El anhelo de cambio renace en Chocó con la primera mujer electa a la Gobernación
Nubia Carolina Córdoba, la figura electoral que triunfó rodeada de liberales investigados por corrupción, promete gobernar sin ataduras
Como si el destino estuviera escrito, Nubia Carolina Córdoba fue la primera mujer elegida como gobernadora de Chocó justo 20 años después de la tragedia que acabó con la vida de su padre, Darío Córdoba Rincón, un político liberal que ejercía como representante a la Cámara por ese departamento. Murió en el accidente de una avioneta que cayó al río Baudó en 2003 cuando le hacía campaña a su primo, Carlos Escobar Córdoba, precisamente a la Gobernación. Escobar también iba en la aeronave y sobrevivió, pero no consiguió llegar al cargo. En 2016 enfrentó una condena por haber recibido apoyo de grupos paramilitares y en 2021 falleció.
Córdoba, una abogada de 33 años, reanimó la esperanza de cambio en un departamento con 595.000 habitantes, hastiado de la desidia y la corrupción. Pese a tener el aval del muy tradicional Partido Liberal —con décadas de primacía política y poca credibilidad en la región— y el apoyo de algunos de sus integrantes cuestionados, derrumbó los temores de los votantes. “En mí no pesa ningún tipo de atadura. A partir del primero de enero recibo un mandato de la gente”, afirma a menos de un mes de posesionarse.
Obtuvo el respaldo del partido faltando solo tres meses para las elecciones, tras una puja interna con los dirigentes más antiguos; recorrió el territorio por río, mar y selva; y ganó contra todo pronóstico, pues figuraba tercera en las pocas encuestas que se hacen en el departamento más empobrecido de Colombia. Con más de 100.000 votos venció a Patrocinio Sánchez Montes de Oca, un exgobernador miembro de otra dinastía política, y quien fue destituido al ser condenado por dobles pagos en contratos cuando fue alcalde de Quibdó. “Las mujeres decían: ‘Vamos a montar una mujer por primera vez a la Gobernación’”, narra una de las electoras. Su triunfo se vivió en las calles como un grito de gol.
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Desde pequeña, la sangre política corría por las venas de Nubia Carolina Córdoba. Asistía a discursos en las plazas públicas de la capital del Chocó. En lo alto de una tarima, invitaba a la multitud: “¡Voten por mi mamá, voten por mi papá!”.
Sus padres se dedicaban a la política desde antes de que naciera. La mamá, Elizabeth Curi, fue cinco veces diputada departamental, entre comienzos de los años ochenta y finales de los noventa. Ahora es su coequipera. Los roles cambiaron y, esta vez, fue ella quien levantó la voz en manifestaciones públicas a favor de la hija.
El papá de Nubia Carolina era sobrino nieto de Diego Luis Córdoba (1907-1964), un influyente líder de ideas socialistas que defendió los derechos de las comunidades negras en la primera mitad del siglo XX; fue el primer abogado que tuvo el Chocó, congresista por tres décadas, impulsor de la creación del departamento y fundador del cordobismo, un movimiento liberal. Córdoba Rincón era primo de la senadora Piedad Córdoba, quien por décadas militó en el Partido Liberal y en la actualidad integra las filas del oficialista Pacto Histórico.
Cuando el padre murió, Curi se centró en asegurarle un futuro a su hija de 13 años. “Nos correspondió estar la una para la otra. Ser una hija que entendiera que había una mamá haciendo muchos esfuerzos. Y mi mamá entender que había una hija con sueños, que iba a tratar de alcanzarlos de la mano de ella”, relata la gobernadora electa mientras viaja en compañía de EL PAÍS hacia Riosucio, el municipio donde obtuvo la mayor votación.
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El recorrido es de hora y media por una vía destapada que inicia en Belén de Bajirá, un corregimiento que se ha convertido en el municipio número 31 del Chocó, tras la aprobación de un referendo que la próxima gobernadora siguió de cerca. Hasta entrada la noche de ese domingo en el que lo visitó, atendió en un hotel local a pobladores y líderes de las bases liberales que se sacaban selfies y pedían empleo o ayudas.
Carolina, o Nubia Carolina, como la saludan en las calles, nació y se crio en Quibdó. Se divertía en el barrio Tomás Pérez saltando lazo y frecuentaba el municipio de Tadó, donde vivían sus abuelos maternos, mineros artesanales. Por el poblado cruza el río San Juan, uno de los tres principales del Chocó, junto con el Atrato y el Baudó. “De chiquita era pegada al río; me gusta mucho nadar. Pescaba, bajaba frutos de los árboles. Tuve una infancia muy feliz”, recuerda.
Fue gobernadora estudiantil y personera en el antiguo colegio femenino de La Presentación de Quibdó, fundado por monjas de esa congregación. “La hermana Ángela fue uno de mis referentes, creía en la educación de mujeres para la democracia”, destaca. Entre la escuela y la casa, dice, se ganó la lotería.
Estudió Derecho en la tradicional Universidad Externado de Colombia, una entidad de estirpe liberal en la capital del país. A los 16 años llegó a una ciudad de unos 8 millones de habitantes y se enfrentó a mundos opuestos. “No había vivido por fuera del Chocó, ni experimentado cosas que no tienes ni idea que existen como el racismo, que te maltraten por tu acento o color de piel”.
Dedicó su tesis de grado a la memoria de su padre. Y añadió: “A mi madre, quien construyó las alas con las que vuelo”. Se especializó en Derecho medioambiental, estudió una maestría en Planificación Territorial en la Universidad de Barcelona e inició un doctorado en Política y Gobierno de la Universidad Católica de Córdoba, Argentina.
Investigó sobre derechos étnicos y trabajó con comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras de diferentes zonas del país. Dio el paso firme a la política cuando intentó en vano llegar a la Cámara de Representantes en 2018, con el partido de sus padres. “Tocó romper muchas capas de miedo para decir: ‘Sí, soy capaz de presentarme’”, reconoce.
Al año siguiente gerenció la campaña del gobernador liberal Ariel Palacios, quien la nombró secretaria del Interior y de Gobierno tan pronto se posesionó, el 1 de enero de 2020. Dos días después estaba en un helicóptero artillado ante las alertas por enfrentamientos entre el ELN y el Clan del Golfo. Luego se cruzaron la pandemia, una emergencia invernal y un voraz incendio que dejó dos personas muertas y decenas de viviendas destruidas en Riosucio.
Ese día, tomó el móvil en un impulso para llamar a la Casa de Nariño. “Eran como las diez de la noche. Creo que levanté a todo el mundo en el Palacio presidencial. Desperté al viceministro [del interior], y le dije: ‘Se me está quemando el segundo pueblo más grande del Chocó”. A la mañana siguiente, el funcionario estaba en el sitio de la emergencia. Córdoba gestionó la creación del primer cuerpo voluntario de bomberos del municipio.
En 2021 renunció para buscar nuevamente el aval liberal a la Cámara. No lo obtuvo. El portazo fue un empujón para buscar un nuevo rumbo: la Gobernación.
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El 65% de la población del Chocó tiene necesidades básicas insatisfechas, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE). El agua potable y la energía eléctrica son lujos. Hay potencial para el turismo, la ganadería y la agroindustria, pero la infraestructura es débil, o inexistente.
Es un territorio de contrastes; el único departamento que bañan los océanos Pacífico y Caribe, y el único que limita con Panamá, una ubicación privilegiada que le ha abierto incesantes heridas por los enfrentamientos de grupos ilegales. Muchos de sus dirigentes se han apropiado de dinero público, mientras 7 de cada 10 chocoanos viven con menos de 11.000 pesos (menos de tres dólares) al día.
El Chocó ha tenido 14 gobernadores en los últimos 15 años. Duran en promedio nueve meses. Es el epítome del caos. Los tres últimos mandatarios elegidos –avalados por el Partido Liberal, algunos en coalición con el Partido Conservador, Cambio Radical y el Partido Verde– han sido procesados por corrupción.
Efrén Palacios, ganador de unas elecciones atípicas en 2013, fue acusado por el presunto desfalco en una licitación para llevar gas domiciliario a algunos municipios y por el pago de deudas de campaña con dinero de contratos para comprar medicamentos. El elegido para el periodo 2016-2019, Jhoany Carlos Palacios –actual representante a la Cámara, conocido como Domingo– tiene una investigación en la Corte Suprema de Justicia por irregularidades en la construcción de obras públicas.
El actual, Ariel Palacios, estuvo suspendido tres meses en 2020 por supuestas anomalías en contrataciones durante la pandemia. Disciplinariamente terminó absuelto, pero dos años después tuvo detención domiciliaria en el proceso penal. Al año recuperó la libertad por vencimiento de términos, mientras sigue su juicio en la Corte Suprema de Justicia. Sin medida de aseguramiento ni sentencia alguna, volvió al puesto en un hecho que levantó controversia por la ausencia de una orden judicial que lo amparara.
A Nubia Carolina Córdoba no le alcanzó el respaldo del gobernador para conseguir el aval del liberalismo. Se enfrentó a otros poderosos como Domingo y el exrepresentante Nilton Córdoba, quienes le apostaban a candidatas propias. Era un todos contra todos.
Tanto Domingo como Nilton, investigado por el pago de 200 millones de pesos (50.000 dólares) a un exmagistrado auxiliar del llamado ‘Cartel de la Toga’ para frenar una orden de captura, optaron por apoyar a su antigua competidora. La mano derecha de Domingo, Yosimar Mosquera —acusado de enriquecimiento ilícito en 2021— asumió como gerente de la campaña. Faltando ocho días para las elecciones, la senadora Piedad Córdoba anunció la adhesión del partido de Gobierno.
Sobre esos apoyos se levantaron dudas. “Nubia es una muchacha joven con una visión muy clara, pero elegida por la misma casta que ha controlado parte del poder del Chocó. Si ella no toma distancia de esa casta corrupta, no creo que su Gobierno sea exitoso”, opina el periodista y analista chocoano radicado en Medellín, Jose E. Mosquera.
Por su parte, Velia Vidal, escritora de Bahía Solano y organizadora de la Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó, considera que sin el respaldo de los liberales de siempre, Córdoba no habría ganado. “Los líderes tradicionales de esa colectividad no querían que fuera la candidata. Ella se tuvo que hacer un lugar, pero las diferencias son abismales. Frente a un oponente como Patrocinio Sánchez, un movimiento independiente no habría logrado el cargo. Ahora esperamos una gestión digna de lo público”, señala.
Y agrega: “El hecho de que ella sea una mujer joven, que haya hecho una campaña visitando todo el departamento, presentando ideas, cosa que no estamos acostumbrados a ver en el Chocó, nos hace sentir esperanza, ilusión”.
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Nubia Carolina Córdoba despertó la emoción, especialmente de mujeres y jóvenes, en un departamento donde es difícil mantener los sueños vivos. Encontró palabras para reconstruir la confianza perdida. “Ay hombe, sí, pa’ ver si esto cambia”, le respondían. No les pedía votar por un color, sino por sus compromisos: no dejarlos solos, buscar soluciones para que pudieran vivir sin miedo –a la inseguridad, a la falta de oportunidades, a morir por no tener un hospital cerca– e iniciar una transformación postergada por décadas.
En una campaña contra el reloj, realizó más travesías que eventos. “Preferí utilizar los recursos para ir más rápido por aire a Bahía Solano, Pizarro, o Acandí; o para llegar por río en lancha con motor más potente. Ninguna candidatura había llegado hasta el resguardo indígena embera katío del Alto Andágueda, o la cuenca del río Caracica”, sostiene. En rincones del Chocó resonaba una suerte de himno: “¡Nubia Carolina, gobiérname!”, pregona el arranque de la contagiosa canción.
Interrumpía sus discursos para soltar comentarios desprevenidos, o saludar a un pescador. Era más una charla entre amigos. Sonreía; también hablaba fuerte. Oraba y bailaba en las comunidades. Era una especie de celebridad a la que se podían acercar y que cogió vuelo propio, sin importar el lastre de su partido. La derrota del liberalismo en la disputa por la Alcaldía de municipios como Quibdó y Riosucio, donde ella sí ganó, así lo demostró.
Hasta antes de conocerla, Yoela Martínez, de 24 años, tenía decidido no votar por un liberal. “Le hice campaña con la camiseta blanca, con la cara de ella, no fui capaz de ponerme una roja. No se trató del partido, sino de lo que ella representa. Nos ha demostrado que le interesamos”, comenta la joven oriunda de Riosucio.
Córdoba labró un camino en ese municipio del norte del Chocó en el que pasó unos días, meses antes de las elecciones. Celebró el día de la mujer con una sesión de peinados y el de la madre con un bingo, en el que hubo entrega de ventiladores, ollas, un televisor y otros regalos. Se transportaba por las calles conduciendo una moto. “Sentía y vivía la realidad con nosotros. Eso hizo que la gente creyera mucho en ella y que las mujeres y los jóvenes nos metiéramos en tercera y sin casco”, refiere Martínez.
En la conversación con EL PAÍS, la nueva Gobernadora anticipa que construirá el ‘Plan Chocó 2050′ para desarrollar la vocación productiva de cada subregión y proyectar megaobras que lo conecten con Antioquia, Valle del Cauca y el Caribe. “Es inaceptable que no tengamos nuestra vía al mar, nadie nos puede condenar a estar aislados. Hay que empezar a pensar en el Chocó como territorio de progreso y no de pobreza”, declara Córdoba Curi. Próximamente, lanzará la marca Chocó para mostrar los atractivos del departamento.
Al llegar a su destino en Riosucio, desciende del vehículo para hacer un recorrido en moto. Desde las casas de madera le agitan la mano en un gesto de saludo. En una discoteca que sirve de auditorio, a orillas del río Atrato, habla por primera vez desde su elección. “En este departamento no hay manera de resolver 100.000 problemas individuales. Organicémonos para proponer y participemos en la construcción del Plan de Desarrollo”, les dice a sus electores. “Yo vine a pedir y ustedes pensaban que era al revés”, agrega entre risas.
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