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Mas recibe el apoyo empresarial para pedir un mayor déficit

El presidente catalán defiende ante los empresarios que Cataluña pueda ser “como Austria o Dinamarca”

Artur Mas, entre Josep Piqué y el alcalde de Sitges, Miquel Forns.
Artur Mas, entre Josep Piqué y el alcalde de Sitges, Miquel Forns.MASSIMILIANO MINOCRI

Artur Mas tuvo que lidiar ayer en un coso que hasta hace apenas un año era territorio amigo y ahora se ha convertido en un campo lleno de minas con motivo del proceso soberanista que impulsa el Gobierno de Convergència i Unió.

El presidente catalán inauguró la reunión anual del influyente Círculo de Economía en Sitges (Garraf) y, ante las pocas simpatías que su proyecto genera entre las élites económicas catalanas, optó por centrar su discurso en la necesidad de que el Gobierno autorice ya un déficit asimétrico para las autonomías. Mas logró el apoyo de los empresarios y particularmente de su presidente, el exministro Josep Piqué, en este asunto. En cambio, no cosechó muestras de apoyo al proyecto soberanista.

El presidente catalán tuvo duros reproches para la política de austeridad extrema que sigue recetando a España la Unión Europea, pero también pidió al Gobierno que imite lo que hacen las instituciones comunitarias respecto al déficit de cada país y autorice un límite asimétrico para cada comunidad en función de sus necesidades y puntos de partida. En este sentido, criticó duramente la estrategia seguida hasta ahora por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. “Las comunidades se están peleando por las migajas en un espectáculo absurdo mientras el Gobierno se come las palomitas”, afirmó.

Las comunidades se pelean por migajas y el Gobierno se come las palomitas

Artura Mas, presidente de la Generalitat

Mas justificó su apuesta por el derecho a decidir de Cataluña alegando que el Estado está utilizando la crisis económica para proceder al “desmembramiento” del autogobierno. “No podemos contemplar el desmembramiento actual y no hacer nada”, aseveró. En este punto echó un jarro de agua fría a las demandas del Círculo de Economía de proceder a una reforma constitucional. “En España no hay ningún proyecto sólido en este sentido”, dijo. Y a partir de ahí defendió el proceso soberanista con la consulta de autodeterminación como colofón. Anticipándose a las críticas empresariales, Mas insistió en que la vía soberanista es fruto de la actual aritmética parlamentaria catalana y llamó a no tener miedo a la consulta. El presidente admitió que su plan tiene “riesgos”, pero reiteró que lo hace tras haberlo explicado y pasado por las urnas. “Quizás un día Cataluña debe plantearse ser como Dinamarca o como Austria, que no es el infierno”, concluyó.

Piqué, en cambio, sugirió a Mas que rebaje la tensión y la crispación con el resto de España, una de las mayores preocupaciones de las multinacionales catalanas. “Debemos avanzar hacia un diálogo sincero que busque la renovación de la concordia civil y política. No nos conviene fraccionar la sociedad, sino cohesionarla”, sostuvo Piqué.

“Que podamos hablar de política entre amigos y familia sin enfadarnos”, remachó. En cambio, apoyó la demanda de Mas para conseguir un objetivo de déficit superior al actual, del 1,2% del Producto Interior Bruto (PIB) para el conjunto de comunidades autónomas. El presidente del lobby recordó que “Cataluña es muy solidaria”, del mismo modo que “otras comunidades autónomas” también lo son. “Parece lógico que también pida una mínima solidaridad al resto”, agregó Piqué, quien en todo caso matizó que los desequilibrios presupuestarios deben ser “temporales”.

Parece lógico que también pida una mínima solidaridad al resto

Josep Piqué, presidente del Círculo de Economía

En el terreno económico, Mas presentó un balance optimista de la situación catalana. El presidente aseguró estar convencido de que en mayo cambiará el signo del paro, destacó el incremento de las exportaciones y el turismo internacional, sacó pecho por haber captado la inversión del complejo de ocio y juego Barcelona World -impulsado por Enrique Bañuelos- y de que Cataluña sea la “región continental” que capta más inversiones de Europa. Ese discurso, sin embargo, tampoco sedujo a un empresariado que se declaró “desanimado”, en general, por el contexto de crisis y, en concreto, por las subidas tributarias adoptadas por Artur Mas.

Recelos al Estado de bienestar

lluis pellicer

La primera mesa de la XXIX Reunión del Círculo de Economía invitaba al optimismo. Se trataba de contar historias de éxito. Pero tal vez por el escepticismo que expresó el auditorio a Artur Mas, los tres empresarios intervinientes se esforzaron en buscar recetas para sacar del pozo a España. El presidente de Indra, Javier Monzón, marcó el camino: “La reindustrialización”. Es decir, apostar por la “convergencia entre la industria”, como generadora de empleo, y los servicios. “Estamos en los inicios de una era de innovación y cambio”, dijo.

El presidente del Consejo de Administración de Seat, Javier García Sanz, enfatizó los acuerdos con los sindicatos para aumentar la productividad, pero se mostró contrario a las reducciones salariales para no castigar más el consumo. Quien se expresó con mayor rotundidad fue Marc Puig, de la multinacional Puig, quien no comprende que fórmulas como los minijobs o el contrato único no hallen defensores. "El Estado de bienestar es poco sostenible, porque se construyó en un momento de boom. Para sostenerlo estamos priorizando los gastos sociales para la generación actual en pensiones y salud a costa de la generación que viene", agregó.

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