La gesta del Quijote del Caribe: una editorial desde y sobre las islas
Isla Negra, la editorial de Carlos Roberto Gómez, ha publicado las obras de más de 400 autores de las Antillas con la vocación de “narrar las islas y sus identidades”
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Era apenas un adolescente recién llegado a la universidad cuando metió 50 de sus poemas en un sobre y se los entregó a su profesor de literatura, José Emilio González. Días después, Carlos Roberto Gómez (República Dominicana, 1959) recibió una carpeta con todos sus versos diseccionados en rojo. “Esto es una mierda”, le espetó sin rodeos el docente y una de las voces más respetadas del gremio en Puerto Rico, a donde se mudó el aprendiz de literato con cinco años. “Aquí no hay ninguna poesía”, añadió. Tras el desconcierto, la reflexión de Gómez fue gigante: “¿Cómo voy a ser poeta si no leo poesía?”. Nunca imaginó que años más tarde sería él mismo quien fundara una editorial sedienta de las voces contemporáneas más frescas del Caribe.
Isla Negra Editorial nació de muchas preguntas (además de la crítica del profesor). Entre ellas, las propias dudas de Gómez sobre su identidad. Nacido en República Dominicana, criado en Puerto Rico y con un padre guatemalteco que nunca conoció, jamás sintió las raíces firmes en un solo país. “Vivía siempre entre dos aguas, hasta que otra profesora me dijo que tenía que abrazar algo mayor: ser caribeño”, cuenta por teléfono. Y queriendo leer poetas y cuentistas de las islas del Caribe reparó en la poca variedad que encontraba de literatura reciente. Así, junto al poeta Iván Figueroa Luciano y, casi sin querer, fueron construyendo la casa de unos 400 autores de la región.
Uno de ellos fue Pedro Antonio Valdez, quien ha publicado 5 de sus 13 libros en la editorial. Para el dominicano, premio Internacional Alberto Gutiérrez de la Solana, este es el “proyecto independiente más grande de las islas. Lo mejor para mí es que te permite abrir una ventana y ver qué es lo que están haciendo los demás colegas. Es algo muy importante”.
La primera obra que publicó Isla Negra Editorial fue el propio libro del fundador -cuyo prólogo escribió aquel estricto profesor, José Emilio González-, Viaje a la noche. Con ella, Gómez logró el primero de los seis galardones del Premio Nacional de Poesía que atesora. Desde entonces, la editorial ha dado forma a otras 800 obras más. “Más o menos, no las quiero contar porque me asusto”, cuenta entre risas. Lo último en lo que están trabajando es en varias antologías de las Antillas: Los nuevos caníbales. Estas serán las primeras que se publican en América Latina.
Junto a Olga Marta Pérez, editora cubana, y Valdez, dominicano, han sacado a la luz ya las tres primeras: una de cuentos, otra de poesía y la última de microcuentos. La próxima será de ciencia ficción. “Esto cimentó mucho más el sello caribeño”, reconoce el fundador. Valdez añade: “Nunca imaginamos que tuviéramos que seleccionar entre tantos autores con tan buena calidad. Aquí se escribe mucho y muy bien”.
Contar la isla y más allá
Para Gómez, los autores del Caribe tienen dos cosas en común: la necesidad de hablar de las islas y la de ir más allá. “Los relatos nunca se quedan solo en la revolución o el colonialismo. La mirada siempre trasciende. Parten de la visión isleña y cuentan mil cosas más”. Aunque en el mapa Cuba, Puerto Rico y República Dominicana están una al lado de la otra, la insularidad y las realidades políticas y económicas tan distintas las han separado mucho. Esta editorial independiente, “que se piensa en Puerto Rico e imprime en República Dominicana”, sin embargo, ha conseguido tejer un ecosistema de libreros, autores estudiantes y lectores ávidos que estrecha la distancia.
Cuentos, poesías y ensayos académicos han llenado las estanterías de una biblioteca que acumula casi un millar de ejemplares. Isla Negra, cuyo nombre rinde homenaje a una de las tres casas de Pablo Neruda, ha servido de inspiración para decenas de editoriales que vinieron después. “A la gente le gusta leer”, incide Gómez. “Lo que pasa es que a leer literatura hay que enseñar, no es lo mismo leer poesía que una receta de cocina. Y a eso se aprende”, narra. Por eso, da clases de esta materia en la Universidad de Puerto Rico. Cuando sus estudiantes acaban de leerse una novela, reconoce, les pide los libros: “Los libros hay que subrayarlos, tienen que buscar palabras que no entienden, manosearlos, doblarlos… Solo así uno entra a la literatura”.
Ana María Fuster, escritora puertorriqueña, también hace suyos los libros. “El vínculo con ellos coge vida, como con las relaciones. Hay algunos a los que he vuelto muchas veces y otros que están cogiendo polvo junto al arenero de los gatos”, ríe al otro lado del teléfono. Fuster ha publicado 9 de sus 17 obras con Isla Negra y reconoce que les siguió la pista desde sus comienzos. Fue tras la autopublicación de su primer libro de cuentos, Verdades caprichosas, que Gómez se acercó a pedirle más. “Él tiene la mística del poeta. Tiene un ojo que no solo es empresarial, es de corazón. Él es selectivo con las obras y con el corazón del que escribe. Y eso se nota mucho”, cuenta. Sus obras, traducidas a inglés, portugués, italiano y francés, beben del intercambio con “la familia de Isla Negra”. “Esto es una cofradía literaria y es hermoso. Solo alguien como Carlos Roberto pudo atreverse a fundar algo así. Es el Quijote del Caribe”.
Gómez no esconde que este no es el trabajo mejor remunerado. “Isla Negra vive de mí, pero yo no vivo de ella”. Es por ello que también es catedrático asociado de la Universidad de Puerto Rico en Humacao y editor de la revista literaria Cuadrivium. Así no vaya a hacerse millonario, la pasión del primer día sigue intacta: “Era necesario. En el Caribe se escribe mucho y eso significa que también se lee mucho. Hoy en día, con las redes sociales y la tecnología, algunos han despreciado la tarea del editor. Muchos se piensan que cualquiera puede editar y no es así. Es un trabajo minucioso y muy importante, que jamás podrá hacer la inteligencia artificial”.
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