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Lasse Rouhiainen: “La autorregulación no es el camino para construir una inteligencia artificial ética”

El escritor, consultor y experto en inteligencia artificial analiza cómo las nuevas tecnologías pueden cambiar la economía española ante un contexto de inversiones sin precedentes

Lasse Rouhiainen (Espoo, Finlandia; de 42 años), escritor, consultor y experto en inteligencia artificial,
Lasse Rouhiainen (Espoo, Finlandia; de 42 años), escritor, consultor y experto en inteligencia artificial,CLICKROOM FOTOGRAFIA (Joaquín Reina)

La inteligencia artificial no termina de seducir a las empresas españolas. De acuerdo con un informe de la Comisión Europea, el 51% de las pymes no emplea esta tecnología ni tiene pensado hacerlo en el futuro más inmediato. Sin embargo, los esfuerzos públicos por revertir esta situación van a más. La creación de la secretaría de Estado de inteligencia artificial o un plan de inversión específico, dotado con 600 millones de euros, ejemplifican la intención del Gobierno por tomarse en serio una innovación llamada a dominar la actividad económica de esta década.

Lasse Rouhiainen (Espoo, Finlandia; de 42 años), escritor, consultor y experto en inteligencia artificial, conoce el potencial de esta tecnología. Finlandés de nacimiento, pero afincado en Alicante desde hace casi 20 años, alcanzó la fama y el reconocimiento con el libro Inteligencia Artificial: 101 cosas que debes saber hoy sobre nuestro futuro. Ahora vuelve a estar de moda por el lanzamiento de Inteligencia Artificial para los Negocios (Anaya). Como explica a través de una videollamada, España se encuentra ante una oportunidad sin precedentes para incorporar la inteligencia artificial dentro de su tejido productivo. Dar el salto hacia proyectos que marquen un antes y un después. “Culturalmente ha sido difícil invertir en intangibles. Las empresas han preferido el ladrillo o el turismo, actividades que se pueden ver”, sostiene.

Incluso si nos fijamos específicamente en la inversión tecnológica, Rouhiainen comenta que el dinero casi siempre termina en los mismos departamentos y productos. Y la inteligencia artificial pasa de puntillas por estos planes. “Es más sencillo apostar por la ciberseguridad, que compras un programa y es un elemento fijo. La inteligencia artificial requiere superar proyectos piloto. Hay que mover las iniciativas, creer en ellas y evolucionarlas”, argumenta.

Lasse Rouhiainen (Espoo, Finlandia; de 42 años), escritor, consultor y experto en inteligencia artificial.
Lasse Rouhiainen (Espoo, Finlandia; de 42 años), escritor, consultor y experto en inteligencia artificial.CLICKROOM FOTOGRAFIA (Joaquín Reina)

La ética se ha convertido en un aspecto cada vez más relevante cuando la inteligencia artificial sale a escena. La sociedad ha mostrado sus recelos ante algoritmos con la capacidad de determinar sus comportamientos. También las compañías y los ingenieros pulen estos sistemas automatizados, aunque todavía queda un largo camino por recorrer. Cuesta erradicar una discriminación, unos sesgos aún vigentes en muchas de las soluciones tecnológicas. Ni siquiera resulta sencillo consensuar cómo atajar el problema, aunque Rouhiainen se muestra rotundo: “Se ha visto que la autorregulación no es el camino para la inteligencia artificial, ahí están los abusos de Facebook o Google”.

Según sus palabras, sin la desaparición de las cajas negras, sesgos y discriminaciones será imposible avanzar hacia el próximo nivel en el uso de la inteligencia artificial. La vulneración ética limita las posibilidades y características que ofrece. Rouhiainen habla de tres características indispensables si pretendemos exprimir el potencial de esta tecnología: transparencia, equidad y respeto por la privacidad. Si un algoritmo incumple alguna de ellas, las iniciativas continuarán topándose con un muro que limitará su avance. “La vida de cualquier persona puede mejorar con la inteligencia artificial. Mi miedo es que no llegue a todas las personas. Hoy en día, el porcentaje de gente implicada y conocedora de la tecnología es muy poca en términos generales”, destaca.

Creación de una ‘oficina de datos’

Sin datos no hay inteligencia artificial y viceversa. Por esta razón, Rouhiainen apela a la necesidad urgente de que España se dote de una oficina de datos —incluida en el plan presentado por el Gobierno el año pasado—. Serviría de fuente, de base sólida, para todos los proyectos que demanden este tipo de información. Ayudaría a centralizar y canalizar las iniciativas independientemente del conocimiento que posean de la tecnología. “Es la oportunidad del siglo para España. Si se aplica todo lo que la secretaría de Estado ha enunciado y le añadimos los fondos europeos, el salto hacia adelante es innegable”, zanja.

Aunque no guarde relación directa, la oficina de datos facilitaría la creación de nuevos negocios basados en inteligencia artificial. Surgirían nuevos mercados y dinamizaría los ya existentes. Algo que, en palabras de Rouhiainen, abriría la puerta a la exportación de esta tecnología a terceros países, sobre todo latinoamericanos. Si le sumamos un programa educativo ambicioso, al estilo del desarrollado en Finlandia desde hace décadas, España lograría la cuadratura del círculo. “La inteligencia artificial es la nueva industria, con capacidad de venderla a regiones importadoras. Necesitamos más ejemplos de cómo utilizar el big data para cada sector; y ahí la inteligencia artificial es fundamental”, precisa.

Si en España se produjera el salto en inteligencia artificial al que apela Rouhiainen, tanto jóvenes como emprendedores impulsarían proyectos con mayor facilidad. Por no mencionar la modernización a la que se vería abocada la educación y sectores demandantes de tecnología, como el industrial o el sanitario. Para conseguirlo, toca fijarse en otras herramientas y lograr un consenso de país que no cambie cada legislatura los planes establecidos. “No veo a España creando el nuevo Google, pero es que tampoco lo necesita. Los jóvenes han de aprender cómo funciona la inteligencia artificial y blockchain. Eliminarían intermediarios. Reducirían el poder de plataformas como Booking y Tripadvisor y desarrollarían otro tipo de turismo”.

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