Carmena pierde autoridad en su grupo tras las crisis municipales
A un año de las elecciones, los radicales de Ahora Madrid intensifican su crítica y la regidora evita desmarcarse de ellos
La reciente imputación de la edil Rommy Arce por delito de odio es el último eslabón de una prolongada crisis en el gobierno local, en la que destaca una novedad: la decisión de la alcaldesa, Manuela Carmena, de inhibirse ante los problemas. Sectores de Ahora Madrid no ocultan su alejamiento de la regidora y, por primera vez, están logrando que sus quejas la afecten. Las cuentas están paralizadas, el desarrollo de Chamartín estancado y la policía acusa de injurias a una edil que Carmena respalda. La alcaldesa siempre apagó las polémicas, pero ahora algo ha cambiado en su liderazgo sobre la coalición.
Las secuelas de la crisis de Lavapiés, desencadenada por la muerte de un ciudadano senegalés por un infarto, revelan que la alcaldesa está perdiendo su influencia y control sobre el gobierno de Ahora Madrid. El lunes de la semana pasada, en un día lluvioso y bajo los frescos de Goya en la ermita de San Antonio, sorprendió al respaldar —"no hay nada que reprochar", dijo— a los ediles que hablaban de "racismo institucional"; entre ellos, el delegado de Seguridad, Javier Barbero.
Fue un punto de inflexión con respeto a las manifestaciones de años anteriores, en los que acostumbraba a llamar al orden a sus concejales en situaciones análogas. Días antes, nada más volver de París, mantuvo una reunión para abordar la crisis de Lavapiés, según fuentes municipales. En ella solo participó una edil de su gobierno.
Este martes, Ahora Madrid apoyó a Arce de manera pública. Apeló a la "libertad de expresión" y entró en el terreno político. "La judicialización de la política hace daño a la democracia", lanzó en Twitter el perfil oficial de la coalición. Otro tanto hicieron agrupaciones locales, obviando que anteriormente el gobierno de Carmena había denunciado ante la justicia a sus rivales; por ejemplo, a los equipos municipales de Ana Botella y Alberto Ruiz-Gallardón. Colectivos anticapitalistas de Podemos también apoyaron a la concejal. Lo mismo ocurrió en ambientes independentistas catalanes, cercanos a Arce, quien escribió en las redes sociales: "No conseguirán callarnos ni doblegarnos con querellas y amenazas. Seguiremos luchando por las de abajo y en defensa de las libertades civiles".
La oposición pide que Rommy Arce dimita
Todos los partidos de la oposición (PP, PSOE y Ciudadanos) se refirieron ayer a la imputación de Rommy Arce por un supuesto delito de odio, y exigieron una vez más su cese. El pleno ya reprobó a la edil por su gestión en Arganzuela, y ayer el PP señaló que el código ético de la coalición de gobierno obliga a sus cargos electos a dimitir "en casos de acusación judicial por delitos contra los derechos humanos".
"Para Carmena no hay motivos de reproche en la actuación de Arce, pero para un juez sí los hay, de carácter penal", afirmó el líder del PP José Luis Martínez-Almeida. La socialista Purificación Causapié dijo que Arce "nunca se ha ocupado de los problemas de los ciudadanos" y la acusó de "irresponsabilidad". Begoña Villacís, de Ciudadanos, considera que la imputación es de "especial gravedad", ya que Arce es una representante pública.
Los ediles del gobierno apoyaron a la imputada. "Judicializar tuits lleva a una perversión profunda de la opinión pública", escribió Guillermo Zapata, quien estuvo implicado en el caso de los tuits sobre las víctimas del terrorismo, pero fue absuelto por el juez.
Los problemas internos se están convirtiendo en un problema para la actividad de gobierno. Para aprobar los principales proyectos es necesario que los 20 ediles de Carmena voten de forma unánime. Pero las manifestaciones de disidencia crecen. Los presupuestos de 2018 siguen en prórroga y, si bien el ejecutivo asegura que todo está atado, el rechazo del sector radical está impidiendo avances. Sin nuevos presupuestos, se deberán votar partida a partida todas las modificaciones de crédito.
Otro asunto bloqueado es la llamada Operación Chamartín, ahora rebautizada Madrid Nuevo Norte. La alcaldesa dio su palabra en julio de 2017 de que se reformaría la estación, se crearía una city, se mejorarían los barrios del norte y se crearían 200.000 puestos de trabajo. El Consistorio se comprometió a cerrar el acuerdo en diciembre de 2017. Luego lo aplazó a marzo de este año, pero de momento se ignora cuál será su futuro. Solo se sabe que la corriente radical de Ganemos e IU lo califica de desarrollo "especulativo", y que la alcaldesa aún no ha salido para defender el planteamiento que ella misma propuso.
Elecciones municipales 2019
En el trasfondo de la cuestión está el "futuro de la candidatura de Ahora Madrid", reflexionan en el gobierno local. Hay quien sostiene que "todos" dan por hecho que la alcaldesa va a repetir en las elecciones de 2019, y que esta situación, en lugar de calmar, está tensando las relaciones internas.
Hasta ahora, la regidora podía amagar con presentar su dimisión para apagar casi de inmediato todo tipo de polémica (circunstancia que según fuentes locales se dio en más de una reunión). Pero, a un año de los comicios, y con su conocida intención de excluir al sector radical de las listas, ya nadie se toma en serio esa amenaza.
Podemos quiere que Carmena vuelva a ser cabeza de lista y baraja soluciones: unas primarias donde los militantes se pronuncien ante listas cerradas. Este es también el escenario preferido por ella, pero no por los municipalistas. Por eso, incluso entre los afines a la alcaldesa, hay quienes consideran que es necesario "incluir" todas las sensibilidades para calmar los ánimos. Una propuesta posible pero compleja, admiten, ya que los radicales pretenden primarias abiertas y representación proporcional.
En el Ayuntamiento algunos ven analogías con la crisis del verano de 2016. Entonces Carmena estuvo a punto de renunciar. Decidió coger unas vacaciones largas. Volvió más fuerte y se encaró a los suyos. Logró sendas victorias, pero que ya suenan a pasado. La crisis de ahora comenzó en Navidades y avanza sin control hacia las elecciones.
Algunos apuntan a la destitución de Carlos Sánchez Mato (IU), anterior delegado de Economía, como el momento de rotura de los equilibrios internos. Desde entonces, el peso del sector anticapitalista ha crecido. Una parte del ejecutivo fiel a la regidora no se toma demasiado en serio la amenaza, pero hay otra que admite que existen señales de una actividad desestabilizadora sin precedentes.
"Incrustar puntas en el cráneo de los inmigrantes"
En el Ayuntamiento de Madrid reconocen que la crisis de Lavapiés es una de las más graves que han afrontado en estos tres años, entre otras cosas porque ha desembocado en un enfrentamiento directo con la Policía Municipal. Sus sindicatos ya han pedido "respeto" al Consistorio y denunciado a ediles y dirigentes de Podemos. La alcaldesa de Madrid ha apoyado a los agentes, pero de manera sutil. Sostuvo que la actuación policial en Lavapiés fue "correcta", pero no desautoriza a los que critican los operativos contra los manteros por "racistas".
La semana pasada, sin focos ni cámaras, Carmena se reunió con el concejal de Seguridad, Javier Barbero, y la cúpula de la policía. En esa reunión, la regidora mostró su "total apoyo y confianza en el quehacer diario" del cuerpo. Pocos días después, no obstante, Barbero volvió a cuestionar la tesis de la muerte del ciudadano senegalés, a raíz de la cual se desencadenaron disturbios en Lavapiés, y pronunció palabras polémicas sobre el cuerpo. Hay una minoría, dijo, que cree "que hay que incrustar puntas en el cráneo de los inmigrantes a martillazos", y que "sobran". Ese día la tensión interna se escenificó a las puertas del pleno. Dos ediles de Ahora Madrid se enfrentaron porque el sector radical pretendía desmarcarse de una moción del gobierno de apoyo a los agentes. Acto seguido, los radicales lanzaron un comunicado para exigir el cese de la "persecución" del Ayuntamiento contra los manteros.
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