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Versos en peligro de extinción: ¿Puede la poesía ayudar a salvar un idioma?

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Versos en peligro de extinción: ¿Puede la poesía ayudar a salvar un idioma?

Escritores y editores del continente americano están usando las letras como una herramienta para evitar la desaparición de idiomas en peligro de extinción. A través de libros, talleres, clases y nuevos espacios en internet, buscan documentar, proteger y revitalizar el uso de sus lenguas y culturas

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“Yo soy casi una pieza de museo. Mi idioma y mi cultura están en peligro de extinción’', dice la investigadora, pedagoga y poeta Ruby Elena Jay-pang Somerson desde su casa en la isla de San Andrés, en el Caribe colombiano. Ella escribe en raizal, también conocido como criollo sanandresano o creole, un idioma cuya base se encuentra en varias lenguas africanas que llegaron al continente con la trata transatlántica de esclavos y en la colonización británica del Caribe.

Raizal también es el nombre del grupo étnico minoritario originario de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Durante las últimas décadas, la industria hotelera ha impulsado la migración de miles de colombianos hispanoparlantes, lo que ha convertido a los raizales en un grupo minoritario en su hogar y ha afectado el uso de su idioma en las islas. Por ejemplo, al crab patty, uno de los platos típicos de la gastronomía isleña, “le están llamando empanadas los mismos raizales; incluso las mismas matronas —las mujeres cabeza de familia— de toda la vida”, se queja Somerson.

El idioma raizal no tiene un alfabeto estandarizado u oficial que se use en la escritura de la lengua. En la página web Cátedra Raizal, que nace de su tesis de magister, la lingüista propone diferentes estrategias para la revitalización de la lengua. Entre las más importantes, la creación de un alfabeto fonético que se pueda usar para escribir en raizal. Cualquier persona interesada en este idioma puede acceder a poemas, ejercicios, el abecedario y su investigación.

Día Internacional de la Lengua Materna
Dante Aguilera

El raizal se ha descrito, equivocadamente, como un inglés mal hablado (el idioma usa palabras en inglés pero tiene su propia sintaxis y gramática), lo que ha llevado a que menos personas en la islas estén interesadas en aprenderlo y usarlo. Los versos de Somerson nacen de su inspiración, pero también como una herramienta para fomentar el uso y el orgullo en el idioma. Uno de sus poemas contiene los siguientes versos con los nombres en raizal de diversos alimentos que hacen parte de la gastronomía del archipiélago de San Andrés:

“mi da di baazli, mi da di marjan, mi da di blak pepa

mi da di soril, mi da di min tii, mi da di rom

mi da di nyam, mi da di ponkin, mi da di suiit pitieta

mi da di krab, mi da di kongks, mi da di yala tiel

mi da di kuokanat uaata, mi da di kuokanat ail, mi da di kuokanat milk

mi da di seneman, mi da di jinja, mi da di noneg”

”Soy la albahaca, soy la mejorana, soy la pimienta negra

soy la flor de Jamaica, soy la menta, soy el ron

soy el ñame, soy la ahuyama, soy la batata

soy el cangrejo, soy el caracol, soy el jurel

soy el agua de coco, soy el aceite de coco, soy la leche de coco

soy la canela, soy el jengibre, soy la nuez moscada”

¿Por qué desaparecen los idiomas?

En el mundo existen 7.150 idiomas. De ellos, 3.405, el 40%, son hablados por menos de 1.000 personas y están en peligro de desaparecer en las próximas décadas, según la más reciente edición de Ethnologue, una revista estandarizada que provee datos sobre idiomas. En América, se estima que alrededor de 53 millones de personas hablan 1.604 lenguas indígenas. Escritores y editores de todo el continente americano están usando la poesía como una herramienta para evitar que los idiomas en peligro de extinción desaparezcan. A través de libros, talleres, clases y nuevos espacios en internet, buscan documentar, proteger y revitalizar el uso de sus lenguas y culturas.

“Nuestras lenguas no mueren solas, a nuestras lenguas las matan”, dijo la escritora, lingüista y activista Yásnaya Elena Aguilar Gil en 2019 en un discurso en la Cámara de Diputados mexicana. Para ella, el Gobierno de su país ha ignorado las culturas e idiomas que son diferentes al español. Según Aguilar, las comunidades indígenas y sus lenguas se ven amenazadas cuando se vulneran sus derechos territoriales y políticos. Para ejemplificarlo, habla de su comunidad natal, Ayutla Mixe, en Oaxaca, que no tiene acceso a agua potable porque está en manos de grupos armados y las denuncias de los vecinos no han llevado a ningún tipo de justicia o reparación. Esta violencia, dice, amenaza la supervivencia de la comunidad, su cultura y su idioma, el mixe.

Un grupo internacional de biólogos y lingüistas publicó a finales de 2021 un estudio en la revista Nature sobre 6.511 idiomas amenazados en todo el planeta. Después de medir 51 variables que afectan su uso, el equipo concluye que las dos amenazas más grandes son la construcción de vías de comunicación y el acceso a la educación formal. Los autores argumentan que éstas ayudan a la expansión de las “lenguas francas” usadas por burocracias y gobiernos (en Latinoamérica, principalmente el español y en Estados Unidos y Canadá, el inglés). Adicionalmente, el equipo explica que, como la educación pública raramente es bilingüe, los idiomas minoritarios normalmente no se transmiten a las nuevas generaciones en las escuelas.

Eso pasa en las poblaciones Navajo del suroeste de Estados Unidos. Jon Reyhner es profesor de educación en la universidad de Northern Arizona. Su carrera comenzó en una escuela pública, a comienzos de los 70, en una reserva Navajo. Según él, al acabar con “el aislamiento de las reservas”, se facilitó el declive del diné, el idioma minoritario de la zona. Además, asegura, como los colegios e internados religiosos veían el idioma Navajo “como el lenguaje del diablo” y las escuelas “como lugares para convertir a los estudiantes en blancos”, la educación formal en las reservas no estaba preparada para adoptar el bilingüismo. Según cuenta Reyhner en una conversación telefónica, hace 50 años todos sus estudiantes hablaban diné, mientras que en la actualidad menos del 20% de los alumnos Navajos pueden hacerlo. Datos del más reciente censo confirman este declive.

Idiomas como el quechua, que tienen más de ocho millones de hablantes, también están cada vez más amenazados por la fragmentación de las poblaciones que lo usan. Por ejemplo, en Perú existen doce variedades diferentes de esa lengua, de las cuales siete están en peligro de desaparecer. Esta fragmentación ha llevado a que “se peque de falso orgullo”, afirma el profesor Julio Noriega, en una videollamada desde su oficina en el departamento de lenguas modernas en la universidad de Knox College. “Se dice que el quechua del Cuzco, que es el quechua imperial, es mucho mejor que el quechua de cualquier otro lugar”, explica. Él habla quechua, español e inglés, y por más de veinte años ha viajado por diversos países andinos buscando poemas en quechua.

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Según Noriega, esta fragmentación ocurre por las divisiones nacionales y conflictos entre comunidades por los mismos recursos. Por ejemplo, en Bolivia, la llegada de Evo Morales al poder llevó a “que hubiera mayor atención de parte del Gobierno a la cultura y la educación aymara [el pueblo al que pertenece el expresidente] que al quechua”, explica el profesor. “Inclusive algunos quechuahablantes empezaron a aprender el aymara, buscando una legitimidad a través del cultivo de esa lengua”, añade.

Activistas y expertos coinciden en que la solución para proteger idiomas en peligro de desaparecer no puede ser aislar comunidades o disminuir el acceso a la educación. Por ejemplo, el estudio de Nature propone intervenciones gubernamentales en documentación, educación bilingüe y programas comunitarios para evitar que 1.500 idiomas desaparezcan en las próximas décadas. Por otro lado, poetas de estas comunidades usan sus versos como una herramienta de resistencia cultural para preservar y revitalizar los idiomas no europeos en el continente americano.

Poesía en idiomas en peligro de desaparecer

La poeta mexicana Mikeas Sánchez escribe en zoque, un idioma del sur de México. En 1982, la erupción del volcán Chichonal, en Chiapas, afectó desproporcionadamente al pueblo zoque. Cientos de personas murieron y miles perdieron su hogar. Sánchez y su familia tuvieron que dejar temporalmente su casa en Chapultenango y reubicarse en la ciudad de Villahermosa, Tabasco.

Antes de la erupción, su pueblo estaba bastante alejado de lo que se considera “civilización”; era una comunidad monolingüe, dice Sánchez a través de una conversación por audios de WhatsApp en los que se escucha el canto de los pájaros. Cuando su familia regresó a Chapultenango, el Gobierno había comenzado a construir varias vías de comunicación y escuelas en el pueblo. Sánchez dice que, al comienzo, esos cambios eran bienvenidos por los vecinos, pero hoy ve que “el interés de construir las vías no era el bienestar de la comunidad, sino facilitar proyectos extractivos en la región”. En la escuela de su pueblo, solo enseñaban en español. Ella aprendió a escribir en zoque de forma autodidacta. Su poema Somos Millones acaba con los siguientes versos:

“Minä' äjn’ najsomo,

nijpya’ä mij ntänh’kutyam

ntyaj’yajpapäis

Ntä' isanhdziramä' te’ toya, te yajxu’ijtkuy,

te’ tujkuyis pyämi’.

Sonerampäte’

jinh’mi’ natztame’”

”Ven a mi tierra,

Instala tus máquinas aniquiladoras

de ternura,

muéstranos el dolor y la desesperanza,

el impacto de las balas. Somos millones,

y no te tenemos miedo”

Sánchez tiene seis libros de poesía publicados y además es productora de radio, traductora, promotora de salud comunitaria y defensora del territorio zoque.

Chris McCabe pasa todo el día pensando en poesía. Trabaja como bibliotecario en la National Poetry Library en Londres y en su tiempo libre escribe versos. Tiene cinco libros publicados. Es el editor del libro Poems from the Edge of Extinction, una recopilación de poemas de todo el mundo escritos en idiomas en peligro de desaparecer y traducidos al inglés. Como poeta, McCabe sabe que cada idioma que se pierde es una tragedia para la poesía, pues quedan en silencio diferentes estructuras, estilos y visiones sobre el arte. La pérdida de la lengua materna “tiene repercusiones en el cuerpo”, explica por videollamada desde su oficina en Londres. “Para un poeta, el idioma es su hogar, sin su idioma un poeta nunca se va a sentir en casa”.

La poeta María Huenuñir Antihuala nació en Cayumapu, en la región de Los Ríos, en el sur de Chile, y escribe en mapuche. Cuando era niña, su cuaderno era como su confidente, según dice, y escribir era la mejor forma que tenía para “plasmar” sus sentimientos y pensamientos. Años después, cuando vivía en Santiago de Chile, una amiga mapuche la invitó a un taller de autoestima para mujeres de pueblos originarios.

Según explica en una videollamada a las 6.00 de la mañana, antes de que se despierten sus nietos, estos talleres se ofrecen porque en las ciudades chilenas las mujeres son constantemente discriminadas por su género y etnicidad. Ella se animó a participar en uno de escritura porque la monitora le dijo que las historias siempre eran contadas por los hombres colonos y era necesario presentar voces diferentes. Al finalizar el curso, leyó unos versos ante sus compañeros. Confiesa que para ella era algo incómodo porque se trataba de algo muy personal, pero al acabar la lectura, los alumnos se pusieron en pie para ovacionarla. ”Es algo que me dejó como traspapelada. Yo me pregunté: ¿por qué? ¿qué es lo que había creado?”, recuerda.

Su poema Mapuche Zomo (Mujer Mapuche) es una serenata a sus comadres, donde reconoce la discriminación que existe en la sociedad hacia las mujeres de pueblos originarios y al mismo tiempo celebra su género y cultura.

“Weñankley kiñe domo,

kiñe Mapuche ñuke,

kisu ka lelikeyantu

lelikey ximiñ pun

tukunefi, kisu ñi kupam meu

weñanklekey,

welu kume tukukey.

Ñi xapelakucha kañi xariloyko

amun rellmu felekey ñi chape

ka kiñe kelu xariwe tukunekey,

pa yomillkey ñi age yewekelu

pa yomillkey ñi age yewekelu.”

”Triste suspira una mujer,

es una mujer Mapuche,

ella también puede ver,

luz de día, oscuridad de noche.

La oscuridad se asemeja

a lo oscuro de su ropa

y aunque triste ella maneja,

sus lindas joyas de plata.

Cintas de colores, en sus trenzas,

lleva una roja faja también”

De ese taller surgió su primer libro titulado Malen Mapu (Niña de campo). La literatura le ha permitido a Huenuñir viajar y abrir nuevos espacios para compartir sus versos, convirtiéndose en embajadora y defensora de la cultura mapuche en su país y en el extranjero.

Ruby Somerson, la poeta de San Andrés, cree que una de las medidas de salvaguardia más efectivas para los idiomas minoritarios es que se puedan usar en espacios de prestigio como la educación y los sistemas legales. Para ella, la literatura es, por excelencia, el espacio de prestigio en la educación. Por eso, apuesta por escribir poemas que puedan ser usados para aprender y practicar el raizal, algo que ya ocurre en los colegios de San Andrés.

La ausencia de los idiomas no europeos en espacios de prestigio, como la literatura o las cortes legales, perjudica mayoritariamente a comunidades indígenas y a pueblos originarios en el continente. En Perú, tras el colapso de Sendero Luminoso, “miles de indígenas fueron procesados y encarcelados sin tener derecho a la defensa y sin hablar español y sin conocer las leyes peruanas”, dice con indignación el profesor y editor Julio Noriega. Y se pregunta cómo se puede hablar de justicia y equidad si quienes hablan las lenguas no europeas en el continente continúan en la periferia.

Resistiendo a la extinción

“Si trabajas con un idioma en peligro de extinción, prácticamente tienes que ser profesora del idioma”, afirma Margaret O’Donnell Noodin, quien escribe poesía en anishinaabemowin, un idioma algonquino de la región de los grandes lagos en Norteamérica. Ella es profesora en el departamento de Inglés y Estudios Americanos en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee. Su inspiración para aprender el idioma fue su bisabuela Lizzie, quien solía usar palabras en anishinaabemowin y contar historias de los infames internados para estudiantes nativos. Noodin no es ciudadana de ninguna de las naciones indígenas de Estados Unidos o Canadá, pero considera que puede usar su talento para los idiomas como un aporte a la preservación de la cultura Ojibwe.

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Dante Aguilera

Recientemente ha escrito poemas trilingües —en anishinaabemowin, inglés e irlandés— junto con la profesora y traductora irlandesa Cailín Nic an tSionnaigh. Sus versos invitan a reflexionar sobre el colonialismo y las huellas que dejan los idiomas. Tanto el anishinaabemowin como el irlandés son lenguas minoritarias en sociedades angloparlantes.

“Aaniin waa inakamigad apii baasigaade okanan,

“What happens when the bones are dried,

Cad é a tharlaíonn nuair a thriomaítear na cnámha,

apii aniibiishan izhinaagwad mitigoonsan,

when the little leaves have become sticks,

nuair a dhéantar cipíní de na duilleoigíní,

apii zhiiwitaagani-gokoshitawagan?

when the sow’s ears are in salt?

agus nuair a shailltear cluasa na cránach?

Maamawimaajaamigadoon ina

Do they leave together

An imíonn siad mar aon a chéile

Anishinaabemowin

the language

an teanga

miinawaa nesewin?

and the last breath?

agus an anáil deiridh?”

”¿Qué pasa cuando los huesos son secados

cuando las pequeñas hojas se convierten en palos,

cuando la oreja del cerdo está en la sal?

¿Se van juntos

el idioma

y el último suspiro?”

(Traducción libre del inglés al español por el autor)

En una videollamada desde uno de los salones de clase del campus donde enseña, Noodin dice que sus estudiantes más importantes son su familia. Su objetivo es crear versos y canciones para llevar el idioma a su hogar. Cree que una familia multilingüe tiene múltiples formas de entender y ver el mundo. Por eso, sus dos hijas crecieron oyendo y hablando anishinaabemowin. Adicionalmente se aseguró que aprendieran canciones en su idioma y las ceremonias tradicionales de las culturas Ojibwe y Potawatomi, la nación indigena de su marido.

El esposo de Noodin nació en El Paso, Texas, y es miembro de la nación Potawatomi, originaria de la región de los Grandes Lagos. Ella cuenta que cuando camina por la calle o va a un restaurante con su marido, la gente los asume como causcaiscos por su color de piel, pero si los oyen hablando anishinaabemowin o potawatomi asumen que son indígenas, y si su marido dice algo en español, con acento de Ciudad Juárez, piensan que son mexicanos. La poeta cree que a la sociedad le cuesta aceptar “la diferencia y complejidad” de las identidades, lo que lleva a que los miembros de los pueblos originarios sean constantemente estereotipados.

“Por supuesto que se nos ha estado estereotipando”, dice la poeta chiapaneca Mikeas Sánchez, “desde el hecho mismo de que nos nombran indígenas”. Para ella, es frustrante que la literatura escrita en lenguas diferentes al español sea separada del resto de la literatura mexicana o latinoamericana.

La posibilidad de escribir en su idioma materno ha llevado a Sánchez a cuestionar la etiqueta de indígena. “El concepto indígena viene desde el Estado... De hecho, como traductora, así yo quisiera traducir la palabra indígena, no tengo cómo traducirla. Tengo que inventar una palabra. Yo traduzco indígena como los pueblos que hablamos otras lenguas”, dice.

Para ella, el Estado sigue pensando en los pueblos originarios como “menores de edad, inocentes, a los que hay que enseñarles cómo deben actuar y pensar”. Siempre son invitados a espacios culturales para mostrar la cara “exótica” de México pero, cuando asumen posiciones políticas, dejan de encajar en la identidad nacional.

Sus versos no solamente reflejan el idioma y la tradición oral y colectiva de su comunidad, también denuncian la explotación de la naturaleza y el patriarcado que ha silenciado a las mujeres “por un muy, muy, muy largo tiempo”. Su arte busca retratar las experiencias, el dolor y las alegrías “de ser mujer”. Su poema Metza (Dos) dice:

“Tzambatzi’ toya’ixajpabä nkiaes’ñoyikäsi’ram

te’ jiamyajpabäis’ myätzik

pitzä'run’omo

Tekoroya’ram winabä' mayo’poyas’tyuj

te’ wejkä' paruwisñye’

Tekoroya’ram yom’gakis’ wyejkä

jäyäs’yomaram

Yajk’ mytiaä te’ kumunu teserike te’ tajpi’ram

minä' yajk’ masanäjya’yaä' nkiaes’ tyoya’ram

tobyabä tzotzusen’omo nasakobajk

Yajk’ mytiaä Piogbachuwe teserike Kopajktzoka’

minä' yajk’ isansajyaä kotzäjkis xasa’ajku’y”

“Me nombro y hablo por todas las niñas maltratadas

que juegan su inocencia

desde un callejón sin farolas

Para ellas la primera lluvia de mayo

y el rugido del lobo

Para ellas el gemido de la tigresa

y el olor a madreselva de la ternura

Que vengan la codorniz y el gavilán

a ungir el alma de todas estas niñas heridas

desde la memoria primigenia del hombre

Que vengan Piogbachuwe y Kopajktzoka

a mostrar la belleza del inframundo”

En su poesía, Sánchez no traduce palabras que no tienen equivalente en otros idiomas. Para ella, es importante preservarlas. Por ejemplo, el concepto de madre naturaleza no tiene género en el zoque; no es ni masculina ni femenina, es dual. Por lo que traducir la palabra Nasakobajk como madre naturaleza sería erróneo. Cuando traduce su poesía, prefiere dejar ciertas palabras y dar una explicación. “El poder colocar esas palabras, que tienen una fuerza en una cultura, tiene una posición política marcada e importante para afianzar nuestra identidad como pueblos”, explica.

Según el editor Chris McCabe, los humanos vemos el mundo de una forma detallada a través de nuestro lenguaje, y la naturaleza siempre ha sido fuente de inspiración para los artistas. Por eso, para él es natural que los poetas usen su prosa para denunciar la crisis ambiental y como una herramienta de conservación. Por ejemplo, la poeta mapuche María Huenuñir hace versos y cantos como plegarias para diferentes ecosistemas, como un servicio espiritual ecológico. Además, trabaja con la población mestiza. Los lleva a ríos, montañas y bosques y les enseña plegarias y versos para protegerlos y sanar a los espacios del territorio “que se han devastado”, explica.

Adicionalmente tiene un proyecto con ocho colegios públicos de Santiago de Chile llamado Ñimikan (Unir telas) donde enseña a los estudiantes a diseñar telares con historias de sus familias y comunidades, y con materiales reciclados. Para ella, los diseños de telares mapuches son otra escritura que ha heredado de sus ancestros. Su objetivo es mostrar cómo se pueden incluir el arte, el lenguaje y la cultura mapuche en la educación en Chile.

Futuros Posibles

El profesor Julio Noriega ha publicado dos antologías de poesía quechua. Según dice, al comienzo de su carrera tenía la ilusión de que sus lectores fueran sus “paisanos, la gente que habla quechua, la gente andina”, pero rápidamente aprendió que estaban más interesados en textos en español u otros idiomas. Durante los últimos treinta años, la gran mayoría de sus lectores han sido personas interesadas por culturas y lenguas indígenas de Sudamérica.

Todo ha cambiado con internet, que ha facilitado que se conozca su trabajo en varios países. Durante los últimos años, ha recibido correos electrónicos de artistas, músicos y migrantes andinos en Europa y Estados Unidos que están interesados en aprender quechua. El grupo musical chileno Kollahura grabó en 2018 la canción Chuwi Torito basada en un poema de Inocencio Mamani, que aparece en la antología Poesía quechua del Perú de Noriega publicada en 1996. Como dice el profesor: ‘kachkaniraqmi’, una palabra quechua cuya traducción más cercana al español sería “a pesar de todo, aquí sigo” y que describe muy bien a los idiomas en peligro de desaparecer.

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Adicionalmente, internet ha sido una herramienta extraordinaria para la documentación y difusión de los idiomas en peligro de desaparecer. Existen varias páginas y fundaciones sin ánimo de lucro dedicadas a revitalizar idiomas amenazados; por ejemplo, una comunidad en California dicta clases de cocina tradicional y de Ohlone por videollamadas y Youtube. Google tiene un buscador y traductor en quechua, entre otras lenguas indígenas.

Sin embargo, todos los poetas y editores consultados para este reportaje concuerdan en que, si no se invierte más en educación pública y en programas bilingües, es casi imposible que sobreviva la gran mayoría de los idiomas en peligro de extinción. “Si el lenguaje se queda en internet o en libros, no se habla, y va a desaparecer”, dice Noodin. “Se necesita salir al mundo y poder cantar, oír a los pájaros y sentarse a hablar con los niños y los abuelos”.

Es posible que en un futuro no muy lejano, nadie pueda recitar versos en raizal, ni en mapuche, o en anishinaabemowin. No es imposible que estos idiomas y algunas variantes del quechua se unan a los cientos de lenguas que han muerto durante el último siglo. Sin embargo, Noodin sabe que así los idiomas dejen de ser hablados, dejan rastros en nombres de lugares, personas y en palabras en otros idiomas. Al final del día, incluso los que desaparecen, dejan huellas en el planeta.

Créditos

Texto: Santiago Florez
Ilustraciones: Dante Aguilera
Edición de texto y coordinación: Lorena Arroyo
Edición audiovisual: Héctor Guerrero
Agradecimientos: Carmen Graciela Díaz (Programa de Periodismo Bilingüe de la Newmark J-School de Nueva York), Ruby Elena Jay-pang Somerson, Mikeas Sánchez, María Huenuñir Antihuala y Margaret O’Donnell Noodin.



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