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El trilingüismo convence a todos

La educación vasca afronta una legislatura en la que el reto será avanzar en su modernización bajo la sombra de los recortes y de nuevas reformas educativas

De izquierda a derecha, Andoni Ortuzar, Marian Betilarrangoitia e Isabel Cellá.
De izquierda a derecha, Andoni Ortuzar, Marian Betilarrangoitia e Isabel Cellá.LUIS TEJIDO (EFE)

La educación, el ámbito más sensible de la administración autonómica en la que se han concentrado en demasiadas ocasiones las disputas ideológicas, abre esta nueva legislatura una etapa clave sembrada de ciertos puntos básicos en común entre los partidos relacionados con el plurilingüismo, el rechazo a los recortes en educación, el blindaje de las becas, el incremento de plazas de 0 a 3 años y la búsqueda de la excelencia. Las diferencias entre los programas se centran en aspectos como la Educación para la Ciudadanía, la Religión o la financiación de la escuela concertada.

El PNV plantea “siete compromisos para una educación de excelencia, el pilar para la construcción social de la nación vasca, centrado en la convivencia”, según sintetiza su portavoz en materia educativa, Arantza Aurrekoetxea, mientras que el PSE aspira a “seguir gestionando, porque somos la única garantía de que se modernice la educación”, según la consejera Isabel Celaá. El PP apuesta por la “calidad, la libertad de elección, el trilingüismo y la educación libre de adoctrinamiento político”, resume Iñaki Oyarzábal, y EH Bildu por un “modelo nuevo de educación, adaptado a Euskal Herria”, subraya su consejera, Marian Bilbatua.

Si hay algo en lo que todos los partidos y agentes educativos coinciden desde hace tiempo es en que los modelos lingüísticos es caduca y hay que superarla. ¿Cómo? El Gobierno socialista ya ha hecho su propuesta de marco trilingüe, una estructura que ratifica en su programa como la más adecuada para ser extendida a todo el sistema educativo. El resto de partidos también apuestan por la vía del trilingüismo. Pero lo hacen de forma diferente: el PP respalda el equilibrio entre las tres lenguas que plantea el PSE —20% euskera, 20% castellano, 20% inglés y el 40% restante a elección del centro escolar— pese a que critica que se ha “perdido una legislatura haciendo una experimentación”. Los partidos nacionalistas exigen que el euskera sea el eje central y rehuyen concretar porcentajes horarios: “Lo único que hay que concretar”, explica Aurrekoetxea, “son los niveles a alcanzar”, dejando carta blanca a los centros. EH Bildu tiene claro que desea tener “euskaldunes plurilingües y un modelo lingüístico único y flexible con el euskera como eje”.

Junto al avance en materia lingüística, Euskadi afronta una legislatura clave en reformas que llegan con el sello del Gobierno central y con la sombra de los recortes impuestos por el Ministerio de Educación, que por el momento se han conseguido aplacar en su máxima crudeza pero que Euskadi se podría ver obligada a acatar. Un elemento que se sumaría a unos centros educativos que afrontan los nuevos cursos con importantes ajustes de personal frente a los incrementos del alumnado —3.700 alumnos más en la red pública y recursos “parejos”—, con menos margen para nuevos apretones de tuerca y cada vez más solicitudes de becas ante el empeoramiento de las economías familiares. Todos los portavoces son tajantes al rechazar los recortes educativos, pese a que el PP vasco ha censurado que Euskadi no ponga en marcha las medidas del Gobierno central.

El PSE plantea sacar del horario habitual la asignatura de Religión

En esta compleja ecuación de falta de recursos y de posibles reformas que obliguen a serias modificaciones en la vertebración del sistema educativo estatal, la enseñanza vasca se pelea por mejorar sus resultados, tras décadas en las que los esfuerzos han estado centrados en crear una escuela inclusiva y bilingüe. Todos los partidos defienden realizar actuaciones en favor de la excelencia. El PSE es el único que pone cifras: alcanzar la mejora del 5% en cuatro años —en los dos que han pasado desde que se estableció se ha logrado el 3%— y reducir el abandono escolar temprano en un punto —en la actualidad está en el 12,6% y los socialistas abogan por llegar al 11% en 2015 y al 9% en 2020, superando el difícil compromiso europeo del 10% para ese último año—. Son los únicos que ponen cifras concretas. Lógicamente, las fórmulas para lograr mejorar los resultados —el último estudio PISA de la OCDE subraya carencias en ciencias— son distintas: mientras que el PNV sigue la estela de un estudio encargado por el PSE para identificar a los centros más exitosos y de tratar de extender sus fórmulas al resto, el PP aboga por la diferenciación creando un Bachillerato de Excelencia.

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Entre las propuestas electorales, el PNV se diferencia por su petición de análisis de la estructura y los grados de la Universidad del País Vasco así como por el estudiar la posibilidad de crear un centro universitario de alto nivel. Los socialistas plantean que los estudios de Religión tengan “carácter voluntario y ubicado fuera de las áreas y tiempos curriculares”, tal y como han venido reclamando algunos colectivos de padres, y proponen crear un fondo de créditos para que quienes quieran complementar sus estudios universitarios accedan a él y empiecen a devolver el dinero cuando alcancen un nivel de renta que no concretan.

EH Bildu, por su parte, plantea una mayor participación de la comunidad local en los centros educativos y por crear un marco propio de investigación. El PP aboga por unir las carteras de Educación y Empleo, crear 5.000 nuevas plazas de 0 a 3 años y establecer aulas de enlace para los estudiantes recién llegados a Euskadi. El PP defiende eliminar Educación para la Ciudadanía, algo opuesto a la postura del PSE, que enmarca en la asignatura los pasos a dar en materia de convivencia. En este sentido, PNV, PSE y PP defienden que las víctimas de la violencia vayan a las escuelas. Bilbatua lo rechaza porque “no es metodológicamente correcto, no necesitamos que venga nadie a explicarlo”.

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