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REGRESO AL ORIGEN

“Con los quesos cerramos el círculo”

Pere Pujol abandonó la docencia en Barcelona para crear su empresa en Ger

Ana Pantaleoni
Pere Pujol Claveria al Molí de Ger, con sus quesos.
Pere Pujol Claveria al Molí de Ger, con sus quesos.Pere Duran

Las botas blancas calzadas hasta las rodillas le delatan. Ya no es el profesor de catalán que fue. Sin reproches. Ahora está dispuesto a jugar a fondo esta nueva partida. Y, como millones de personas, lo hace con un comodín: el apoyo de su familia.

Pere Pujol Claveria, de 37 años, se crió en Ger, en La Cerdanya. Aparta a Brutus, el perro encargado de comerse los quesos que no salen bien, para entrar en la casa familiar. Y así poder hablar de lo que le quita ahora la mayor parte del día y también sus vacaciones: sus quesos. Pujol, que antes fue profesor en Barcelona, es ahora el director y todo lo demás de Molí de Ger, una empresa familiar de productos lácteos —de momento producen cuatro variedades de quesos—. Acaba de contratar un nuevo trabajador.

“Al principio resultó complicado. Me convertí en un cultivador de bacterias y hongos”

Siempre le gustó dar clases y por eso se licenció en filología catalana en la universidad de Lleida. Impartió lengua y literatura en una escuela de Cornellà y enseñó catalán a los recién llegados. “Era muy feliz. Una persona afortunada porque trabajaba en una cosa que me gustaba. Pero siempre tuve claro que no quería vivir en la ciudad. Ahora echo de menos a mis alumnos pero sé lo que quiero. Si no tienes muy claro a que vienes a la Cerdanya lo puedes pasar muy mal, el invierno es muy frío”.

La idea llevaba años en su cabeza. Él lugar estaba claro: la granja de su familia en Ger, dedicada al sector lechero desde hace tres generaciones. En 2007 el proyecto saltó de su cabeza para sumergirse en una tela de araña administrativa y lograr constituir la compañía, Molí de Ger, Productes Làctics: “Lo típico de este país, un desastre total”. En 2009 salieron los primeros quesos madurados con leche cruda de vaca. “CRUDA”, remarca Pujol, “es una militancia, es leche propia de nuestra ganadería. Empezamos y acabamos el producto. Cerramos el círculo”. El resultado, según cuenta este profesor con mucho orgullo, es un queso con personalidad, diferente, un producto muy vinculado al territorio. Pero ¿cómo un profesor se convierte en quesero y pasa de las letras a la química? Pujol explica que hizo cursos previos en Madrid, Santander y Bellestar ( Alt Urgell).

“Nace una industria agroalimentaria. Se puede vivir en un medio rural sin depender del turismo”
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El estreno de Molí de Ger no podía llegar en peor momento: la crisis, en pleno estallido. Y el surgimiento hace unos cinco años de un boom, el de las nuevas queserías, neorurales o gente con ganado propio que decidió reconvertir la profesión. “Resultó complicado. Me convertí en un cultivador de bacterias y hongos. Por mucha formación que tengas, hay cuestiones de azar y observación”.

Con el móvil en una mano y el paquete de cigarrillos en el otro, Pujol habla rápido y repasa su vida sentado en una silla de madera con las botas blancas puestas. “Soy muy tozudo”. Y además, “me he convertido en alguien muy regular. Es necesario regularidad, aunque seas artesano”. Vende en algunos puntos de España y ha comenzado —esboza media sonrisa— a exportar a Estados Unidos, asegura mientras muestra el obrador y la nevera con todos los quesos alineados. Y es que para Pujol, el trabajo es algo más que trabajo y la tierra algo más que una comarca turística abarrotada de segundas residencias. “Esta comarca se ha estado equivocando durante 20 años. Todo se ha terciarizado. Con la apertura del túnel del Cadí pasó a depender del turismo. Ha sido un modelo pensado para los de fuera. Nosotros tenemos que convivir con las luces de la pista de esquí de la Masella. Estamos sometidos a una contaminación lumínica todas las tardes de viernes a domingo. Yo no estoy en contra del turismo, pero esta no es la manera. Es urgente un debate con el territorio”. Habla el joven más político: “¿Tiene sentido que el Caprabo de Alp sea el más caro de toda Cataluña?”.

Pero no pierde la esperanza: “En el territorio están pasando cosas interesantes”. Y saca la lista: un corso que habla siete idiomas y se dedica a elaborar deliciosos helados; otro que en la montaña hace cervezas artesanas... “Está naciendo una nueva industria agroalimentaria”. Y muestra de nuevo su faceta más reivindicativa: “Es posible vivir en un medio rural sin depender del turismo”.

El centenar de vacas de raza frisona de la familia Pujol descansan tranquilas muy cerca de las decenas de porciones de queso preparadas para vender. Agosto es un buen mes en La Cerdanya. Y, por eso, por quinto año, Pujol no se irá de vacaciones. Trabaja seguido y solo para cuando llega la hora de comer, “la comida de la madre es la mejor del mundo”.

El nuevo DNI

  • Pere Pujol
  • 37 años
  • Antes: profesor
  • Ahora: quesero

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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