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La sonda robótica ‘Athena’ ya está en la Luna, pero se desconoce el resultado final del aterrizaje

La segunda misión de la compañía privada Intuitive Machines para la NASA vuelve a fallar en el último momento de su descenso sobre la superficie lunar y no podrá cumplir con todos sus objetivos científicos

La sonda 'Athena' descendiendo sobre los cráteres lunares.Foto: Intuitive Machines | Vídeo: Reuters
Francisco Doménech

Athena, una sonda privada de la empresa Intuitive Machines, ha intentado aterrizar en la Luna en la tarde de este jueves —a las 18:32, hora peninsular española—, y convertirse así en la nave que más cerca ha aterrizado del Polo Sur del satélite natural de la Tierra. Sin embargo, no ha logrado quedar en la posición adecuada para operar correctamente. Aún es pronto para saber cuántos experimentos podrá completar de su misión, que aspiraba a encontrar agua helada bajo la superficie lunar.

Esta misión espacial no tripulada es fruto de una colaboración entre la NASA y empresas espaciales, enmarcada dentro del programa Artemis para volver a llevar astronautas a la Luna antes de 2030. Tres horas y media después del aterrizaje, los responsables de la misión comparecieron para explicar el todavía incierto resultado final de la maniobra. Steve Altemus, director ejecutivo de Intuitive Machines, declaró: “No creemos tener la orientación correcta en la superficie de la luna, una vez más [en referencia a su primer vuelo a la Luna, que terminó con la nave posada de lado]”. La sonda Athena tiene energía y se está comunicando con la Tierra, pero en el centro de control de la misión aún no han logrado obtener los datos y las imágenes para saber cómo ha quedado. Todo apunta a que no está en posición vertical.

La incertidumbre comenzó a las 18:30 cuando, con la nave a tan solo dos minutos del aterrizaje, Intuitive Machines dejó de recibir los datos de telemetría de la nave durante la fase final de la maniobra. Eso entraba dentro de lo previsto. Pero las siguientes informaciones sugirieron que el motor principal había seguido funcionando un tiempo, de manera inesperada, tras posarse la sonda. A partir de ahí, comenzaron a llegar datos confusos sobre la orientación de Athena, e Intuitive Machines cortó la retransmisión.

Siete días después de su lanzamiento desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida (EE UU), llegó el momento clave para la misión IM-2, destinada a marcar un hito geográfico en la nueva carrera espacial de exploración lunar: posarse a tan solo 160 kilómetros del Polo Sur, en la enorme llanura situada en la cima del Mons Mouton, la montaña más alta de la Luna. Además, sus objetivos científicos eran buscar reservas de agua alrededor del lugar donde se posase y explorar ese terreno para facilitar posteriores aterrizajes, tanto de sondas robóticas como de vuelos tripuladas.

En las horas previas al aterrizaje, Athena había comenzado a descender desde su órbita a unos 100 kilómetros de altura sobre la superficie lunar hasta los 14 kilómetros y una velocidad de 6.000 kilómetros por hora. Entonces, a las 18:16, comenzó la maniobra autónoma de aterrizaje con un encendido de motores para frenar la nave. Durante ese prolongado frenazo, la sonda continuó tomando imágenes y ejecutando decisiones para autoconducirse hacia el lugar de aterrizaje que previamente había identificado desde la órbita. Una IA estuvo al mando durante toda la maniobra, utilizando sofisticados algoritmos de aprendizaje automático.

Para Intuitive Machines es el segundo intento fallido de lograr un alunizaje perfecto. El 23 de febrero de 2024, Odisseus —un aterrizador robótico del mismo modelo que Athena— logró posarse en la superficie lunar, convirtiéndose en la primera nave de EE UU en hacerlo tras el final del programa Apolo de vuelos tripulados en 1972. Tras el júbilo desatado en el control de la misión y en la sede central de NASA —que financia estas misiones— por haber regresado a la Luna después de más de 50 años, llegaron unas horas de espera e incertidumbre como las de hoy. Finalmente, se comprobó que en realidad la nave se había roto una pata y había volcado al aterrizar. Aquel incidente limitó el alcance de los experimentos científicos de la sonda.

Arriesgada carrera al Polo Sur lunar

Athena es la segunda sonda en llegar a la Luna en menos de una semana, después de que el pasado domingo la Blue Ghost —de otra empresa estadounidense, Firefly Aerospace— alunizara con una maniobra perfecta y se convirtiera así en la primera nave privada en hacerlo. Ambas sondas forman parte de la iniciativa CLPS (siglas en inglés de Servicios Comerciales de Carga Lunar) que la NASA ha puesto en marcha junto con empresas del sector espacial para preparar el terreno al regreso de astronautas a la Luna, todavía previsto para antes del final de esta década dentro del ambicioso programa espacial Artemis. Tras varios años de retrasos y una acumulación de sobrecostes que se ha disparado, esas misiones tripuladas a la Luna de la agencia espacial de EEUU están en cuestión desde la llegada al poder en enero de Donald Trump, que ha encargado a Elon Musk un plan para recortar miles de millones de dólares en el gasto de la administración federal.

A la espera de conocer los planes de Trump y Musk con respecto a las misiones tripuladas —los dos han declarado su deseo de ir directamente a por un objetivo mucho más ambicioso: Marte— lo cierto es que el retorno de robots a la Luna, medio siglo después, está siendo una aventura tecnológica de alto riesgo. Tras el éxito de China en 2013, convirtiéndose en el tercer país en lograrlo tras EE UU y la Unión Soviética, llegó un rosario de fracasos. En 2019 se estrellaron una sonda de la agencia espacial india y otra de la compañía israelí SpaceIL, mientras que en 2023 fallaron los japoneses de la empresa Ispace y también la agencia espacial rusa Roscosmos. Ese mismo año, la India se convirtió finalmente en la cuarta nación en la Luna.

En 2024, las dos primeras misiones de la iniciativa CPLS de la NASA se saldaron con el fracaso en enero de una sonda de la empresa Astrobotics y con un éxito parcial en febrero, tras el aterrizaje con vuelco lateral de Odysseus en la misión IM-1 de Intuitive Machines. Y en el último episodio de ese arriesgado juego de ingeniería espacial, parece claro que la moneda de Athena —en la actual misión IM-2— no ha caído ni de cara ni de cruz; todo apunta a que, una vez más, ha caído de lado.

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Sobre la firma

Francisco Doménech
Redactor y cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Antes trabajó como periodista en 'La Voz de Galicia' y escribió temas de ciencia y tecnología para 'Heraldo de Aragón' y BBVA OpenMind. Es licenciado en Química, máster en Periodismo y técnico en Divulgación en museos de ciencia.
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