Responsables con el presente para el bienestar de los hijos
La convivencia entre turistas y residentes y el desarrollo local emergen como desafíos para la sostenibilidad del sector
¿Qué es exactamente la sostenibilidad? ¿Cómo se mide, evalúa, analiza? Fue en 1987 cuando la entonces primera ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland, definió la noción de desarrollo sostenible: “Es aquello que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”. Desde ese momento, la palabra sostenibilidad se ha insertado en los discursos políticos, empresariales y sociales de forma que parece inviable emprender cualquier acción que carezca de este perfil, aunque su práctica sea difusa también en el turismo. En Andalucía los pasos los marca el Plan General de Turismo Sostenible 2014-2020, que se dotó con 420 millones, además de otras leyes y normas que complementan el concepto.
¿Pero qué es exactamente la sostenibilidad? ¿Y cómo se aplica? Son conceptos complejos de poner en práctica y que van más allá de la lucha contra el cambio climático, el respeto a la naturaleza o el uso de las energías renovables. Es sostenible la accesibilidad para personas con diversidad funcional, la formación del personal, las condiciones laborales dignas, las nulas aglomeraciones en las calles, la buena gestión de los residuos, el bienestar del residente, respetar las identidades culturales o vigilar el crecimiento desmedido. Ámbitos que se presentan como retos sobre los que trabajar en Andalucía.
“Cuando se habla de sostenibilidad se suele pensar en el aspecto medioambiental, pero se olvida el cultural, la capacidad de carga de los edificios, que parece que serán eternos pero se deterioran. También se olvidan los residentes de los núcleos urbanos, o de centros históricos como el de Córdoba o Almería. Son zonas que se quedan muertas cuando se van los turistas. Son calles estrechas de vestigios árabes sin vida porque no tienen residentes”, ilustra Genoveva Millán, profesora de Econometría de la Universidad Loyola, que considera que tanto el ciudadano como el empresario deben tener la misma voz en los planes turísticos de la ciudad.
Indicadores de turismo sostenible
Indicadores de Desarrollo Turístico Sostenible para Andalucía del Plan 2014-2020.
Gobernanza. Fomento de redes. Transparencia y participación. Orientación hacia la ciudadanía y el desarrollo local. Administración eficiente.
Territorio. Cohesión. Presión humana. Calidad del medio ambiente. Uso de recursos. Concienciación.
Vulnerabilidad. Mercados. Segmentos. Estacionalidad. Alojamiento. Transporte.
Rentabilidad. Productividad. Empleo. Competitividad.
Calidad. Destino. Recursos. Infraestructuras. Alojamiento y restauración.
Diversificación. Posicionamiento. Complementariedad. Aprovechamiento de recursos.
Innovación. I+D+i. Internet. Comercialización en línea. Tecnología móvil. Medios sociales. Datos de los clientes.
La experta destaca también los vínculos con el desarrollo local. “Por ejemplo, la fiesta de los patios de Córdoba la hacen sus gentes, los cordobeses, que cuidan su patrimonio y lo exponen, pero quienes se enriquecen son los hoteleros y restauradores. Debe haber una ponderación de beneficios entre todos los agentes implicados”, señala Millán, que ha dirigido este mes el IV Congreso Internacional Científico-Profesional de Turismo Cultural en Córdoba. “Es un patrimonio que tenemos que cuidar y dejar en herencia”, incide.
En ese sentido, Rafael Cantero, presidente de la Asociación Cic Batá, que emprende proyectos de turismo sostenible en Andalucía, llama a la responsabilidad tanto del turista como del residente y el sector. “Lo primero es aclarar que el turismo responsable no es un tipo de turismo, no es una categoría como de playa. No se corresponde con productos. Se trata de respetar los derechos humanos individuales y colectivos. Debe beneficiar a la comunidad y ser viable económicamente. En concreto nosotros incidimos en la equidad de género. Estamos viviendo situaciones de escándalo con las camareras de piso o las diferencias de condiciones laborales”, apunta Cantero.
“Se han identificado múltiples consecuencias negativas de la estacionalidad, entre las que cabe mencionar la inestabilidad laboral (temporalidad y precariedad en el empleo); la sobrecarga de los servicios públicos e infraestructuras; la masificación en los servicios turísticos; el incremento de precios y la merma de la calidad; la degradación del medio natural”, se lee en el Plan General de Turismo Sostenible 2020, que resalta que el colectivo femenino está más afectado por las pérdidas de empleo desde el inicio de la crisis económica.
“Es una comunidad muy diversa, son 85.000 kilómetros cuadrados para desarrollar actividades y con distintos espacios, con muchas especificidades y recursos patrimoniales tangibles e intangibles y la sostenibilidad no tiene que estar solo en la preservación de los recursos naturales, también en la gestión empresarial respetuosa, en la calidad del empleo, en toda la cadena de valor de lo que se vende”, apunta Susana Ibáñez, secretaria general para el Turismo de la Junta de Andalucía.
A dos años de culminar el plan, Ibáñez plantea para el siguiente fomentar las tecnologías para evitar puntos de saturación y colapso. “Con el estudio de los nuevos datos se analizará mejor la reputación del destino y eso ayudará a tomar decisiones y estrategias que mejoren la experiencia para todos”, señala Ibáñez, que remarca que las líneas de ayudas públicas para las empresas o municipios garantizan la aplicación de los indicadores de sostenibilidad. “Tienen incentivos aquellas que compran producto local, incorporan a mujeres o tienen cláusulas sociales”, enumera como ejemplo.
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