Torrejón a vista de caza
El Ayuntamiento de la localidad gasta casi 85.000 euros en una rotonda coronada por un cazabombardero cedido por Defensa
De lejos parece la escultura de un avión. Pero cuando el conductor llega a la rotonda del Puente del Arco, a la entrada del barrio de Soto del Henares (Torrejón de Ardoz), el morro del aeroplano sobrevuela su cabeza. El susto inicial deja paso al asombro. El avión, de 17,75 metros, está anclado a una plataforma. Se trata de un McDonnell Douglas F-4 Phantom II. O lo que es lo mismo: un cazabombardero de ataque y reconocimiento aerotáctico. ¿Qué hace expuesto en esta localidad de 125.331 habitantes? Según el Ayuntamiento, embellecer esa nueva glorieta inaugurada a finales de noviembre.
Para ello, el Consistorio torrejonense gastó 84.912 euros; el avión, eso sí, fue una cesión gratuita del Ejército del Aire a ese municipio “en reconocimiento por su permanete (sic) apoyo y colaboración”, según reza la placa instalada en la rotonda. La memoria auditiva de los vecinos da fe de ese error ortográfico. Puede que alguno de ellos escuchara, de hecho, el vuelo de este caza. Llegó en 1971 al aeropuerto militar de la base aérea de Torrejón. Este avión de combate había sido donado, a su vez, por la Fuerza Aérea de Estados Unidos (United States Air Force; USAF en sus siglas en inglés). Y sirvió hasta 2002 en los escuadrones 121, 122 y 123 de la Unidad del Mando Aéreo de Combate del Ala 12 de esa base. Pero el McDonnell Douglas F-4 Phantom II no participó, sin embargo, en ninguna misión real. Según explica Ángel Vegas, teniente del Ejército del Aire, durante su vida operativa solo realizó ejercicios y misiones “de defensa del espacio aéreo de soberanía española”.
“En 1975, durante el conflicto del Sáhara, se usaron aviones más pequeños —un T-6 Texan y un F-5, especifica— y más adecuados para luchar contras las fuerzas ligeras del Frente Polisario. Y en los noventa, en los Balcanes, no intervinieron porque ya eran viejos (este caza entró en funcionamiento en 1958 en la USAF) y solo quedaron operativos los de reconocimiento; los de ataque habían sido sustituidos por los F-18, que fueron los que actuaron desde Aviano (Italia) en Bosnia y Kosovo”, rememora Vegas.
Adrián Etame, de 23 años y natural de Brooklyn (Nueva York), también creció con un F-18 sobre su cabeza. Su tío estuvo destinado en la base americana de Torrejón hasta que en 1992 pasó a ser utilizada únicamente por el Ejército del Aire. “Ahora es teniente en Utah [al oeste de EEUU], cuenta orgulloso su sobrino. En su caso, ve bien la instalación del caza. “Es acorde con la historia de la ciudad”, dice. Pero otros vecinos como Junia Gongálvez, de 30 años, lo consideran una “chorrada” e, incluso, “horroroso”.
El Grupo Municipal de IU en Torrejón va más allá. “Esto es una tomadura de pelo y una falta de respeto a todos los vecinos y ciudadanos que protestaron durante años contra la OTAN y que han tenido que sufrir el ruido de los aviones. Es un homenaje a la guerra, a la contaminación acústica y una barbarie enorme financiada, además, con dinero público”, clama José Fernández, portavoz de esta formación. Una opinión que también comparte Guillermo Fouce, portavoz del PSOE en esa localidad: “Es un monumento a la guerra cuyo gasto, en tiempos de crisis y teniendo en cuenta que aquí se ha recortado en teleasistencia o limpieza y que tenemos una deuda de 230 millones, no nos parece que sea proporcionado. Además aquí hemos sufrido los ruidos de los aviones durante años; no es lo más adecuado colocar un avión y, encima, de guerra”.
El Consistorio, gobernado por Pedro Rollán (PP) desde 2007, replica que el avión ha sido una cesión gratuita de Defensa y que en lo que se ha invertido ha sido en la remodelación de la confluencia de la avenida de la Constitución con el Paseo de la Concordia. “Además, el PSOE ya intentó en 1999 colocar un avión en una rotonda”, recuerdan. Sobre este último hecho, Fouce explica: “La anterior alcaldesa, Trinidad Rollán, solicitó a Defensa un avión de la Unidad Militar de Emergencia, pero le ofrecieron un avión de guerra que se desestimó por su condición y por lo que costaba colocarlo y mantenerlo”.
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