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‘Mirafiori’, de Manuel Jabois: carta de amor a un fantasma

Una relación a lo largo de décadas entre una actriz y un periodista que se buscan y añoran, se hieren y se curan, centra la cuarta novela del escritor gallego; un libro excesivo, emocionante, lúcido y obsesivo

El escritor y periodista Manuel Jabois, en el restaurante El Bosco de Lobos de Madrid en junio de 2022.
El escritor y periodista Manuel Jabois, en el restaurante El Bosco de Lobos de Madrid en junio de 2022.Luis Sevillano Arribas

Manuel Jabois (Sanxenxo, Pontevedra, 1978) entrega nueva novela y se consolida en esa extraña división de periodistas que, como decía JM Barrie, con una mano hacen columnas y con la otra, novelas. Es ésta, Mirafiori, la cuarta de sus novelas, la tercera en Alfaguara. Malaherba (2019) pidió respeto y con Miss Marte (2021) se lo ganó. Después de la lectura de Mirafiori y de seguir día a día su trabajo como descifrador en palabras de la realidad dentro del periodismo, uno aventura que el problema literario de Manuel Jabois sólo será Manuel Jabois. Cuándo pedirá tregua. Cuándo le darán caza. Pero de momento, como el Correcaminos —bip, bip— está por delante del resto.

No por evidente, se debería obviar la importancia de que apenas entras en una lectura de un autor, se le reconozca. Tener una voz, un estilo. Jabois despliega una manera de narrar, de explicarse, sus frases tienen un camine, en el que desde un código aparentemente oral —casi le puedes oír respirar, fumar o toser—, edifica las páginas con impecable aliento literario —no hay frases vacuas pero tampoco sonajeros—. Jabois suena a Jabois y nada sobra o si sobra sigue siendo Jabois.

En Mirafiori hay una historia de dos, el narrador y Valentina Barreiro, un amor de adolescencia en Pontevedra que se alarga décadas ya en Madrid, donde ella es una actriz de éxito y él, un periodista resentido que quiso ser escritor. Ambientada en el tramo de los recuerdos en Pontevedra y en la Galicia Rural, Valentina —como su madre— ve fantasmas. Ese es el secreto, el primero de ellos que los anuda a la relación. Vendrán más porque lo suyo es una historia de amor de dos que crecen juntos, que se administran dolor y amor, que se buscan y añoran, se hieren y se curan. Todo despedidas y llegadas alrededor del mundo sociópata de lo cotidiano contra lo que queda fuera que los separa, los hace otros, sabotea e implosiona.

Jabois juega con el tiempo de la narración de manera hábil para la lectura, imantándonos a ella, ya que vamos conociendo aspectos de la relación al tiempo que estamos a punto de asistir a un volverse a ver después de cinco años de obsesión de él, ante la definitiva ruptura, en la estación de tren María Zambrano, en Málaga. Todo está en el sitio. Los diálogos, la manera de desarrollarse la acción, las escenas, los giros de lo no explicado, pero a diferencia de Miss Marte, que era un reloj, Mirafiori te exige guiarte por el sol. Es excesivo, emocionante, lúcido y obsesivo. Es el Sandinista de Jabois, en el que su arrojo está en haber salido vivo del accidente ferroviario autoinfligido.

La emocionante y dolorosa carta de amor perdido no nos dice nada más que, en una relación, uno acaba siendo el fantasma del otro

Da la sensación que Jabois tenía un tren con una historia de fantasmas traqueteando a ritmo habitual cuando, de repente, le arrolló un mercancías a toda hostia con una historia de amor que vuelve del desamor como único pasaje. Al pulso firme con el que llevar el primer tren —lo fantástico, lo tópico, evitar el cliché—, se añade entonces una manera volcánica y emocional con la que el final del principio del final de la historia de amor exige explicarse. Cualquier autor fracasaría ante tal accidente, pero nuestro hombre, no.

Lo que hace Jabois es solapar una vía sobre otra y hablar de lo mismo como si fueran fotografías que se complementan. La emocionante y dolorosa carta de amor perdido no nos dice nada más que, en una relación, uno acaba siendo el fantasma del otro. Espectro de lo que fue, que no se acaba de ir, que no sabe cómo hacerlo. El narrador, en su obsesión por el amor perdido, no está tan lejos del fantasma del amigo muerto que se le aparece a Valentina de tanto en tanto. Como si muertos y vivos anduviéramos perdidos, tratando de volver a casa cuando ya no hay casa y para eso hemos de borrarnos, dejar de ser vistos para ser olvidados.

Portada de ‘Mirafiori’, de Manuel Jabois.

Mirafiori

Manuel Jabois
Alfaguara, 2023
208 páginas. 17,95 euros

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