“Vivimos una nueva era y estamos despistados”
Enriqueta Vila es la primera directora de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras
Ha vivido entre dos siglos y uno más, el XVII. La doctora en Historia de América y primera directora de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras, Enriqueta Vila (Sevilla, 1935), se desenvuelve en el presente con el bagaje aprendido de épocas pasadas. Acumula cargos y títulos de reconocido prestigio como numeraria de las academias de la Historia de Madrid, Santo Domingo, México y Puerto Rico. Es profesora de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Medalla de Andalucía. Además, es miembro de consejos asesores de casi una decena de entidades y fue de 1991 a 1995 concejala de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla en representación del Partido Andalucista (PA). Considera que la historia es “madre y maestra” y cree que el pasado no tiene que estudiarse por afán de coleccionismo o erudición sino para aplicarlo a la vida presente, para proyectarlo a la sociedad.
Pregunta. ¿Qué aprendemos de la Historia?
Respuesta. Muchas enseñanzas. Quien no conoce su pasado está abocado al fracaso, hay que apoyarse en el pasado para vivir el presente y afrontar el futuro. Yo he aprendido mucho a conocer al otro en los archivos.
P. Y vista la situación actual, ¿podríamos haber aprendido algo más del otros siglos?
R. Todo se repite. He encontrado situaciones en el siglo XVII que han sucedido hace 20 años y en varias épocas más.
P. Entonces... ¿no aprendemos de algunos errores?
España devuelve la riqueza a América
La doctora en Historia Enriqueta Vila ocupó la dirección de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos del CSIC 1999 a 2003 y piensa que la tendencia actual de la fuga de cerebros españoles a Iberoamérica es una forma de devolverle al continente las riquezas que los españoles obtuvieron de allí en otras épocas. “En este caso sí, lo mismo que en un momento determinado nosotros nos aprovechamos de su plata y de su oro, son ahora ellos los que se están aprovechando de nuestros profesionales, que para nosotros es una tragedia”, considera Vila. Y pone un ejemplo: “Conozco a un profesional magnífico, que hizo una tesis doctoral brillante y que cobraba aquí 450 euros al mes de profesor. Ahora le han contratado en una universidad privada de Chile ganando bastante. Esto es así”, cuenta.
R. Parece que mucho no. O parece que la gente no termina de creer en que la Historia sea madre y maestra. La gente no le presta atención a su estudio.
P. ¿Piensa que debería haber más interlocución entre los conocedores del pasado y los políticos que dirigen el presente?
R. Hay muchos políticos que han sido de Humanidades, pero al llevar a la práctica los conocimientos todo se complica. Sin embargo, no le echo toda la culpa a los políticos, la sociedad también es culpable.
P. ¿En qué aspectos?
R. Por ejemplo, el tema de la corrupción es escandaloso y eso no afecta solo a los políticos, está en todos los estamentos. En el siglo XVII en América había una barbaridad de corrupción, pero contaban con mecanismos que intentaban evitarla, y desde luego cuando descubrían que alguien habría sido corrupto, lo primero que hacían era embargarle todo.
P. ¿En qué consistían esos mecanismos?
R. Había una figura que se llamaba juicio de residencia. Consistía en que cualquier cargo público, ya fuera virrey, gobernador u oficial real debía rendir cuenta de sus actuaciones durante su mandato, y hasta que no terminara el juicio público al que se sometía, no podía salir del territorio, a veces incluso venía preso a España.
P. Eso se ha perdido...
R. Yo planteé en un artículo que por qué no se instaura algo parecido. Es que no comprendo como de una persona que se sabe lo que ha robado, cuánto ha robado, cómo lo ha robado y dónde no le hacen devolverlo todo.
P. ¿Qué ha aprendido como gestora?
R. Mi primer cargo fue en el Ayuntamiento de Sevilla en 1987. En la oposición aprendí una barbaridad, de humanidad, de gestión, de amistad, de camaradería, de ayudar a los demás, de hacer algo por tu ciudad y como creo en eso disfruté mucho. Me metí en la política más por sentimiento que por raciocinio.
P. ¿Y cómo valora ahora el andalucismo?
R. Ese tema me duele mucho. El PA habrá cometido muchos fallos, como todos los partidos, pero no le han perdonado. Pienso que los andaluces no han creído nunca en el andalucismo y no me lo explico porque aquel 4 de diciembre de 1977 viví un boom andalucista que parece que fue un milagro. Se reflejó levemente en las urnas y con seis diputados del PA en el Parlamento consiguieron que la autonomía de Andalucía fuera de primera, pero con la maquinaria del PSOE era difícil luchar. Entonces Rafael Escuredo (PSOE) se apropió de los emblemas del PA y se acabó el andalucismo, se lo comió el PSOE.
P. ¿Y cómo ve el desarrollo de las autonomías?
R. No me gusta el giro que están tomando otras autonomías. Mi idea es la de un andalucismo solidario, en nuestro himno está, de España y la humanidad.
P. Tras la política, siguió gestionando otras instituciones.
R. Demasiadas (ríe). Y se pasan malos ratos también, porque además, siempre que voy a algún sitio nunca hay ni un duro. Pero con un poquito de imaginación y mucho trabajo se puede suplir la falta de dinero.
P. Las Humanidades tradicionalmente no han disfrutado de grandes ayudas...
R. La investigación en general, pero en especial lo de las Humanidades es tremendo, y la Historia es la gran cenicienta. Solo en algunas épocas de cierta holgura como mucho hemos podido hacer algún viaje o tener algún becario.
P. Mal año para el CSIC...
R. Desde que entré en el CSIC en 1971 siempre ha habido amenaza de cierre.
P. ¿Qué supone que el Estado no apoye la investigación?
R. Creo de verdad que estamos viviendo el comienzo de una nueva era en todos los sentidos, que todavía esa nueva era no ha encontrado su camino y que estamos un poco despistados. Pero todo no puede venir del padre Estado, porque somos todos. La única manera de avanzar en la investigación y la cultura es con la ley de mecenazgo. Mientras que esa ley no sea satisfactoria para las personas que dan dinero, no se podrá hacer nada importante. Al Estado hay que pedirle que cuide la educación de los niños y de los jóvenes. Ahí tiene de dar lo máximo, eso es fundamental y desde la Logse el Bachillerato falla.
P. ¿Qué propondría?
R. Exigencia lo máximo, disciplina bastante, trabajo desde luego y méritos todos. Y excelencia vista como el trabajo bien hecho, una basura bien recogida puede ser excelente. A eso no se puede renunciar nunca.
P. ¿Qué proyectos desarrolla en la academia que dirige?
R. Actos públicos, conferencias, talleres, ciclos... todo con una afluencia masiva de gente.
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