Estas son las tecnologías que necesitaremos para vivir en la Luna
Con el polvo lunar podemos hacer ladrillos. Lo ha descubierto la división de exploración espacial de Spaceship EAC, un proyecto de entrenamiento e innovación de la Agencia Espacial Europea
Qué pasa si calentamos polvo lunar en el microondas? Sería razonable pensar que no tenemos respuesta para esta pregunta, porque, por una parte, quién tiene polvo lunar en casa, y por otra, a quién se le ocurre meterlo ahí. Pues hete aquí que podemos responder a las tres cuestiones. La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) tiene polvo lunar en la despensa. A la división de exploración espacial de Spaceship EAC se le ha ocurrido meterlo en el microondas, y el resultado del experimento es una masa derretida que, una vez en estado sólido puede servir para pavimentar carreteras y pistas de aterrizaje, e incluso para fabricar ladrillos. ¿Dónde? En la Luna.
Spaceship EAC, fundado por el astronauta Frank De Winne en 2012, es un proyecto de entrenamiento e innovación del European Astronaut Centre (de ahí las siglas EAC), que tiene su sede en Colonia (Alemania) y está dedicado a las exigencias de poner humanos en el espacio: desde el reclutamiento hasta el entrenamiento y desarrollo de medios técnicos. En el apartado de exploración espacial, combina los esfuerzos de jóvenes profesionales y estudiantes de toda Europa para desarrollar tecnologías que permitan la vida interplanetaria.
Llegar a la Luna y quedarse por más tiempo del que exige hincar una bandera no es cosa menor. Quienes intenten alargar su estancia en la Luna necesitarán poner a punto nuevos sistemas de soporte vital, habitabilidad, interacción humano-robot, producción y almacenamiento de energía, protección de la radiación, uso de recursos in situ, fabricación aditiva y medidas y hardware de ejercicio para contrarrestar los impactos fisiológicos de la vida en el espacio.
Hazlo tú mismo
Por eso sabemos lo que pasa cuando metemos polvo lunar (regolitos) en el microondas. "Resulta que es muy sensible a los 2,4 gigahercios de un microondas convencional, debido a su contenido de hierro. Nos hizo pensar en el potencial de esta tecnología existente para construir un hábitat lunar sostenible", explicó Aidan Cowley, consultor científico y uno de los líderes de Spaceship EAC en un comunicado de la ESA.
Otra cosa que necesitaremos en la Luna es oxígeno. Para procurarlo, los investigadores del EAC proponen aprovechar los recursos disponibles en el entorno lunar, en el que abundan regolitos ricos en óxido y hielo que "pueden procesarse para liberar gases de oxígeno e hidrógeno" válidos tanto para aplicaciones de soporte vital como para sistemas de propulsión. "El potencial de los recursos del entorno lunar está siendo cada vez más estudiado y agencias espaciales, actores industriales e instituciones de investigación de todo el mundo están llevando a cabo trabajos de desarrollo relacionados con recursos espaciales", señala el artículo en el que se presentaron estas técnicas, publicado el pasado mes de septiembre.
El objetivo de prolongar el tiempo que los seres humanos pueden permanecer en la superficie lunar se apoya en el mayor potencial de las expediciones de exploración que incorporan humanos. Durante la misión Apolo 17, los astronautas condujeron durante un total de 31 kilómetros y recolectaron 76 kilos de materiales lunares que trajeron de vuelta a la Tierra. El rover Opportunity recorrió la misma distancia y no trajo souvenir alguno.
Polvo de doble filo
El mismo polvo que Cowley propone utilizar para construir un puesto de investigación permanente sobre la superficie de la Luna también es uno de los obstáculos que hay que neutralizar para garantizar el correcto desarrollo de los trabajos de campo. Allá arriba, estas partículas resultan especialmente abrasivas y pueden estar eléctricamente cargadas, de manera que es necesario desarrollar equipos resistentes a temperaturas extremas y radiaciones. En la misma línea, un hipotético hábitat lunar adaptado para la supervivencia humana tendría que incluir sistemas capaces de mantener el aire y prevenir la contaminación por parte de estas partículas de polvo.
La temperatura sería otro problema, pues la ausencia de atmósfera en la Luna facilita que durante la noche lunar -que dura unas dos semanas- las temperaturas caigan a mínimos extremos. Este espacio también tendría que incorporar protección frente a micrometeoritos y los propios astronautas necesitarían estar resguardados de la radiación.
La vida en la Luna también exige arquitectos, y Spaceship EAC los tiene. Algelus Chrysovalantis, está terminando sus estudios y es uno de los jóvenes investigadores que colaboran en el centro de la ESA. En la Luna, como en la Tierra, el objetivo es proteger a los habitantes de las condiciones externas. A los consabidos cambios de temperatura se suma el tipo de terreno y la gravedad. "La naturaleza multidisciplinar de nuestro equipo -desde ingenieros aeroespaciales hasta biólogos- nos ha ayudado a examinar todos los detalles de la construcción y requerimientos energéticos", explica el investigador.
Su propuesta es transportar módulos hinchables a la base de un pequeño cráter a la región polar del sur de la Luna y después, llenar la cavidad con sustrato lunar, hasta que esos módulos queden enterrados. "Metros de protección resguardarían a quien se encuentre en el interior de la radiación y construir dentro de un cráter ayuda a aislar, gracias a la temperatura estable del entorno subterráneo de la Luna". Además, el cráter se convierte en una protección natural contra los asteroides.
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