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Klaus Schmidt-Hebbel: “El bajo crecimiento de Chile es un tercio por condiciones internacionales y dos tercios por variables domésticas”

El economista dice que el mal manejo político y económico del Gobierno de Boric ha provocado “mucha incertidumbre y, por tanto, falta de ganas de invertir”

Klaus Schmidt-Hebbel en Santiago (Chile).
Klaus Schmidt-Hebbel en Santiago (Chile).Sofía Yanjarí
Antonieta de la Fuente

El economista chileno Klaus Schmidt-Hebbel (Santiago, 68 años) fue uno de los que más aplaudió cuando, pocos meses antes de asumir, el presidente electo de izquierdas de Chile, Gabriel Boric, nombró a Mario Marcel como ministro de Hacienda. “Dije que era el mejor candidato de toda la izquierda para hacer una gestión económica fantástica en un Gobierno sobre el que había muchas dudas. Y después me tragué mis palabras 20 veces. Me equivoqué no más”, dice, desilusionado, desde su oficina en el cuarto piso de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo, de la que es académico.

A juicio del execonomista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Marcel ha cometido varias equivocaciones. “Creo que es una persona muy responsable y seria, pero cometió errores en su gestión, sobre todo en el co-diseño de la reforma tributaria y de pensiones junto a la ministra del Trabajo, Jeannette Jara (militante comunista). Y también cuando se expresó favorablemente respecto del proyecto de reforma constitucional ampliamente derrotado el 4 de septiembre del año pasado”, dice.

Schmidt-Hebbel, doctorado en Economía del Instituto de Tecnología de Massachusetts, es un hombre de derecha liberal. Desde 2018 milita en el partido Evópoli, pero confiesa que no tiene ninguna ambición electoral; lo suyo es más bien un interés por influir en las políticas públicas. Es un conocido defensor del medio ambiente, forma parte del directorio de la Fundación Reforestemos Patagonia y del consejo nacional de la organización global The Nature Conservancy. Es, además, budista y un lector voraz, tanto de ficción, no ficción y biografías. Cada año, escribe un compilado que comparte con sus amigos, donde recomienda y critica las publicaciones que pasaron por sus manos.

Entre los libros que adornan la estantería de su pequeña oficina, la gran mayoría de economía, reflexiona sobre lo poco que ha crecido Chile en los últimos años. Es un fenómeno que, observa, se arrastra “desde la crisis asiática”, a fines de los 90. Y que se debe, a su juicio, a un efecto natural tras varios años de crecimiento muy altos en que el nivel de ingreso fue aumentando. Pero, a diferencias de otros países, dice, en Chile el ritmo de caída del crecimiento ha sido más pronunciado.

Pregunta. ¿Qué pasó en Chile que parece estancado?

Respuesta. Algo pasó, pero fue una conjugación de factores. El más importante es que a partir de mediados de la década del 2000, yo diría desde el primer Gobierno de la presidenta Bachelet (2006-2010) en adelante, no ha habido reformas estructurales, económicas, sociales e institucionales importantes para darle otro empuje al crecimiento o para mantener altas tasas de crecimiento. Simplemente omisión de reformas y oportunidades no tomadas por los gobiernos de turno. Pero también ha habido mucho empate político y mucho cambio en orientación política de distintos gobiernos. Y es eso por el presidencialismo de mierda [pide poner esta palabra textual] que nos tiene fregados desde Estados Unidos hasta la Patagonia argentina y chilena, porque no favorece la gobernabilidad y empuja hacia los extremos.

P. En el corto plazo, ¿qué frena hoy un mayor dinamismo económico?

R. Hay un efecto rebote después del exceso de gasto fiscal del segundo Gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022) bajo el exministro de Hacienda, Rodrigo Cerda, que tiró la casa por la ventana con el gasto fiscal, a través del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) cuando ya no era necesario, porque estábamos recuperándonos. Y se juntó con los retiros de las AFP (fondos previsionales). Entonces, la gente estaba llena de plata, gastó como país en guerra, el desempleo cayó violentamente y empezó la inflación, en parte por eso. Y lo otro es por el mal manejo político y económico de este Gobierno que induce mucha incertidumbre y, por tanto, falta de ganas de invertir.

P. ¿Dónde han estado los principales errores del Gobierno de Boric, a su juicio?

R. Muy malas señales de reformas estructurales, refundacionales, enormes y muy dañinas para el crecimiento. La reforma tributaria que fue derrotada en marzo (el Congreso rechazó la idea de legislar, el primer paso) y la reforma previsional, que no tiene apoyo político suficiente como para pasar. Su versión inicial, al menos la que entró con el proyecto de ley, era pésima y desincentivaba muy fuertemente la inversión. Iba a implicar una implosión en el mercado de capitales y era un castigo muy fuerte al empleo formal, porque los seis puntos iban a ir todos a este sistema de reparto inter e intrageneracional. La mezcla de ambas reformas, más el proyecto constitucional, paralizó la inversión.

P. ¿La Constitución también se sumó a esa ecuación?

R. Con la propuesta que fue rechazada con el 62% en septiembre de 2022 la incertidumbre y la falta de inversión era completa. Después del rechazo empezamos a subir, pero muy poco.

Schmidt-Hebbel en uno de los edificios de la Universidad del Desarrollo en Santiago, el 11 de octubre.
Schmidt-Hebbel en uno de los edificios de la Universidad del Desarrollo en Santiago, el 11 de octubre.Sofía Yanjarí

P. ¿Cuánto pesan las variables internacionales y cuánto las locales en el bajo crecimiento?

R. Esta conversación la tengo hace 10 años con mis excolegas del Banco Central. Creo que hoy el efecto en el crecimiento chileno es un tercio por condiciones internacionales y dos tercios por condiciones domésticas. Y en la condición doméstica por supuesto influye el hecho que, muy correctamente, el Banco Central haya tenido una política monetaria muy restrictiva desde julio del año pasado, que empezó a relajar los últimos meses. Pero también influyen las políticas y malas reformas.

“Se puede tener altos estándares ambientales sin permisología

P. A través del pacto fiscal, el Gobierno ha anunciado una serie de medidas pro crecimiento. ¿Qué le parecen?

R. Eso está todo por verse. Sin embargo, estoy contento con los anuncios del ministro de Hacienda, Mario Marcel, con quien hablé mucho en el Chile Day en Londres. Él se centró mucho en los anuncios de pro crecimiento, que incluyen distintas cosas, pero una muy importante es una reforma a la mal llamada permisología (exceso de burocracia para tramitar proyectos de inversión).

P. ¿Cree que va bien encaminada esa parte del pacto fiscal que propone el ministro?

R. En Chile tenemos dos etapas para evaluar nuevos proyectos. Una que es el estudio de impacto ambiental, que tiene que pasar por el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, que es engorroso, largo, arbitrario, porque muchas veces no se ciñe a las reglas mismas del sistema. Y después vienen todos los permisos sectoriales, que también son engorrosos y larguísimos. Una estadística reciente de la OCDE muestra que de los 38 países que la componen, somos el que tiene el peor proceso regulatorio en cuanto a lo engorroso, arbitrario y lo largo en el tiempo. Y eso es paralizador. Por eso es esperanzador el anuncio del ministro de Hacienda que dice que, por ejemplo, los 107 meses que demora la aprobación promedio de un proyecto minero, con su reforma, en su estimación, se reduciría la mitad, a 54 meses. Es decir, bajaría de nueve años a cuatro años y medio. Y así en los otros sectores con reducciones similares.

P. Ocurre que en la medida que los estándares ambientales han ido aumentando, han ido creciendo las tensiones entre crecimiento económico y protección del medio ambiente. ¿Cómo ve esa tensión?

R. En el corto plazo puede haber una tensión entre crecimiento económico basado en la estructura productiva y de consumo actual. Como humanidad tenemos que ir cerrando aquellas estructuras que contaminan, pero gradualmente, no de un día para otro. Ahora, si no aceleramos esa transición, llegamos tarde desde un punto de vista ambiental, es decir, minimizamos los costos de transición económica, pero no llegamos a fin de siglo como humanidad. Pero acelerar eso no significa aumentar la permisología. Se puede al mismo tiempo tener altos estándares ambientales y hacer que la aprobación ambiental sea mucho más rápida y eficiente.

P. Usted, junto con otros economistas, publicó una carta el fin de semana llamando a eliminar la propiedad de las futuras cotizaciones previsionales del texto constitucional. ¿Por qué?

R. Creo que una buena Constitución tiene que reflejar un consenso relativamente amplio, ojalá dos tercios de la población que vote a favor. Para eso, el texto tiene que reflejar lo que la centroizquierda democrática, el centro político del país y la centroderecha, estén dispuesto a suscribir. Y para que se produzca ese consenso tan amplio ninguno de esos grupos personas o partidos puede estar de acuerdo con todos los artículos, todos tienen que estar dispuestos a ceder algo.

P. Si la elección fuera hoy, ¿votaría a favor?

R .Sí, votaría a favor. No me gusta en algunos aspectos, me gustaba más la versión de la Comisión Experta, pero entiendo que estaba incompleta, había omisiones de varios temas que ellos no alcanzaron o no quisieron o no pudieron consensuar. Si ahora llegan a transar algo razonable desde la centroizquierda a la centroderecha, con eso me sentiría contento e iría a votar con entusiasmo a favor.

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Antonieta de la Fuente
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en negocios y economía. Ha trabajado en los principales medios escritos del país, como 'Qué Pasa', 'La Tercera', 'Diario Financiero', 'La Segunda' y 'Revista Capital' de la que fue editora general entre 2013 y 2019.
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