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Cáritas cuadruplica las ayudas para alimentación durante la crisis

La entidad reclama una renta garantizada para cubrir las necesidades básicas de los colectivos más desfavorecidos

Jessica Mouzo
Centro de Cáritas de la calle Urgell de Barcelona.
Centro de Cáritas de la calle Urgell de Barcelona.M. Minocri

La crisis económica ha castigado las neveras de los hogares más desfavorecidos. Lo que tenían que haber sido ayudas temporales para pagar el comedor escolar o pagar la compra de las familias sin recursos, comienzan a perpetuarse, según Cáritas. La entidad ha cuadruplicado las ayudas para alimentación durante los años de crisis: de destinar alrededor de medio millón de euros en 2007 a invertir dos millones en 2016. 

Durante el último año, la organización humanitaria ha destinado 350.000 euros para que 2.300 personas comprasen comida a través de una tarjeta solidaria y otros 350.000 euros para que 2.300 personas atendidas por ONG o ayuntamientos comprasen alimentos. La entidad también ha repartido 462.000 euros entre Cáritas parroquiales para que pudiesen donar productos de alimentación a las familias (se han beneficiado unas 2.655 personas). Los 923.000 euros restantes se han distribuido entre tres comedores sociales, comedores escolares y proyectos y centros residenciales de Cáritas para cubrir las necesidades alimentarias de 4.528 personas. "Hemos garantizados en comedores y centros 23.440 comidas en un año", apunta la organización en su balance anual. 

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La entidad ha alertado de que las familias cada vez son más pobres y han de recurrir durante más tiempo a las campañas de donación de alimentos o a los comedores sociales para garantizar su alimentación. "La alimentación va más allá de las comidas diarias, ya que forma parte de la socialización de la persona. Comer en familia estrecha vínculos, marca pautas sociales y transmite cultura", ha indicado Mercè Darnell, adjunta a la Acción Social de Cáritas.

La organización también ha advertido que recurrir durante mucho tiempo a esta ayudas puede hacer que los usuarios de estas prestaciones "desaprendan los hábitos adquiridos para comprar y gestionar la alimentación familiar". De hecho, para evitar que esto ocurra, Cáritas ha reivindicado el proyecto de la tarjeta solidaria, para que las personas desfavorecidas no salgan de los circuitos habituales de alimentación en los que estaban antes de verse en una situación de pobreza.

Aunque el número de personas atendidas en Cáritas ha descendido en 2016 con respecto al año anterior, la organización ha advertido de que la pobreza se está perpetuando —los pobres son cada vez más pobres— y ha pedido "no bajar la guardia". La organización ha exigido a la Administración que se ponga en marcha "una renta garantizada de ciudadanía, un parque de viviendas de alquiler social y un nuevo sistema económico y productivo que promueva la economía social". 

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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