Arte contemporáneo con memoria
El Centro de Arte Dos de Mayo cumple una década como polo de experimentación creativa y archivo de la Comunidad de Madrid y la Fundación Arco
En el Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M) de la Comunidad de Madrid hay grandes montacargas que bajan grandes obras de arte contemporáneo a los almacenes del sótano. Allá abajo, en las condiciones idóneas de conservación (unos 19 grados de temperatura y un 50% de humedad), se guarda la colección de arte de la Comunidad de Madrid, formada desde comienzos de los años ochenta, y la Colección de la Fundación Arco que llegó al vecindario más recientemente, en 2014. La custodia de fondos, que hoy suman más de 2.100 piezas, fue una de las misiones que justificaron la creación del centro hace diez años. Cuando el próximo mes de mayo se cumpla esta primera década, el CA2M se hallará inmerso en un proceso de viraje que empezó recientemente.
“Ferran Barenblit, el anterior director, partió de una exploración del presente que todos aplaudimos”, explica el actual director, Manuel Segade, que tomó posesión hace dos años, cuando Barenblit se mudó a la dirección del MACBA de Barcelona. Ahora la brújula apunta hacia otro norte: “Lo que no se había hecho era mirar hacia atrás”, dice Segade, “un museo que va a cumplir un decenio tiene que empezar esta revisión”.
La actual línea de CA2M se enfoca en explorar ese tiempo extraño que media entre la pura contemporaneidad y la Historia con mayúsculas: la historia reciente del arte contemporáneo en Madrid. A eso ha dedicado algunas de sus últimas exposiciones, como la que trató sobre el espacio pionero de la performance Espacio P, la que recuperó el trabajo pionero del fotógrafo de tribus urbanas Miguel Trillo o la visita de Allan Kaprow a la galería Vandrés en 1975. Los diez años se celebrarán con una exposición, aún sin título, comisariada por Beatriz Alonso y Carlos Fernández Pello: “Más que una retrospectiva, recogerá producciones que nos darán la temperatura de lo que está pasando actualmente en Madrid”, adelanta el director.
10 años de existencia en Móstoles
En mayo de 2008, el Centro de Arte Dos de Mayo inauguró sus 5.886 metros cuadrados en tres plantas para abrir al público nuevos caminos artísticos desde la experimentación y el riesgo.
Exposiciones. Desde su apertura ha sido escenario de un total de 70 muestras.
Visitantes. En estos 10 años, más de 730.000 personas han visitado sus instalaciones o han participado en sus actividades.
Mayoría mostoleña. El 66% del público procede de la ciudad, donde se ha convertido en un referente cotidiano de todo tipo de actividades. De Madrid capital llega el 19%. El 8% procede de otros municipios del sur, el 4% de otras provincias, el 2% de otros municipios de Madrid y el 1% del extranjero.
Media mensual al alza. La media de visitantes mensuales, cifrada en los últimos años en 6.220, ha registrado un impulso en los pasados cuatro meses, llegando a los 11.108, según datos de la dirección del centro.
Edad media. El grupo más numeroso es de mayores de 36 años.
Visitantes 'online'. Cada año, 92.000 usuarios visitan la web del centro.
Otra de las líneas actuales es la que reflexiona sobre las formas de exponer arte contemporáneo y sobre los procesos de comisariado, sobre el propio concepto de museo, como fue el caso de Una exposición coreografiada o Colección XIII. “Hemos abierto una exploración a la que otros museos ya se están uniendo”, dice el director, “tenemos que reflexionar sobre cómo es un museo, en un centro de arte contemporáneo estamos mutando todo el rato, no sabemos lo que puede ser contemporáneo el año que viene”. En este sentido, en 2016, el centro inició ciertas reformas arquitectónicas por parte del estudio de Andrés Jaque con una precisión quirúrgica que bautizaron como Acupuntura, y que enriquece el concepto arquitectónico de la institución y lo adapta mejor a sus usos y discursos.
El CA2M nació como una forma de tratar la periferia del arte desde la periferia geográfica, la ciudad de Móstoles y, a pesar de la distancia al centro de la capital, ha conseguido congregar a una tribu de parroquianos que lo visitan con fidelidad. “Hay una peculiar militancia en torno a este centro”, afirma Segade. Entre las exposiciones más reseñables de estos años, por citar solo algunas, estuvo la dedicada a la banda estadounidense Sonic Youth (Sensational Fix, 2010), la dedicada a la performance (Per/form, 2012, el centro también es referencia internacional en performance), la política pop (Pop politics, 2012), la economía crítica (Fetiches críticos, en 2010), o la que exploraba las conexiones entre punk y arte (Punk, 2015). En su peripecia, el CA2M no ha tenido pudor en mezclar las artes plásticas con disciplinas más audiovisuales, efímeras, escénicas, dancísticas o performáticas.
También sus célebres y veraniegas Picnic Sessions, en la azotea, o festivales como el Autoplacer, de música autoeditada. Otras actividades son La escuelita o la Universidad Popular, dedicadas a la discusión, pedagogía y divulgación de abstrusos temas de arte contemporáneo entre el público.
Además de los fieles artísticos, el centro también se nutre del público mostoleño en general: quiere la dirección que sea este un centro cercano a la ciudadanía, de “baja institucionalidad”. Buenos ejemplos son el huerto de la azotea (propuesta del colectivo Rompe el Círculo) o las mujeres tejedoras, llamadas Tejiendo Móstoles. “Solían reunirse en la cafetería a tejer y decidimos darles un espacio para que lo hicieran”, explica Segade, “acabaron por tejer un toldo para el huerto. La gente está dando usos inauditos al museo: hay un coro, parejas que retozan en la terraza o chavales que bailan trap”.
Una apuesta por la creación “desinstitucionalizada”
El Centro de Arte Dos de Mayo fue, en su origen —hace diez años—, un homenaje al levantamiento de la villa de Móstoles frente a la invasión francesa. Ese acto de valentía de 1808, destaca el consejero de cultura, Jaime de los Santos, tuvo una prolongación dos siglos después en el deseo del Gobierno regional, entonces liderado por Esperanza Aguirre, de convertir el lugar en el que se levantaba una antigua casona del centro de la ciudad en el “museo más contemporáneo de Madrid”.
En una región tan condicionada por el polo de atracción que supone la capital, el esfuerzo de los responsables culturales se dedicó a descentralizar para a su vez profundizar en la “proximidad del discurso artístico” y en cambiar el enfoque en la relación con un público cada vez más maduro. De los Santos destaca también que la actividad desplegada en los últimos años en el CA2M pretende ante todo “desinstitucionalizar la creación artística”, abrirla al diálogo y a la ruptura de modelos cerrados. Con esa aspiración en el horizonte, el consejero apunta como retos futuros el establecimiento de lazos entre distintas disciplinas artísticas, ahora que “cada vez son más invisibles las fronteras” entre ellas y la internacionalización de la cultura de Madrid en colaboración con grandes centros del mundo.
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