad saltó de los animales a los humanos”Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS
“El objetivo de la misión”, explicó la semana pasada el jefe de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, “es mejorar nuestro entendimiento de los huéspedes animales del virus y determinar cómo la enfermedad saltó de los animales a los humanos”. El mejor lugar para empezar ese rastreo, naturalmente, es la ciudad de Wuhan, donde surgieron los primeros brotes de lo que en la época –hace seis meses— llamábamos todavía neumonía atípica. La pistola humeante es el tráfico de animales silvestres en China, en parte legal y en parte descontrolado. Ninguna de las dos partes resulta muy tranquilizadora. La OMS intenta estimular a China a que busque el coronavirus en cualquier especie que suela estar en contacto estrecho con las personas, sea de origen silvestre o criada en granja.
Hay bastante consenso en que la covid-19 nos ha venido de los murciélagos de herradura, llamados así por la forma antiestética de su nariz. Los murciélagos son sospechosos habituales, porque “son mamíferos como nosotros, pero vuelan y muerden”, como me dijo una vez el virólogo Luis Enjuanes. Pero todo indica que hay una especie intermediaria entre ellos y nosotros. Sería bueno identificarla.
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