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Mapa de las primeras tablas

Una exposición en la casa museo de Lope de Vega describe un Madrid inundado de escenarios durante el Siglo de Oro

Exposición 'Todo Madrid' es teatro que repasa la historia del teatro en Madrid.
Exposición 'Todo Madrid' es teatro que repasa la historia del teatro en Madrid.Carlos Rosillo

En el Siglo de Oro, Madrid se convirtió en la capital de un vasto imperio en el que no se ponía el sol, pero también en el lugar donde se construían los sueños de la sociedad más ilustrada. Las representaciones teatrales se intensificaron durante la época y surgieron nuevos espacios para su práctica. De aquí se exportaron al mundo. Una exposición gratuita trata de descubrir esos lugares. Todo Madrid es teatro (Casa Museo de Lope de Vega, Calle de Cervantes, 11) se puede visitar todos los días, excepto los lunes, de 10.00 a 18.00 hasta el 30 de septiembre.

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De norte a sur, de este a oeste, la ciudad se inunda de escenarios en el siglo XVI. Es lo primero que observa el visitante en la estrecha pero alargada sala que aloja la muestra. Al fondo, en la pared de la que pudo ser la cocina de Lope, se erige un gigantesco plano de Madrid en 1656, obra de Pedro Texeira. Está dividido en cuadrículas y, al pulsar los botones de un atril informativo que le precede, se iluminan los 26 espacios que albergaron en algún momento representaciones teatrales. Desde la Plaza Mayor al Alcázar Real pasando por palacios, hospitales y conventos.

La mayor parte del mural está ocupado por los corrales de comedias, edificios de exclusivo uso artístico que comienzan a levantarse para satisfacer el gusto del pueblo por este espectáculo. El género comienza a salir de los palacios y se democratiza. El primer corral de Madrid, el de la calle de la Cruz, se inaugura en 1579. Le siguen otros como el del Príncipe y el de la Pacheca. En 1640 baja el telón el Real Coliseo del Buen Retiro, diseñado por Cosme Lotti. En la sala se muestra una maqueta construida por Juanjo Reinoso para la ocasión.

“El teatro se convierte en el siglo XVI en un pasatiempo nacional y hay quien se da cuenta de que puede ser un negocio”, explica Francisco Sáez, comisario de la exposición. El acceso a los corrales estaba garantizado siempre que se pudiera pagar la entrada. La más barata costaba 20 maravedíes. El jornal de un obrero no cualificado era entonces de 32 al día. En la muestra están algunas de esas monedas, pero también planos, máscaras, grabados y hasta obras originales, como un ejemplar de Las órdenes militares, de Calderón de la Barca, cedido por la Biblioteca Nacional.

Música fundamental

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La exposición se distribuye en cinco espacios, los tres físicos ya descritos, y otros dos simbólicos. Uno está dedicado a la música. “Era fundamental porque envolvía el ambiente y daba sentido a la representación”, indica Eusebio Bonilla, responsable de museos históricos de la Comunidad. En la muestra se exhiben tres partituras que se escuchan de fondo y de forma alternativa en la pequeña pero acogedora estancia.

A pocos metros, una recreación virtual del escenario La Selva sin amor, de Lope, que consiguió ser un icono en la época, muy a pesar de Miguel de Cervantes. Vivían en el mismo barrio, frecuentaban las mismas tertulias, pero acabaron siendo enemigos íntimos. “Lope se supo adaptar al público. En ese momento está naciendo el teatro como espectáculo de masas. Cervantes es más un autor de novelas, escribe para un público más reducido. No todo el mundo puede comprar libros entonces”, explica el comisario de la muestra.

El otro espacio simbólico, al final de la sala, está dedicado a quienes se movían entre bambalinas. Llama la atención un cuadro anónimo sobre Cosme Pérez, conocido como Juan Rana, que llegó a ser el actor más popular de la época. “Se ha restaurado para la exposición y hemos descubierto que tenía bigote”, bromea Bonilla. Sáez, que dedicó a este personaje su tesis doctoral, concluye: “Con solo salir a las tablas, sin abrir la boca, la gente se moría de risa”.

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