_
_
_
_
_
CRÍTICA
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

España no era Franco: el documental de TVE sobre la dictadura mira al pueblo

La serie ‘España, el siglo XX en color’ no rehúye las atrocidades del régimen, pero pone más el foco en la sociedad. En las mujeres, los trabajadores o los jóvenes que no se atenían al relato oficial

La Gran Vía de Madrid, repleta de banderas y lemas franquistas en los años cuarenta, en una imagen coloreada de la serie 'España, el siglo XX en color'.
La Gran Vía de Madrid, repleta de banderas y lemas franquistas en los años cuarenta, en una imagen coloreada de la serie 'España, el siglo XX en color'.RTVE
Ricardo de Querol

Cuando la televisión pública alemana ZDF produjo en 2017 la serie La dura verdad sobre la dictadura de Franco, y cuando Netflix la programó en 2021, muchos se preguntaron cómo es que en España no se hacen documentales así. Algunos sí se hacen: el último es una producción de RTVE con Minoría Absoluta, se acaba de emitir en La 2 y está disponible en RTVE Play. No ha armado tanto ruido porque tiene un nombre muy neutro: España, el siglo XX en color. Pero recorre, en seis capítulos, la historia de este país de los años treinta a los setenta. Es decir, repasa el franquismo desde sus precedentes (la dictadura de Primo de Rivera) hasta el desguace del régimen en la Transición.

Las imágenes de archivo de la televisión pública, del No-Do y de la Filmoteca han sido seleccionadas con mimo y coloreadas como hoy es frecuente en el género documental: en realidad no hace falta para el relato, pero queda más vistoso y quizá sirva para atrapar al que zapea. Afirman que el pasado no fue en blanco y negro. Y el guion tampoco lo es: abundan los matices. No se rehúyen, no, las atrocidades del franquismo durante la Guerra Civil, en la cruel posguerra y aun en las décadas de tímida apertura que siguieron. Pero acierta esta serie en no situar al dictador y su camarilla como el centro de todo: hay un afán sociológico por mirar a los españoles. Eso lo diferencia del documental alemán, muy centrado en la figura del caudillo.

La serie pasa brevemente por las primeras décadas del siglo XX, y es ahí donde más luce el coloreado, aplicado a los primeros rodajes callejeros en España. Que era un país en terapia desde la pérdida de sus colonias, con masas en la miseria y el analfabetismo, con una clase política disfuncional. Aquí se pasa rápido por algunos episodios políticos relevantes: por cada minuto dedicado a Alfonso XIII y su errático reinado, hay varios dedicados a cómo vivía el pueblo (mal) en aquel tiempo. Se percibe la ilusión que despertó la Segunda República, y el avance en las libertades que trajo consigo, pero no se idealiza y quedan claros sus puntos flacos; después, la Guerra Civil se cuenta, sobre todo, desde los ojos de los civiles, en episodios como Gernika o el brutal ataque a la Desbandá que huía de Málaga. Sigue una feroz represión, la humillación de los vencidos, la asfixiante autarquía, la imposición del ideario nacionalcatólico. Se pone bien el foco en el papel de la Iglesia católica en el régimen, cuya represión bendice; esa fue una particularidad del fascismo español. Aquello dura un tiempo, porque el papado de Pablo VI implica un distanciamiento entre el Vaticano y El Pardo; después llegarán a las parroquias curas más cercanos al pueblo y a los obispados algunos partidarios de la reconciliación.

Se cuenta bien el giro que da el régimen en la segunda mitad de los cincuenta, cuando pasa por aquí Eisenhower, se instala Ava Gadner y los falangistas son relevados por tecnócratas del Opus. Los españoles eran muy aficionados al cine, que fue una ventana al mundo, un gran alivio en los peores años de la represión, pese a los esfuerzos de la censura; el doblaje obligatorio fue la forma (a menudo ridícula) de poder modificar los guiones. La televisión (se hacía muy buena televisión en los sesenta) y la apertura al turismo avanzaron en el cambio de las costumbres. Claro que el afán por atraer a viajeros extranjeros dio pie a un desarrollo urbanístico desmesurado que afeó casi todo el litoral. Ya antes de morir el dictador, surge prensa independiente, circulan libros que antes se habrían prohibido y asoma el destape, pero hasta finales de 1975 se persigue y tortura a opositores y se firman penas de muerte. El documental se detiene también en la vida cultural de todo este tiempo, de Concha Piquer a Raimon, pasando por Manolete y el deslucido concierto de los Beatles en Las Ventas; y en el deporte, con el despegue del fútbol como espectáculo de masas, las Copas de Europa del Madrid de Di Stéfano o el fenómeno de Urtain.

Una familia numerosa con su Seat 600, en una imagen del documental 'España, el siglo XX en color'.
Una familia numerosa con su Seat 600, en una imagen del documental 'España, el siglo XX en color'.RTVE

Queda claro el afán en poner el foco en la gente, en mayor medida en quienes no casaban con el relato oficial. Con especial atención a las mujeres, despojadas de sus derechos al caer la República y a las que quieren encorsetar en el papel de esposas sumisas, madres entregadas y amas de casa; incapaces de sacarse el pasaporte o trabajar sin permiso de su marido (eso que pasa hoy en Afganistán o Arabia Saudí y nos horroriza). Esas mismas españolas fueron derribando las puertas de las universidades y de los centros de trabajo, salieron de guateque y se pusieron el bikini (y muchas accedieron a la píldora o viajaron a Londres a abortar). Cuando el dictador muere, el feminismo ya es una fuerza social a tener en cuenta, y con muchas batallas por librar.

La serie mira además a la clase trabajadora, que conoce la miseria y el desarrollismo, que llega a acceder a un 600 y que protagoniza las huelgas que fueron la mayor expresión de resistencia civil en el final de la dictadura. Mira a los barrios, reivindicados por los movimientos vecinales, y al medio rural que se revuelve contra la explotación y el abandono. Mira a los exiliados, mira a los emigrantes. Y mira mucho a la juventud, que incluye a los hijos de los vencedores de la guerra que ya no se identifican con los valores de sus mayores. Las universidades empiezan a ser un foco de conflicto, o mejor dicho un espacio de libertad, ya antes de las algaradas de 1968.

Vemos, en definitiva, que la sociedad iba siempre por delante. Franco murió en la cama, sí, pero España no era, nunca había sido, como él la veía.

Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_