Los caleños apuestan por un nuevo aire con Alejandro Eder; los vallecaucanos votan por la ya conocida Dilian Francisca Toro
Aunque las encuestas los mostraban cabeza a cabeza, el alcalde electo sobrepasó en más de diez puntos a Roberto ‘el Chontico’ Ortiz
Alejandro Eder Garcés, portador de varios de los apellidos de mayor tradición e influencia del Valle del Cauca, será el encargado de llevar las riendas de la capital del departamento. Pese al significado que implica ese legado, el alcalde electo de Cali ha asegurado que busca cerrar las brechas sociales y sanar las heridas de una de las ciudades que quedó más fracturada tras el estallido social de 2021, y que se ha convertido en la más violenta de Colombia.
La decisión de los caleños fue contundente. Aunque todas las encuestas planteaban un cabeza a cabeza entre Eder y el otro candidato opcionado, Roberto ‘el Chontico’ Ortiz, el ganador logró una ventaja de más de diez puntos. Consiguió 315.599 votos, el 40,39%, contra 220.404, el 28,21%, del segundo.
Los dos eran conocidos para los votantes, pues se habían presentado previamente en la Alcaldía —era la segunda ocasión para Eder y la tercera para ‘el Chontico’— y esta vez usaron el mismo mecanismo: se postularon por recolección de firmas. El ganador lo hizo por el movimiento ‘Revivamos Cali’. El segundo, bajo la sombrilla de ‘Firme por Cali’. Pero ninguno se mantuvo totalmente independiente de los partidos. Tiempo después de su inscripción, Eder recibió los avales de los partidos Conservador, Cambio Radical, Colombia Justa Libres, Nuevo Liberalismo y Colombia Renaciente, mientras que a ‘el Chontico’ se adhirieron el Partido Liberal y La U.
La historia personal de Roberto Ortiz contrasta con la de Eder. De origen popular, empezó vendiendo chance —una especie de lotería— en la calle, y con los años se convirtió en un gran empresario de los juegos del azar. Se hizo famoso gracias al sorteo llamado “Chontico millonario”, que explica el sobrenombre con el que es conocido por la ciudadanía. Tras ser congresista liberal, en 2019 fue respaldado por el uribismo. Muchos caleños lo consideraban indefinible ideológicamente y reparaban en su poca elocuencia para hablar de los grandes problemas de la ciudad.
Aunque fue crítico del saliente alcalde, Jorge Iván Ospina, luego hizo alianzas con algunas personas cercanas al mandatario. Ese distanciamiento era clave en una ciudad en la que la favorabilidad del alcalde es la más baja de todas las grandes metrópolis colombianas. Si bien todos los mandatarios fueron golpeados por la opinión luego de una pandemia que golpeó la economía y disparó el hambre y el desempleo, los sondeos situaban a Ospina en el peor de los escenarios: su índice de desaprobación varía entre el 70% y el 80%.
Ese rechazo refleja la sensación de los caleños de ver estancada —en obras públicas, cultura ciudadana e infraestructura― a la ciudad. Eder, quien fue director ejecutivo de ProPacifico, una organización público-privada dedicada a impulsar proyectos de alto impacto para el desarrollo del Valle del Cauca y de la región Pacífico, planteaba esperanzas en ese sentido. No en vano su eslogan era “Revivir Cali”. Se hablaba de la ciudad como de un paciente convaleciente.
La carrera política de Eder ha estado marcada por el apoyo a los procesos de reincorporación, primero respaldando la Ley de Justicia y Paz del Gobierno de Álvaro Uribe para la reinserción de paramilitares a la vida civil y luego como negociador de Paz y representante del Gobierno de Juan Manuel Santos en las conversaciones con la extinta guerrilla de las FARC. La élite caleña más conservadora no le perdonaba su cercanía a dicho proceso, mientras que a la población en general le costaba sentirse identificada con un empresario nacido en Washington. Aunque ‘el Chontico’ tampoco nació en la ciudad: sus orígenes son tolimenses.
Las mujeres le dieron el último impulso a Eder. Por un lado, la adhesión de la candidata independiente Diana Rojas, quien marchaba tercera en las encuestas y se unió a él a pocas semanas de las elecciones. Por otro, el apoyo permanente en la campaña de su esposa, la actriz y reina de belleza Taliana Vargas, quien hizo una fuerte presencia en las calles y en las redes sociales, resaltando el tema de la familia unida.
Dilian consolida su poder regional
Dilian Francisca Toro es la política más poderosa del Valle del Cauca, donde es conocida como ‘la baronesa’. Pese a ser médica especialista en reumatología, desde la década del 2000 comenzó a consolidarse electoralmente. En el departamento ha ocupado todos los cargos de elección popular: fue concejal de su municipio natal, Guacarí, y llegó a gobernadora en 2015, con más de 500.000 votos. Regresa a ese cargo, que heredó en 2019 a su ahijada Clara Luz Roldán, con poco más de la mitad de la votación: 265.169 apoyos, un 35,01%. El segundo fue Ferney Humberto Lozano, del Pacto Histórico, que consiguió el 13,49% de los votos: 102.142.
Roldán fue su mano derecha durante su Gobernación, y Dilian Francisca ha ido instaurando una especie de “matriarcado”. Como presidenta del Partido de la U ―fundado en 2006 para apoyar la reelección del entonces presidente Álvaro Uribe―, logró varias victorias en alcaldías del departamento. Entre ellas está Ligia Córdoba, la primera mujer elegida como alcaldesa en la historia de Buenaventura, el principal puerto sobre el Pacífico. De los 42 municipios de Valle del Cauca, 16 serán gobernados por políticos avalados por La U, mientras que en otros 9 ese partido hace parte de la coalición por la que se presentaron los ganadores. Técnicamente, tendrá influencia sobre más de la mitad de los alcaldes del departamento.
En 2019, Dilian fue elegida como la mejor gobernadora de Colombia. Es conocida por su capacidad de gestión, su pragmatismo y su capacidad de adaptarse —no ha sido una férrea opositora del Gobierno de Gustavo Petro, pero sí ha marcado diferencias—, así como por haber saneado las finanzas del departamento. Pero también tiene sombras: ha sido investigada penalmente y es vista como una persona cercana a las lógicas clientelistas tradicionales.
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