Se alquila un palacio del XVIII para eventos privados
La Cámara de Comercio ofrece un suntuoso edificio barroco, declarado Bien de Interés Cultural, para actos empresariales y rodajes
Subiendo por la calle de Huertas, en pleno barrio de Las Letras, al llegar a la esquina con la calle del Príncipe, se alza un imponente palacio cuyos sobrios muros exteriores de ladrillo visto no permiten intuir la suntuosidad de su interior. Se trata del palacio de Santoña, un inmueble del siglo XVIII decorado con gran opulencia y estilo en el XIX y poco conocido por la mayoría de sus vecinos, ya que normalmente no se puede visitar. Esta joya escondida, declarada Bien de Interés Cultural en 1995, pertenece a la Cámara de Comercio de Madrid, que lo alquila para eventos empresariales, premios y rodajes.
“Es un palacio único, por eso los actos que se realizan aquí son muy exclusivos. Es un lugar sorprendente, una joya desconocida de Madrid”, explica Eva Moreno, jefa de Promoción y Comercialización de Espacios de la Cámara. “Fue rehabilitado por completo hace tan solo un año y medio, así que todavía se conoce poco, pero las empresas que ya lo han alquilado siempre repiten”, añade. Entre los actos que ha acogido recientemente se encuentran los Premios Vogue Joyas, la presentación de un libro de Carmen Posadas, una exposición de joyas japonesas o la grabación de la serie Lo que escondían sus ojos (Telecinco), con Blanca Suárez y Rubén Cortada.
Todos ellos se celebraron en un edificio palaciego de 4.470 metros cuadrados que ha sufrido varias reformas pero mantiene la fachada diseñada en 1731 por Pedro de Ribera (autor del Conde Duque y el puente de Toledo). El estilo de su sorprendente interior se debe a María del Carmen Hernández, esposa de Juan Manuel de Manzanedo, duque de Santoña. “Una mujer muy cultivada, con un gusto muy europeo”, explica Moreno. Los duques de Santoña compraron el inmueble en 1874 y lo decoraron con un exquisito gusto, que se mantiene hasta hoy.
La entrada (situada en Huertas, 13) da acceso a un gran patio interior cubierto. A la derecha queda la escalera de gala, de mármol blanco, adornada con dos leones custodios y un techo magnífico. En la primera planta están el salón Pompeyano, de estilo italiano. Después, la sala Rotonda, con dos óvalos concéntricos donde el sonido reverbera; era, aseguran, el espacio favorito de la duquesa. La sala Oriental es una de las más impresionantes: posee pinturas que representan el comercio japonés, y también dragones, ave fénix y motivos asiáticos.
Mientras, el salón Turco, de estilo árabe, se adorna con arcos de medio punto y suelo de mármol. El salón de Caza sirve como comedor de gala y tiene pinturas de gran valor de Antonio Gomar, Ramón Olavide y Alejo Vera. El salón de actos —con capacidad para cien personas— está ubicado en un antiguo salón de baile que mantiene los balcones donde tocaba la orquesta y se situaban los reyes durante sus visitas. Por último, el salón Luis XV es de estilo francés rococó y está considerado el más ostentoso, ya que los adornos de las paredes están elaborados con pan de oro y acoge una lámpara de 600 piezas. Alquilar cada sala cuesta entre 400 y 2.200 euros. Hay, además, otras tres plantas modernas.
Según Santiago Izquierdo, director de Comunicación de la Cámara, el impulso para el alquiler de estas estancias se debe al cambio de normativa sobre las Cámaras de Comercio aprobado en 2013, según el cual estas entidades empresariales deben financiarse con aportaciones voluntarias (antes eran obligatorias). Ello ha obligado a buscar nuevas formas de financiación con recursos propios como este palacio, adquirido por la Cámara en 1933.
El palacio ha sido abierto al público en contadas ocasiones, la última con el programa ¡Bienvenidos a Palacio! de la Comunidad. También se abre en ocasiones a petición de asociaciones. Para la mayoría de la gente, esta joya seguirá estando oculta.
Un inmueble repleto de historia
La historia del palacio arranca en el año 1630 con un proyecto de Juan Gómez de Mora. Su primer morador fue Muley Xeque, el hijo del sultán de Marruecos. En 1731 fue reformado por Pedro Ribera, quien mantuvo la estructura de palacio madrileño del siglo XVII, modificando la fachada y añadiéndole la portada barroca de la calle del Príncipe que engarza la puerta y el balcón principal. La reconstrucción del palacio se llevó a cabo en 1783 según proyecto de Ignacio Thomas. En 1874 compró el inmueble el duque de Santoña, que reformó por completo su interior. En 1933 la Cámara de Comercio lo adquirió con la decoración original del duque.
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