Hitos de Sevilla, al mejor postor
El Ayuntamiento saca al mercado edificios emblemáticos con alquileres de hasta 50 años Los profesionales piden controles externos que garanticen la calidad de los proyectos
Los cuatro kilómetros cuadrados del casco histórico de Sevilla, uno de los tres más extensos de Europa, están jalonados con imponentes edificios abandonados o necesitados de una rehabilitación en profundidad, cuyo estado se agrava cada día que pasa. Construcciones espectaculares como la Real Fábrica de Artillería, la Estación de Cádiz, las Naves del Barranco, el Corral de las Herrerías, el Mercado Puerta de la Carne, la comisaría de la Gavidia, el Costurero de la Reina e, incluso, el antiguo convento de Santa Clara —que tiene aún pendiente de restauración un 64% de sus 8.500 metros cuadrados— son algunos ilustres ejemplos. Todos tienen en común una cosa: son propiedad del Ayuntamiento.
Ante tal cantidad de patrimonio, inversamente proporcional al presupuesto del que dispone el Consistorio, la Gerencia de Urbanismo hace años que apostó por el modelo anglosajón: concesiones a largo plazo para su explotación comercial a cambio de que la iniciativa privada financie la abultada factura de la restauración del inmueble y abone un canon anual. La cantidad a pagar por este alquiler a largo plazo, que legalmente se puede prorrogar hasta medio siglo, se calcula en función de la inversión requerida, la duración de la concesión, el beneficio que aportará a la ciudad en cuestión de equipamiento y los resultados que el empresario obtendría con su explotación.
La Gerencia de Urbanismo ha decidido sacar al mercado gran parte del patrimonio que no puede mantener. Sobre el papel todo parece funcionar: los proyectos —como los de cualquier otro ciudadano— tienen que cumplir con la normativa vigente, respetar los vestigios arqueológicos y, en los casos en los que el bien esté protegido, contar con la aprobación de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía. El problema, según algunos arquitectos y especialistas en patrimonio, surge cuando se trata de valorar la calidad del proyecto arquitectónico para su adaptación al nuevo uso y la estética que tendrán esos edificios que dan carácter a la ciudad.
“Son edificios públicos con un gran valor arquitectónico que no pueden adjudicarse teniendo en cuenta solo la propuesta económica, sino también la calidad del proyecto arquitectónico que se presente”, opina Guillermo Vázquez Consuegra, Premio Nacional de Arquitectura y autor, entre otras importantes obras, de las dos rehabilitaciones del Palacio de San Telmo en Sevilla, hoy sede de la Presidencia del Gobierno.
“Tendría que ser un jurado independiente el que valorara los proyectos que presenta la iniciativa privada. En Francia, por ejemplo, cuando la Administración saca a concurso la explotación de un edificio le facilita al empresario una lista de arquitectos para que escoja”, puntualiza Vázquez Consuegra.
Ante el temor de que la ciudad se convierta en “una especie de parque temático”, algunos profesionales como Fernando Mendoza, José María Cabeza y José García-Tapial, arquitectos con una larga experiencia en restauración del patrimonio, han presenta alegaciones a un proyecto concreto: el Centro de Exposiciones y Congresos Corral de las Herrerías, propuesto por la empresa Feria de Sevilla S. L. el pasado 2 de julio.
“El proyecto nos parece una aberración. Destruye parte de la muralla árabe y hacen una especie de casetas de feria espantosas. Nosotros presentamos todas las alegaciones hace dos meses, pero no hemos tenido ninguna respuesta del Ayuntamiento”, comenta Fernando Mendoza, autor, entre otras obras, de la rehabilitación de la Colegiata del Divino Salvador de Sevilla, una obra por la que obtuvo el Premio Nacional de Restauración en 2008.
Por su parte, el delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, aclara que desde la Gerencia se ha hecho una serie de “recomendaciones” al proyecto presentado por Feria de Sevilla. “Aunque ha sido la propia empresa la que ha propuesto modificar el proyecto que presentaron en julio, entre otras cosas porque han cambiado de arquitecto, nosotros hemos dejado claro que la muralla árabe está protegida y no se puede tocar”, explica Vílchez, quien añade que no han contestado a las alegaciones porque la empresa no ha presentado aún su propuesta definitiva.
La muralla islámica está soterrada en el Corral de las Herrerías —en algunos tramos a tan solo 28 centímetros del pavimento—, un solar vecino a la Torre de la Plata que actualmente se usa como aparcamiento y que el Ayuntamiento expropió para su uso como “equipamiento público”. “El Ayuntamiento corre el peligro de que los herederos del antiguo propietario del solar puedan solicitar su devolución, ya se expropió para uso público de carácter cultural y ahora se le dará un uso privado comercial”, afirma el arquitecto técnico José María Cabeza, conservador del Real Alcázar de Sevilla entre 1990 y 2008.
El aparcamiento, previsto en un primer momento para 72 plazas, es uno de los puntos más complicados del proyecto. “Es cierto que el nivel freático en esa zona es muy bajo [a menos de tres metros de profundidad] pero en la zona se han construido otros aparcamientos incluso más cerca del río”, argumenta Vílchez.
“Nuestra idea es que el proyecto contemple distintas secciones relacionadas con las tradiciones y la cultura de Sevilla. Actividades relacionadas con la Feria de Abril, el flamenco o la Semana Santa”, apunta el delegado, quien asegura que la inversión privada rondará los siete millones.
“Más que de un buen presupuesto, la Administración tiene que disponer de una buena normativa y contar con los instrumentos necesarios para vigilar el cumplimiento estricto de esa normativa”, añade Cabeza, quien ha intervenido en más de 350 obras de rehabilitación de los principales monumentos de la ciudad como la Giralda, la catedral, la Casa de la Moneda, la Torre de la Plata o el Hospital de las Cinco Llagas.
“Este tipo de actuaciones solo se deben permitir como una solución provisional para preservar una serie de edificios estratégicos cuyo deterioro es aun mayor cuando no tienen un uso. La cuestión está ahora en ver en qué condiciones se cede ese uso que debe ser compatible con el edificio y de interés para la comunidad”, comenta el arquitecto y artista plástico José Ramón Sierra, autor de la rehabilitación del monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas.
En lo que no está de acuerdo Sierra es en los tiempos. “La cesión por 40 años es una barbaridad. Además, pasado un tiempo prudencial debería de establecerse una revisión del contrato para decidir si se prolonga la concesión o se revoca”, afirma.
De momento, hay dos proyectos que ya están en marcha: las Naves del Barranco —el mercado gourmet que se instalará en el edificio de las antiguas pescaderías diseñado por Gustave Eiffel— y la transformación de la antigua Estación de Cádiz en un centro deportivo y en un mercado de abastos. El resto de las concesiones están aun en ciernes y en algún caso, como el del Costurero de la Reina, ningún empresario se ha interesado en los dos concursos públicos convocados por el Ayuntamiento para explotar este coqueto edificio de Juan Talavera de finales del XIX. A pesar de que Urbanismo ha rebajado el canon anual de 46.000 a 25.000 euros. El pequeño castillo de dos plantas, que es actualmente una oficina de información turística, se restauró en 2007.
El mercado del Barranco, una iniciativa del periodista Carlos Herrera y el torero Fran Rivera, está pendiente de la aprobación de la Comisión de Patrimonio de la Junta. “Lo que queda es afinar unas cuestiones técnicas, pero confiamos en que las obras comiencen pronto”, apunta el responsable municipal de Urbanismo. El canon anual establecido por el Ayuntamiento para este edificio, una construcción de hierro y cristal del siglo XIX, es de 250.000 euros.
Por otra parte, la Gerencia de Urbanismo inició, el pasado día 20, el expediente de contratación con la empresa Ingesport Health and Spa Consulting S. L. para transformar los andenes de la Estación de Cádiz en un centro deportivo y el edificio anexo en un mercado de abastos en el que se instalarán los placeros que ocupan actualmente la gran estructura metálica de la estación, también llamada de San Bernardo y construida en 1901 por los ingenieros Frilhe y Jubera. El proyecto, presupuestado en cinco millones de euros, incluye también un aparcamiento subterráneo. La concesión administrativa será por un mínimo de 40 años con un canon anual de 60.000 euros.
El Mercado Puerta de la Carne, una obra de 1927 inscrita en el Docomomo Ibérico (Documentación y Conservación de la Arquitectura y el Urbanismo del Movimiento Moderno) y la comisaria de la Gavidia duermen también en profundo sueño esperando que algún príncipe se enamore de ellos. La Gavidia ya lo tiene hace tiempo, una empresa quiere adquirirlo para convertirlo en superficie comercial pero su calificación en el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) como edificio destinado a servicios de interés sociocultural lo impide. El Ayuntamiento está dispuesto a la venta, ofreciendo dos solares en el mismo distrito para usos socioculturales, pero antes tiene que conseguir que la Junta apruebe un cambio del PGOU. Un trámite que, en ocasiones, PSOE (Comisión de Patrimonio) y PP (Ayuntamiento) han usado como moneda de cambio.
La incógnita de la Real Fábrica de Artillería
El caso de la Real Fábrica de Artillería, con 22.000 metros cuadrados en pleno centro, es distinto. El Ayuntamiento no sabe qué hacer con el majestuoso edificio industrial del siglo XVIII que el Ministerio de Defensa le cedió en 2008. La anterior corporación (PSOE) encargó a un equipo de profesionales un plan director para convertir la fábrica en un gran espacio cultural; algo que también ha hecho el actual alcalde, Juan Ignacio Zoido (PP). Mientras tanto, las imponentes naves de las que salieron cañones para toda la flota española han tenido que arreglárselas con 150.000 euros en 2013 para reparaciones urgentes de su cubierta. En 2014, serán 500.000 euros, una cantidad aun muy pequeña para 22.000 metros de historia.
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