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Semana Regional del Clima
Columna
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La COP28 será un momento decisivo para el futuro de América Latina y el Caribe

La Semana Regional del Clima que comienza este lunes en Panamá reúne a distintas partes interesadas para identificar retos y prioridades y unir la voz de la región de cara a la COP

Un granjero revisa sus plantas de maíz afectado por la sequía, en Timbúes, Argentina
Un granjero revisa sus plantas de maíz afectado por la sequía, en Timbúes (Argentina), en marzo de 2023.Sebastián López Brach (Getty Images)

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El cambio climático es, sin duda, el mayor desafío de nuestro tiempo. Para América Latina y el Caribe, la acción climática ya no es solo una opción, es un factor determinante que marcará el futuro de la región en todos sus sectores.

Este año, la región se ha visto afectada por varios eventos climáticos extremos. Desde los incendios en Chile, sequías en Uruguay y Argentina, e inundaciones en Perú, hasta las temperaturas récord en el Caribe que han hecho de este verano uno de los más calurosos de la historia.

Si la temperatura sigue aumentando, los eventos extremos serán más frecuentes, más devastadores y tendrán un impacto cada vez más profundo en nuestra vida cotidiana, afectando la producción de alimentos, fuentes de empleo y nuestras perspectivas de desarrollo.

Sabemos que el cambio climático puede agravar aún más las desigualdades existentes en la región, y los logros económicos y sociales alcanzados hasta ahora corren el riesgo de revertirse. De hecho, las estimaciones sugieren que, en ausencia de medidas de adaptación adecuadas, entre 2,4 y 5,8 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema en 2030.

América Latina y el Caribe se encuentran en una carrera contrarreloj. La elección es clara: actuar con decisión ahora o enfrentarse a retos aún más complejos en los próximos años.

¿Cómo proceder?

Es imperativo un cambio de paradigma. Necesitamos más ambición climática, más coherencia entre las políticas sectoriales y los objetivos climáticos y, sobre todo, más voluntad política.

La próxima COP28, que se celebrará en Dubái a finales del mes que viene, marcará un hito, ya que se realizará el primer balance mundial del Acuerdo de París, que es un análisis exhaustivo de la acción climática implementada en los cinco primeros años de este acuerdo. El balance deja claro que, aunque se está avanzando en la aplicación de medidas para adaptarse al cambio climático y paliar sus efectos, con los planes actuales estamos muy lejos de poder limitar el aumento de la temperatura global a menos de 1,5 grados.

El balance mundial por sí solo no cambiará nuestro futuro, pero será la decisión que tomen los países en la COP28 y nuestra respuesta mundial a los resultados lo que marque la diferencia.

La ciencia nos dice que tenemos que tomar medidas cruciales esta década. El balance mundial nos da las opciones. Necesitamos una transformación de todos los sistemas. A escala nacional, regional y mundial, necesitamos más ambición climática para acelerar la acción. Necesitamos cooperación y solidaridad internacionales para que esta transición sea rápida, justa y equitativa, sin dejar a nadie atrás.

La financiación climática desempeña un papel clave en este escenario. Aumentar el acceso es esencial para impulsar la acción climática en la región. Esto significa duplicar los recursos financieros para la adaptación, reponer sustancialmente los fondos climáticos y alinear el sistema financiero mundial y regional, tanto público como privado, con la acción climática. Significa hacer operativo el fondo para pérdidas y daños acordado en la histórica decisión de la COP27 del año pasado en Egipto.

Pero no sólo necesitamos más recursos, sino también una mayor coherencia entre las políticas de distintos sectores y los objetivos climáticos, y una reorientación masiva de los flujos financieros existentes. El gasto y las inversiones públicas y privadas, tanto nacionales como internacionales, deben ser coherentes con los objetivos climáticos. Esto significa incorporar los objetivos del cambio climático en los planes de sectores como la agricultura, economía y desarrollo social, y apoyar las transiciones justas en el sector energético.

La Semana del Clima de América Latina y el Caribe, que comienza este lunes y cuyo anfitrión es el Gobierno de Panamá, será una oportunidad para mostrar la innovación, los esfuerzos y las soluciones de Gobiernos, empresas y comunidades de toda la región.

Una diversa gama de actores, incluyendo representantes de Gobiernos locales y nacionales, Pueblos Indígenas, sociedad civil y empresas privadas, entre otros, compartirán conocimientos y experiencias, mostrando el potencial de la región para adaptarse a un mundo bajo en emisiones y resiliente al clima, donde el desarrollo y la prosperidad crezcan en paralelo con la sostenibilidad, y en armonía con la naturaleza.

Limitar los impactos del cambio climático es una prioridad para la inmensa mayoría de los habitantes de esta región; preservar el superpoder de la región -su biodiversidad marina y terrestre- es una preocupación para todos, como quedó claro en la Cumbre Amazónica de este año; y existen soluciones climáticas desarrolladas por los Pueblos Indígenas basadas en sus conocimientos ancestrales. Es clave que estas prioridades y soluciones se reflejen en la COP28 con compromisos ambiciosos.

América Latina y el Caribe no pueden esperar más. La emergencia climática ya está a la puerta. La región puede dar ejemplo en la COP28 con una colaboración ambiciosa e impulsando soluciones inclusivas, viables y orientadas a resultados. Demostrando al mundo que está haciendo la transición y que está preparada para recibir apoyo en este proceso, asumiendo compromisos que inspiren y motiven a otros países a seguir su ejemplo.

Abordar el cambio climático requiere de toda la sociedad. Las y los ciudadanos y la sociedad civil organizada están cada vez más vigilantes y abogan por una acción climática más ambiciosa; las grandes y pequeñas empresas pueden promover negocios, empleos y productos más ecológicos, reconociendo que la ética preocupa cada vez más a los consumidores y que las prácticas sostenibles de hoy aportarán mayores beneficios para el mañana.

El futuro de la región depende de las decisiones que se tomen ahora. Trabajemos juntos por un futuro sostenible.

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