La mejora en la inversión despierta la economía de Colombia
La recuperación, jalonada por megaobras como el metro de Bogotá, es aún inicipiente
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La inversión, ese rubro que sirve a los analistas como bola de cristal para proyectar el futuro, ha dejado de ser el patito feo de la economía colombiana. Al revisar los últimos datos del DANE de 2024 se evidencia un crecimiento interanual del 7,6% en este componente. ¿Qué lo explica? La adquisición de maquinaria y equipos ha sido uno de los responsables en el lento proceso reanimación. A saber, el avance en las obras de ciertas vías de quinta generación, o 5G, y, sobre todo, del Metro de Bogotá. A pesar de que la noticia reviste matices positivos, también hay un alto grado de consenso en que el ritmo aún es insuficiente para consolidar el crecimiento del país a mediano y largo plazo.
No ha resultado fácil para Colombia sortear múltiples obstáculos y retomar los indicadores previos a la pandemia. Sin embargo, y a pesar de los reparos, la locomotora va encontrando el combustible necesario para acelerar su marcha. Con el dato de crecimiento de 2024, que quedó en 1,7%, y las proyecciones de 2025, que orbitan alrededor del 2,5%, se puede afirmar que el contexto se empieza gradualmente a aclarar. “Cuando crece el producto interno bruto, crece la producción y el ingreso del país. Todo esto permite generar mayor consumo y al mismo tiempo más inversión”, explica el académico de la Universidad del Rosario, Alejandro Useche.
El retrato, sin embargo, sería incompleto si no se advierte que aún hay riesgos latentes. Lo recuerda el profesor emérito de la universidad EAFIT, Jesús Alonso Botero: “El coeficiente de inversión, definido como el porcentaje del PIB dedicado a la acumulación de capital, sigue siendo muy bajo en relación con los promedios históricos”. Precisa que la media para la década previa a la crisis del Covid fue del 22,1%, mientras que el de 2024 registra un 16,5% –una de las más bajas en 20 años–. “En esas circunstancias, el crecimiento de la economía será limitado. No estamos dedicando suficientes esfuerzos al desarrollo futuro”, remata.
Olga Lucía Acosta, codirectora de la junta del Banco de la República, matiza que buena parte de los males que aquejan a la economía colombiana son extrapolables a países del vecindario. Menciona los problemas que Chile ha tenido para mantener sus tasas de inversión. “Son múltiples factores. En parte derivados de la estrechez de recursos que empleamos en la protección de la salud o de los ingresos de los ciudadanos. Pero también hay cambios en la orientación política de las economías de los países, en una dirección u otra, que han hecho que la gente dude más antes de sacar el dinero de sus bolsillos. Hay una expectativa de cómo se van a comportar sus ingresos y qué facilidades habrá, en Argentina, Colombia o Brasil”, apunta Acosta.
A esto se suma que el plan de estímulo del Gobierno ha sido bastante difuso. Un asunto que, a juicio del director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, ha encorsetado la dinámica inversionista junto a tres factores. En primer término, menciona un “aumento sustancial en el uso del costo de capital, producto de las reformas tributarias del oficialismo en 2022 y 2023; subraya, así mismo, en la incertidumbre de los últimos tres años en torno a la orientación en política económica de Hacienda. Y añade el aumento de las tasas de interés –que desde diciembre de 2023 vienen en un proceso de descenso–.
La inversión no alcanzará los niveles previos a la pandemia hasta que se reduzca la incertidumbre económica, incluyendo el ámbito fiscal, según resume Mejía. En cualquier caso, a medida que se conocen nuevos datos, se detectan pequeñas señales que invitan a mantener la atención. El debilitado sector de la vivienda, por ejemplo, mostró una levísima recuperación en el cuarto trimestre de 2024. Olga Lucía Acosta señala: “Aunque sigue por debajo de lo esperado, presenta una tendencia creciente. Este sector depende en gran medida de la capacidad del Gobierno para otorgar subsidios, y es importante mencionar que el inicio del modelo en esta administración fue lento y enfrentó varios desafíos”.
Donde no hay dudas de las buenas noticias es en el renglón denominado “maquinaria y equipos”, que ya muestra datos equiparables a la etapa prepandemia. Y la construcción sale del agujero negativo con un exiguo, pero esperanzador, crecimiento del 0,5%. “El otro sector que se empieza a volver un punto de referencia es el de otras edificaciones. Y en concreto la rama de obras civiles, con un comportamiento muy favorable atado a la finalización de una serie de vías, túneles y carreteras en departamentos como Antioquia o Santander. Pero, sobre todo, tenemos claro que la construcción del Metro de Bogotá, u otros megaproyectos en Barranquilla están jalonando la inversión”, precisa Acosta.
¿Qué otras medidas son necesarias para apurar el ritmo? Para Alejandro Useche, el Ejecutivo debería consolidar su nivel de ejecución presupuestal: “Se requiere una aceleración en los proyectos de infraestructura que el Gobierno puede realizar. Obras que tiene planeadas. Porque sabemos que parte del freno de la inversión se debe a una subejecución del presupuesto de la nación en obras públicas”.
Jesús Alonso Botero va más allá y agrega que el país debe apostarle “vertiginosamente” a impulsar esta pieza clave de la economía. La aguja en inversión, opina, debería oscilar entre el 23% y el 25% del PIB: “Por supuesto, hay que mirar con alivio que la formación bruta de capital fijo haya empezado a crecer. Pero la tarea que nos espera es sin duda inmensa, y está lejos de estar cumpliéndose”.
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