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Una serie de explosiones y ráfagas de fúsil estremecen a Cúcuta

Los grupos armados vuelan un peaje y atacan un centro de atención de la Policía en Villa del Rosario, en la zona metropolitana de la ciudad. El alcalde declara toque de queda a partir de las 7.00 p.m. de este jueves

Policías inspeccionan el peaje de Villa del Rosario destruido por explosivos este jueves en Cúcuta.Foto: Mario Caicedo (EFE) | Vídeo: Reuters
Santiago Torrado

La violencia de los grupos armados vuelve a estremecer a Cúcuta. La mayor ciudad colombiana sobre la frontera con Venezuela pide a gritos, una vez más, la atención nacional. Una serie de explosiones sacudieron cerca de la medianoche del miércoles el municipio de Villa del Rosario, parte de la zona metropolitana, con un saldo de varias personas heridas. Una de las detonaciones dejó completamente destruido el peaje sobre la autopista que comunica a Cúcuta con San Antonio del Táchira, del lado venezolano. Un centro de atención inmediata de la Policía (CAI) también fue atacado con detonaciones y ráfagas de fusil, como se puede observar en diversos videos que circulan en las redes sociales, y a otro le lanzaron una granada en la madrugada de este jueves.

También fue atacada la estación de Policía de La Parada, actualmente en construcción. La secuencia de los hechos todavía resulta confusa. Hasta ahora no han sido reivindicados por ningún grupo armado, pero la ciudad sufre los coletazos de la violenta arremetida de la guerrilla del ELN en la cercana región del Catatumbo, y las autoridades presumen su autoría. El alcalde, Jorge Acevedo, informó a través de X que “habrá toque de queda en la ciudad a partir de las 7 pm del día de hoy y hasta las 6 am de mañana”. Así mismo, fueron suspendidas las clases de este viernes.

El Catatumbo vive desde hace un mes la peor crisis humanitaria que se recuerde en años, con más de 50.000 desplazados y al menos 63 muertos, de acuerdo con el más reciente boletín del Ministerio de Defensa. A Cúcuta han llegado más de 20.000 personas que huyen de esa violencia, y el decreto de conmoción interior que emitió el Ejecutivo nacional para atender la emergencia incluye a su Área Metropolitana. Ante esa incursión, el presidente Gustavo Petro suspendió en enero las negociaciones de paz con el autodenominado Ejército de Liberación Nacional, la última guerrilla en armas, cuyos crímenes han sembrado el terror también en la propia Cúcuta desde hace décadas. La actual crisis ocurre en medio de un evidente deterioro de la seguridad a lo largo y ancho de Colombia, con al menos una docena de focos que han activado las alertas de la Defensoría del Pueblo.

Cúcuta es la capital de Norte de Santander, sobre la porosa frontera de más de 2.200 kilómetros con Venezuela. Se trata de uno de los departamentos más golpeados por el conflicto armado de más de medio siglo que Colombia busca dejar atrás desde que firmó a finales de 2016 el acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC. En el departamento, a pocos kilómetros de la capital, está el Catatumbo, con una de las mayores concentraciones de cultivos de hoja de coca en el mundo, donde todavía operan un rosario de grupos armados ilegales que incluyen tanto al ELN como a las disidencias de las extintas FARC.

La urbe fronteriza no es ajena a todo tipo de atentados. La lista de antecedentes es interminable. Cúcuta ha sido epicentro de una desordenada violencia que precede la llegada de Petro al poder, hace ya dos años y medio. A mediados de 2021, un carro bomba en una brigada del ejército dejó decenas de heridos, y también en esos días recibió una ráfaga de fusil el helicóptero en el que viajaba el entonces presidente Iván Duque. En diciembre de ese año, otros estallidos de madrugada en el aeropuerto Camilo Daza provocaron la muerte de tres personas –dos policías y el hombre que transportaba los explosivos–.

En abril de 2023, un estallido en un concurrido sector del centro de la ciudad dejó una persona muerta y varios heridos. En plena campaña para las elecciones regionales de 2023 se produjeron las amenazas de muerte a la directora del periódico local La Opinión, Estefanía Colmenares, que conmocionaron nuevamente a los cucuteños. Y hace un año, el alcalde recién posesionado, Jorge Acevedo, denunciaba las amenazas de muerte de un cabecilla que decía pertenecer a las bandas binacionales AK47 y Tren de Aragua, parte del archipiélago de organizaciones criminales que operan en la zona –hasta 25 bandas operan en Cúcuta–.

Cúcuta y su área metropolitana se han convertido en los últimos años en un espacio de proliferación y fortalecimiento de grupos delincuenciales y, además, un punto de disputa de grupos armados organizados, apunta un informe de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) sobre la urbanización del conflicto en Colombia. “El ELN se ha convertido en una de las estructuras armadas más consolidadas en esta zona, con presencia directa en áreas rurales y urbanas de Cúcuta”, señala la investigación. Su intención es generar control directo en zonas fronterizas como La Parada, el asentamiento que se ha levantado junto al Puente Simón Bolívar, el más tradicional de los pasos binacionales. Allí mantiene actividades extorsivas y garantiza corredores para el narcotráfico.


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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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