“Una de las labores de la literatura es adelantarse a la verdad notarial”
'Twist', la novela con la que el autor ganó su segundo Premio de la Crítica y su segundo Euskadi de Literatura se publica traducida al castellano
Si se ponen ante Harkaitz Cano (Lasarte, 1975) una serie de palabras que podrían servir para acercarse —solo acercarse— a definir Twist, su cuarta novela, palabras como culpa, dolor, verdad, expiación o secreto, reconoce que, aunque "están un poco todas", si tuviese que escoger solo una, esa sería dolor. "Empieza con el dolor, qué hacer con esa herida. Todo el día asomado al abismo no se puede sobrevivir, pero dándole la espalda tampoco".
El secuestro, tortura y asesinato en 1983 a manos del GAL verde de la Guardia Civil de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, cuyos cadáveres enterrados en cal viva en Alicante tardaron 12 años en poder ser identificados, sirve a Cano como simple punto de partida para desplegar su ficción.
Con Twist su autor ganó el año pasado su segundo Premio Euskadi de Literatura en euskera (tras Belarraren ahoa, su anterior novela, en 2005) y su segundo Premio de la Crítica en el mismo idioma (tras los relatos de Neguko zirkua, en 2006). Ahora ha llegado a las librerías su traducción al castellano (Seix Barral).
Pregunta. ¿Los escritores vascos ya han aprendido a convertir en literatura la experiencia de medio siglo de violencia?
Respuesta. Estamos en ello, en un momento incipiente todavía. Quizá está variando la forma de aproximarse al tema. Sobre todo en las generaciones más jóvenes, quizá se está empezando a detectar lo que había o hay de farsa en la tragedia. Un síntoma entre tantos. Es un tema complicado. No soy capaz de establecer cuándo abrimos la veda, cuándo es posible hacer ficción. Mi respuesta es puramente egoísta y desde el imperativo biológico del escritor, que dice que 30 años son muy pocos para un pueblo, pero para un escritor son demasiados.
P. Pese a partir de hechos reales y de personajes más o menos fácilmente reconocibles, hay en su obra una clarísima estilización.
R. Mi opción fue escribir una novela de ficción. Pero cuando digo que Soto y Zeberio son personajes de ficción no estoy diciendo toda la verdad. Ya desde el número de sílabas estoy remitiendo a un trasunto muy claro para quien haya vivido los años ochenta. Mi apuesta fue un poco mixta: quiero las ventajas de la ficción, poder contar lo que sucedió allí donde nadie estuvo o donde nadie que estuvo quiso contarlo, y poder alejarme de la realidad en un momento dado. Pero quiero también las ventajas de la realidad: empatía, responsabilidad. Esa estilización que apunta no sabía que iba a ser así. Parto de un punto en que clavo la aguja del compás donde me hace daño, que es 1983, guerra sucia, Lasa y Zabala, pero luego la historia de los personajes me va dando una fórmula de relatos casi autónomos que no me esperaba cuando empecé.
30 años son muy pocos para un pueblo, pero para un escritor son demasiados"
P. El dolor y la culpa de las que habla se van ampliando como ondas concéntricas, incluso en la propia estructura de la novela.
R. Mi forma de escribir es encontrar una estructura que solo sirva para ese libro, y la forma que he encontrado para contar esta historia ha sido esa. La he descubierto a medida que la iba escribiendo. Me dio bastantes quebraderos de cabeza el montaje de la película. Y al final creo que actuó de alguna forma intuitiva mi faceta de cuentista. Por eso algunas partes parecen alejarse más que otras de lo que es el hilo principal del primer o el segundo capítulo.
P. Dice en un momento de la novela “la verdad siempre sale a la luz, pero la mayoría de las veces es tarde, cuando ya no sirve para nada”.
R. Es trágico, pero a veces es así. En el fondo siempre sirve para algo, pero quizá una de las labores de la literatura sea esa, adelantarte a la verdad notarial, que vendrá luego, que nunca es total y nunca queda fijada como en una foto. La literatura sí permite fijar unos símbolos, darles nuevos horizontes, y un periódico, una crónica o un documental quizá no.
P. Cuando presentó su poemario Norbait dabil sute-eskaileran hablaba de la imagen de la escalera de incendios como un lugar en el que estás y huyes al mismo tiempo. ¿A muchos personajes de Twist les pasa eso mismo?
R. Es una observación interesante. No lo había pensado, pero puede ser. Muchos de los personajes son normalmente bastante desquiciados o no han cumplido sus expectativas, ya sean de juventud, laborales, ideológicas, incluso revolucionarias si se quiere, y sí que hay ese componente de huida hacia adelante con más o menos desesperación. Hay algo quizá de eso relacionado con si es posible el arte como catarsis, si sirve para algo.
El pasado no es algo fijo; se mueve; es sinuoso, inaprensible"
P. ¿La convivencia en Euskadi precisa del olvido más que de la memoria?
R. Necesita ambas cosas y no sé decir la proporción. Un país no puede olvidar, un particular sí. Tiene todo el derecho del mundo. Cuando se dice la famosa frase "perdono, pero no olvido", en el fondo se está diciendo que no perdonas. Quizá, dándole la vuelta, es más fácil olvidar que perdonar. Puedes olvidar y no perdonar. No es algo que se diga, pero es otra opción. Nos debemos mover en ese terreno y tiene que partir todo de opciones muy privadas. No creo que podamos llegar a marcar una tendencia de que vamos a hacer ahora un relato compartido, a reconciliarnos, a solo tolerarnos.
P. El relato y la memoria son los dos conceptos siempre aludidos para ver cómo abordar esta historia de violencia.
R. Son vasos comunicantes. En el fondo, la memoria, el pasado, no son algo fijo, inamovible. El pasado se mueve; es sinuoso, inaprensible. Como escritor, otra labor es tratar de asir eso inaprensible. Y de esos retazos de memoria, de esa ficción, de esa trampa, de esa mentira, surgen una pequeña voz, y un montón de relatos que al final serán al cabo de los años algo parecido a un relato compartido.
P. ¿Qué recepción espera ahora de Twist con su traducción al castellano?
R. Lo vivo con gran curiosidad y también con ciertos reparos. Sé que los parámetros sociales, ideológicos, de prejuicios, cada uno tenemos los nuestros, son diferentes en Bilbao que en Madrid. Espero que se sepa leer como lo que es, una novela que cuenta una ficción, con un gran trasunto real que no es ningún acercamiento ni ideológico ni político. No creo que en un momento dado de su vida una persona tome sus decisiones basándose en la ideología ni en la política. Mi acercamiento también es así, partiendo de la base de que todos somos capaces de lo mejor y de lo peor y de que los personajes tienen que estar iluminados desde diferentes ángulos, pero mostrando sus dos partes.
Hoy hay voces muy diferentes en la literatura en euskera que afrontan los temas de forma más desprejuiciada"
P. Por primera vez no se ha traducido a sí mismo al castellano. ¿Por qué marcar esa distancia precisamente con esta novela?
R. Sinceramente, porque no tenía fuerzas para acometer ese trabajo en ese momento, para volver a meterme en una histora de esa envergadura. Por eso decidí confiar en Gerardo [Markuleta], que es un gran traductor. He estado muy encima del proceso e incluso algunas pequeñas partes las he traducido yo, porque tenía ese capricho. Todos tenemos nuestras manías, esta palabra, esta expresión,…
P. ¿El narrador que es su traductor a la vez vive una cierta esquizofrenia?
R. Esquizofrenia es una palabra fuerte, pero sí hay una sensación de extrañamiento. Cuando empiezas a leer un libro tuyo traducido por otro a veces te cuesta encontrar tu voz, quizá te cuesta unas líneas, unos párrafos. Luego corre todo con más sencillez. Me he visto en la tesitura de traducir libros míos de hace 10 años y eso sí que es una experiencia cuasitraumática, porque ya no estás en el mismo momento literario, ni te gusta lo que hiciste. Y a su vez tienes que ser fiel. Hay una tensión interesante, pero que también desgasta.
P. ¿Hay que seguir reivindicando la literatura en euskera por el simple hecho de la promoción del idioma independientemente de su calidad?
R. No. De hecho, no hay ninguna necesidad. Quizá alguna vez la hubo, pero hoy en día por primera vez en la historia hay cuatro generaciones de autores escribiendo en euskera simultáneamente. Eso le da una riqueza y una variedad con la que nunca ha contado antes el idioma. Hay voces muy diferentes, voces que afrontan los temas de una forma más desprejuiciada, que abordan cualquier tabú. Hay muchos autores, sobre todo autoras, interesantes en este momento y jovencísimos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.