Así cambió el mapa del poder local en Colombia: el regreso de las maquinarias tradicionales y un giro a la derecha
Las victorias de Carlos Fernando Galán en Bogotá, Federico Gutiérrez en Medellín o Alejandro Char en Barranquilla reflejan una derrota de la izquierda en las grandes ciudades y una vuelta al status quo que cambió el estallido social y la pandemia
Este lunes primero de enero se posesionan los alcaldes y gobernadores elegidos por voto popular el pasado 29 de octubre. Sus asunciones reconfiguran el mapa del poder local en Colombia, con tres grandes diferencias frente al que surgió de las votaciones anteriores, en 2019. Una es que las maquinarias tradicionales recuperan la fuerza histórica que han tenido en regiones poderosas como Antioquia, Cundinamarca, Santander y la Costa Caribe. Otra, su contracara, es que pierden espacios los políticos independientes o de partidos cercanos al presidente Gustavo Petro, que tenían el poder en ciudades como Cartagena, Cúcuta, Cali o Medellín. Y la tercera es que la derecha tiene un renovado grupo de líderes de menos de 50 años, con viejos conocidos como Federico Gutiérrez en Medellín, o nuevas figuras con ideas ultraconservadoras, como el pastor Jaime Andrés Beltrán, en Bucaramanga.
En resumen, el nuevo mapa es un freno en seco a la ola de cambio que sacudió a Colombia después del estallido social, la pandemia y el paro nacional y, al tiempo, denota el regreso al orden conocido, al status quo que en general ha definido el poder en las regiones. El nuevo tablero de fuerzas políticas implica un complejo desafío para Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en la historia reciente de Colombia. A pesar de que en octubre Petro afirmó que él y sus aliados ganaron las elecciones, la realidad es que los candidatos que tuvieron su apoyo no lograron victorias en ninguna de las grandes ciudades. La derrota más fuerte fue con Gustavo Bolívar en Bogotá, por quien Petro se movió como por ningún otro, pero ni siquiera alcanzó el segundo puesto. Quedó detrás de Carlos Fernando Galán, alcalde electo en primera vuelta, y de Juan Daniel Oviedo, candidato independiente de centroderecha, que ocupará una curul en el Concejo.
El presidente ya no contará con aliados como Daniel Quintero en la Alcaldía de Medellín o Jorge Iván Ospina en la de Cali. Tendrá que sortear las diferencias políticas con gobernadores y alcaldes que pertenecen a partidos que están en la independencia de su Gobierno o que son directamente opositores, y con decenas más que son sobre todo barones políticos locales que se pueden mover cerca o lejos del Ejecutivo nacional. Para enfrentar con eficiencia los problemas de seguridad, movilidad e inequidad en las distintas regiones y sacar adelante proyectos de gran escala que beneficien a las ciudades, a los departamentos y a la nación, Petro y los respectivos gobernantes locales tienen el reto de encontrar acuerdos a pesar de los desencuentros ideológicos.
Una de las primeras inquietudes es la posición del presidente frente a la construcción del metro de Bogotá, que si bien es un problema local, tiene peso simbólico en un país centralista. Petro ha manifestado públicamente, y en repetidas ocasiones, su rechazo al trazado elevado de la línea férrea en el oriente de la ciudad que administró hace una década, y su deseo de hacerlo subterráneo. Pero la alcaldía de Claudia López se negó, recordando que hay un contrato ya firmado y una obra que ya superó el 25% de ejecución. ¿Trabajarán en equipo el alcalde de Bogotá y el presidente de la República, serán ejemplo de cohabitación para el resto del país?
Otra de las preguntas clave es la relación que se establezca entre el Gobierno y los gobernadores y alcaldes de Antioquia, Santander y la Costa Caribe. Son todos políticos de derecha, fuertes críticos de las ideas del presidente. Las victorias de Andrés Julián Rendón, del Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Uribe, en la gobernación de Antioquia, y del exalcalde Federico Gutiérrez en Medellín demuestran que la región más poblada y rica de Colombia ha girado incluso más a la derecha de la orientación que ha tenido en los últimos años: es la primera vez que el uribismo gana con candidato propio.
El gobernador Rendón y el presidente Petro tuvieron esta semana su primer enfrentamiento en redes sociales a raíz de que el Gobierno no prorrogará la delegación de las decisiones mineras en el departamento. Rendón publicó un video molesto en X: “¡Se veía venir! El Gobierno nacional nos niega la renovación de la Delegación Minera que Antioquia tenía desde hace 22 años. Un acto que desconoce la autonomía de las regiones. Un centralismo que asfixia, fastidia y divide”. Petro le contestó: “Mi estimado gobernador, la minería en Antioquia ha quedado en buena parte dominada por grupos armados y, por otra parte, se ha extendido a zonas de tierras fértiles y alta sensibilidad ambiental. No me parece un buen balance”. La relación de Petro y Gutiérrez también será compleja. Fueron rivales en la contienda presidencial, en la que chocaron en varias ocasiones, cuando el ahora alcalde tenía como principal estrategia mostrarse como el antiPetro.
En el Caribe, el triunfo de Eduardo Verano, por tercera vez gobernador del Atlántico, y Alejandro Char, en la Alcaldía de Barranquilla también por tercera vez, es una prueba de la consolidación de los clanes familiares en la región. El regreso de esa dupla ganadora, pese a los escándalos de corrupción que giran en torno a sus mandatos, confirma un antiguo adagio popular: “Mejor malo conocido, que bueno por conocer”. Lo mismo ocurrió en la gobernación de Cundinamarca, en la que quedó elegido por segunda vez el todopoderoso Jorge Emilio Rey. El político de Funza le ganó con mucha ventaja a Nancy Patricia Gutiérrez, candidata del Centro Democrático, y demostró que no importan mucho todos los cuestionamientos en su contra por el llamado volteo de tierras.
Algo similar ocurrió en Cartagena, que eligió como alcalde a un político de vieja data, el exgobernador Dumek José Turbay, por encima de liderazgos independientes como el de Judith Pinedo. En el departamento de Bolívar también se impuso un heredero de los clanes políticos, Yamil Arana Padauí, joven excongresista del Partido Conservador. El único aliado político que tendrá el presidente Petro en el Caribe será el gobernador del Magdalena Rafael Martínez, sucesor de Carlos Caicedo pues el caicedismo perdió la Alcaldía de Santa Marta frente a Carlos Pinedo. El nuevo alcalde también representa el poder de dinastías tradicionales: comenzó su carrera política en el partido Cambio Radical y su medio hermano, el exsenador Hernando Pinedo Vidal, fue condenado por parapolítica. La tendencia de que los clanes familiares mantengan el poder se repite en Valledupar, donde ganó el conservador Ernesto Orozco, y en la Gobernación del Cesar, que será ocupada por Elvia Sanjuan, aliada de la cuestionada y prófuga de la justicia Cielo Gnecco.
La elección del nuevo alcalde de Bucaramanga, el pastor cristiano Jaime Andrés Beltrán, y del gobernador de Santander, el antiguo comandante del Ejército Juvenal Díaz, reflejan un giro fuerte a la derecha en una región en la que Petro tuvo poco apoyo en las presidenciales. Beltrán es conocido como el Bukele colombiano, por ser el candidato que reivindicó las posturas frente a la seguridad del mandatario salvadoreño, y Díaz viene de una dinastía conservadora y logró el aval de partidos políticos tradicionales como el Partido Liberal, el Conservador, Cambio Radical y el Centro Democrático. La relación del presidente con Beltrán y Díaz, que salió del Ejército en el remezón de la cúpula que ordenó Petro, tampoco será fácil.
En la Alcaldía de Cali y en la Gobernación del Valle del Cauca también regresaron los poderes tradicionales. El nuevo alcalde Alejandro Eder remplazará al destituido Jorge Iván Ospina, un político del Partido Verde que en el pasado ha sido cercano a Petro. Aunque Eder llegó al poder por un movimiento ciudadano independiente, es heredero de una de las familias más poderosas y adineradas de la región, dueños del ingenio Manuelita, y recibió el apoyo de muchas fuerzas conservadoras de la ciudad. En la Gobernación ganó por segunda vez Dilian Francisca Toro, antigua presidente del Partido de La U, y quien representa el poder tradicional. Toro ha tenido desencuentros con Petro en los últimos meses, sobre todo por su rechazo a la reforma a la salud del Gobierno que cursa en el Congreso, pero mantiene una relación abierta con el presidente, hasta el punto de que uno de sus alfiles políticos, el exsenador Roosevelt Rodríguez Rengifo, es superintendente de Notariado y Registro.
Justamente ese hecho muestra que a pesar de que el mapa político pinta negativo para el Gobierno, las relaciones de mutua necesidad entre mandatarios locales, congresistas y el Ejecutivo, abren un margen para sacar adelante proyectos, e incluso formar alianzas o acuerdos burocráticos. Además, a pesar de que en las grandes ciudades y departamentos ganaron los políticos de siempre, de derecha y con el apoyo de las maquinarias tradicionales, hay algunos lugares donde hubo excepciones y sorpresas. En Tunja, por ejemplo, quedó elegido como alcalde el ruso Mikhail Krasnov, sin filiación política, y en el Chocó la nueva gobernadora es Nubia Carolina Córdoba, la primera mujer en ser elegida para ese cargo y aliada del presidente. Representa el anhelo de cambio de un departamento en el que el 63 % de la población vive en la pobreza -aunque también la fuerza de los clanes políticos, es heredera del llamado cordobismo chocoano.
Al final, el refuerzo de los poderes tradicionales no implica necesariamente ni un giro a la derecha ni la imposibilidad de que el Ejecutivo encuentre aliados, con decenas de grupos y clanes políticos acostumbrados a negociar con quien esté en el poder.
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