Resulta que la hija de 7 años del primer ministro de Canadá mola tanto como él
Ella-Grace, la única chica de los tres hijos de Justin Trudeau, apunta maneras sumándose al estilo de vida ‘healthy’ de sus padres
Desde que llegase al poder Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, se ha convertido en uno de los líderes políticos más carismáticos de occidente. Joven, atractivo y pegado a su tiempo, no duda en coger un día libre para celebrar su aniversario de boda —y conciliar así vida familiar y laboral durante sus viajes oficiales— o sentarse a departir sobre igualdad y feminismo con la actriz Emma Watson.
El mandatario canadiense es también un defensor del medioambiente y un amante del deporte. A Trudeau le hemos visto hacer flexiones —bastante sobrado— para retar al príncipe Harry y practicar una postura de yoga sobre una mesa del parlamento canadiense. Al yoga, según supimos cuando su fotografía se hizo viral en las redes sociales, era aficionado su padre —el también político Pierre Trudeau— y lo son ahora su mujer Sophie Grégoire Trudeau y su hija Ella-Grace de siete años.
La afición de la niña por el yoga la desvelaba su madre —que ejerció anteriormente como instructora de esta disciplina— en un post publicado en su perfil de Facebook e Instagram el pasado viernes. Sophie decía sentirse muy "orgullosa" de su hija de siete años por "aprender a mantener la calma" en un postura tan exigente como la que estaban trabajando. Y añadía: "¡Una lección de vida!”.
Las preguntas que nos hacemos después de leer sus palabras es: ¿tenemos que llevarnos a nuestros hijos a la próxima clase de yoga? ¿Qué beneficios puede aportar esta disciplina los niños?
"Yo soy una firme defensora del yoga en familia", explica Delphine Guerneur, profesora en el Zentro Urban Yoga de Madrid, "porque se establecen unos vínculos entre los adultos y los niños importantísimos a todos los niveles. No solo estás compartiendo con ellos unos hábitos saludables y trabajando el plano físico, sino que estás contribuyendo a reforzar la comunicación no verbal, la escucha, la conciencia…"
Guerneur imparte clases para niños y también forma a profesores, educadores o psicólogos que quieran introducir técnicas de yoga en sus respectivas disciplinas. "El yoga", explica, "es mucho más que una clase de estiramientos. Tiene ocho ramas de actuación en las que se trabaja, por ejemplo, la respiración y la meditación. Algo que ayuda a los niños a concentrarse y relajarse, y les permite a su vez, aprender mejor. Además, tiene unos códigos éticos universales que hacen de ella una herramienta que resulta muy educativa".
La profesora señala que los cuatro años es la edad que suelen señalar los expertos cómo mínima para que los niños se inicien en este disciplina "pero según la madurez del niño", matiza, "se puede comenzar antes, a partir de los dos, pero de manera muy lúdica. Es un yoga muy centrado en el juego que no tiene nada que ver con la formación de un adulto".
A sus clases y talleres los niños no solo llegan acompañados de sus padres, sino también de sus abuelos, tíos o primos. A partir de los cuatro años y hasta la adolescencia, acuden solos. "Para trabajar su concentración se utilizan muchas herramientas, pero nunca se va en contra de la naturaleza del niño que es curioso y activo de por sí", explica. "Lo que se suele hacer es alternar momentos de tranquilidad, en los que buscas posturas que favorezcan la introspección y la calma, con otros momentos de mayor actividad y juego".
"Ayuda a los niños a concentrarse y relajarse, y les permite a su vez, aprender mejor. Además, tiene unos códigos éticos universales que hacen de ella una herramienta que resulta muy educativa". Delphine Guerneur profesora de yoga
Guerneur también señala que el yoga se puede adaptar a niños de distintas personalidades -"Hay ejercicios que ayudan tanto a canalizar a un niño extrovertido como a una introvertido"- y que, al contrario de lo que se cree, no les resulta más sencillo que a los adultos a nivel físico: "El tema de la flexibilidad es un engaño. Hay niños que son flexibles y niños que en absoluto. No obstante, la meta del yoga no es la flexibilidad sino que tiene más que ver con alcanzar un estado de consciencia y observación".
Guerneur explica que, como en el caso de la hija de Trudeau, con siete años se pueden obtener resultados sorprendentes, pero resta importancia a la espectacularidad de las posturas que vemos: "En el yoga no nos interesa la perfección de la postura, porque no es una perfomance, no estamos haciendo acrobacias. Lo que interesa es el camino que nos lleva hasta allí".
Siempre que se respete el crecimiento y desarrollo de los menores la práctica del yoga "beneficia su coordinación, el equilibrio, la resistencia o la fuerza". Y además, señala esta profesional, se trata de una disciplina "que no fomenta la competición. Al contrario, hay posturas que se pueden hacer en parejas o en equipo, los niños se tienen que ayudar unos a otros y respetarse. Cada uno de ellos es importante y valioso tal y como es, es un mensaje en el que se incide mucho cuando trabajamos posturas como la del árbol".
Todo ello hace que el yoga sea solicitado, cada vez más, como actividad extraescolar en los centros escolares o que los docentes incorporen algunas de sus pautas a la dinámica de las clases. "Los padres también lo pueden trabajar en casa en distintos momentos", añade Guerneur. "Por ejemplo, incorporando una rutina de cinco minutos cada noche antes de dormir o al despertar, que los ayude a relajarse y eliminar el estrés al que están sometidos en el día a día".
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