‘Gloria’, escenas de la vida de la madre (y poco más)
Andrés Felipe Solano rememora a su progenitora en el vibrante Nueva York de los años setenta, pero su libro termina siendo más nostálgico que reflexivo
Gloria es un ejercicio de ficción nacido de episodios reales de la vida de la madre del autor. Andrés Felipe Solano (Bogotá, 1977) —novelista y escritor de algunos ensayos, como el interesante Corea: apuntes desde la cuerda floja (el propio Solano vive en Corea desde hace más de 10 años)— arriesga una hipótesis literaria que quiere dar una medida distinta, más honda, de la sencillez de esas anécdotas que solemos recordar en las reuniones de familia. “Supongamos, porque también se trata de eso, de suponer”, escribe. Y ahí entra la hipótesis literaria, que nace de una cualidad empática: inventar a la madre como personaje. En concreto, suponiendo los leves movimientos de su pensamiento en situaciones bien acotadas (y no necesariamente determinantes). Por ejemplo, mientras espera a su primer amor en una cafetería de Nueva York, “a mediados de la primavera de 1970, a las 4.25 p. m”.
Solano se sirve de un recurso evidente y, repito, empático: el estilo indirecto libre. El narrador se mantiene atento al hilo de los pensamientos de la madre, permeables hasta hacerlos suyos, pero sin llegar a suplantarla ni renunciar a mantener su voz de hijo que observa a una cierta distancia. En contadísimas ocasiones el hijo juzga, duda y reinterpreta el contexto familiar. Y aunque la voz y la prosa de Solano son de una evidente ductilidad, uno no tarda en preguntarse por su “artesanía”. Es decir, si en este cuidado ejercicio literario el propio equilibrio de sus recursos estilísticos no sugiere, a su vez, una falta de impulso imaginativo. ¿Qué busca Solano volviendo al pasado de su madre, qué pretende formular además de un día a día que cabría en un resumen anecdótico o sociológico? Porque la conciencia del personaje de la madre apenas se alza de los hechos que se narran y se enreda en una simple madeja descriptiva.
La estructura en escenas breves crea la ilusión de trama: Gloria espera a su primer amante; Gloria descubre accidentalmente unas fotografías de zoofilia en los laboratorios de AGFA, donde trabaja con otras mujeres latinoamericanas; Gloria asiste al concierto de Sandro, el mítico cantante, en el Madison Square Garden (“Ningún país se ha quedado sin sumar sus huestes para ver al Rey. Su Rey, no el Rey de ellos, de los gringos, tan hecho a su medida”); Gloria y sus dos hijos pequeños entran en un hotel de Miami en 1983, donde uno de ellos hará saltar la alarma antiincendios; Gloria, ya en 1998, descubre que su amante le es infiel; Gloria se fotografía junto a Moondog, el excéntrico músico y poeta precursor de los beatniks.
Una sucesión de instantes de aprendizaje con Estados Unidos de fondo. Pequeños estímulos para el lector, que disfruta de la escritura de Solano, pero echa de menos un alcance mayor en su propuesta. Por ejemplo, cumplir la promesa sugerida en varios momentos del libro de captar los vaivenes del amor en su desequilibrio: “El amor entonces es eso, un interminable juego que consiste en saber balancearse para no caer en el precipicio”. Pero el resultado es más nostálgico que reflexivo. Y el capítulo final, con su fortuito giro de los acontecimientos, no termina de suplir como trama lo que no cumple como imaginación.
Gloria
Autor: Andrés Felipe Solano.
Editorial: Sexto Piso, 2023.
Formato: tapa blanda (132 páginas, 16,90 euros).
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