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Azurmendi disecciona el caso de las brujas de Zugarramurdi

"Es una historia de persecución y víctimas que se salda favorablemente a las víctimas reconociendo la Iglesia el daño causado", afirma el antropólogo

Mikel Azurmendi.
Mikel Azurmendi.Ricardo Gutiérrez

El antropólogo Mikel Azurmendi considera que el caso de las brujas de Zugarramurdi "es una historia de persecución y víctimas que se salda favorablemente a las víctimas reconociendo la Iglesia el daño causado, dando la amnistía y prohibiendo que se hable de brujas porque sabe que todo es un montaje".

Azurmendi acaba de publicar Las brujas de Zugarramurdi (Editorial Almuzara), uno de los estudios de investigación histórica más completos que se han escrito hasta la fecha sobre el proceso más célebre de la Inquisición española contra la brujería, en las aldeas navarras situadas en la vertiente pirenaica limítrofe con Francia.

El autor indaga en las causas del desencadenamiento de aquella persecución, que atribuye, entre otros factores, a las contradicciones culturales y sociales existentes entre la clase instruida y la gran masa de la población, profundamente analfabeta. Las consecuencias de esta persecución ocasionó un ingente dolor y sufrimiento a miles de víctimas, un hecho que provocó un colapso social y cultural y una escisión entre acusados y acusadores, "que estuvo a punto de producir un holocausto generalizado al estilo de la solución final nazi".

Azurmendi recuerda que en 1611 hubo un fallido plan de cerrar todo el Baztán para que la gente denunciara a todos los brujos. Según explica, en los pueblos se vivía un enorme clima de tensión porque "un tercio de la población acusaba a los otros dos tercios", a los que se achacaba de haber hecho un pacto con el Diablo para hacer el mal, bien "comiéndose niños o causando tempestades en los mares".

Como resultado de todo ello, el historiador cifra en 5.000 el número de acusados. Además de describir el complejo proceso, se da cuenta de cómo uno de los inquisidores, Alonso Salazar y Frías, llegó a revisar el caso y a la conclusión de que todo aquello había sido un delirio y una farsa de los propios inquisidores, hasta lograr que la Inquisición promoviese en 1614 un contrito mea culpa con el que se acabaron para siempre en España las hogueras judiciales donde quemar brujas, mientras en toda Europa y América arderían aún durante un siglo más.

Azurmendi advierte además de que todas las víctimas de la Inquisición fueron además a Zugarramurdi a exigir "verdad y justicia" y a reclamar que en los documentos se recogiera que sus familiares y allegados fueron acusados en falso y torturados.

"Zugarramurdi es una historia de persecución y víctimas que se salda favorablemente a las víctimas reconociendo la Iglesia el daño causado, dando la amnistía y prohibiendo que se hable de brujas porque sabe que todo es un montaje", precisa.

A su juicio, lo ocurrido allí podría ser "aleccionador" para el proceso de pacificación de Euskadi, porque se trata de una historia de "víctimas y persecución".

Azurmendi tiene una amplia obra literaria, entre las que destacan Euskal hilobia (poesía), Kontu kontari Grezian barrena (relatos) y las novelas Gauzaren hitzak, Tango de muerte, Melodías vascas, El hijo del pelotari ha salido de la cárcel y Las maléficas. Además, es autor de ensayos de etnología y antropología cultural como Euskal nortasunaren animaliak, El fuego de los símbolos, Nombrar, embrujar, Y se limpie aquella tierra y Estampas de El Ejido.

En el 400º aniversario del auto de fe en el que fueran quemados 15 brujos de Zugarramurdi codirigió en Logroño el ciclo de conferencias organizado por la ciudad y el Instituto de Estudios riojanos. Ha sido profesor universitario y fundador de la revista literaria Literatur Gezata y de la revista cultural Bitarte, así como colaborador en múltiples revistas y periódicos.

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