Mi prueba de ADN: 80% ibérica
La moda en Silicon Valley es hacerse un test de genética para detectar posibles enfermedades
Estados Unidos es un país de emigrantes. Solo tienen un apellido y la mayoría de las mujeres lo cambian al casarse. Esto significa que es fácil perder la pista de quiénes son parientes y, al mismo tiempo, existe una ilusión por encontrar parientes más o menos cercanos y entablar relación.
En Silicon Valley, la salud es una de las obsesiones colectivas. El kale, col rizada, se considera un súper alimento, pero eso es solo una anécdota. La intersección entre la tecnología y la salud comienza a ser uno de los campos que más interés despierta en los inversores de capital riesgo y grandes filántropos de la zona.
La última moda en la capital tecnológica es hacerse un test de ADN para saber conocerse mejor, saber de enfermedades potenciales y, quizá, dar con algún primo tercero al que se perdió la pista o un medio hermano desconocido.
23andMe consigue unir ambas inquietudes, y lo hace con facilidad de uso y un precio aceptable. Entre 129 y 179 dólares, depende de si se compra uno o dos paquetes para hacerlo con un familiar, amigo, regalarlo... La primera experiencia comienza cuando llega la caja. Las instrucciones explican que hay que darse de alta para crearse un perfil en la web, tomar un tubo y llenarlo de saliva, pero no sirve cualquier saliva. Es necesario no haber comido en la media hora anterior a la toma de la muestra. Después, se rompe un tubo con un líquido conservante, se sella y se deposita en cualquier buzón. La cajita viene con el franqueo. ¡Sí, envías un tubo con tu saliva por correo!
En un plazo de entre cuatro y seis semanas un correo electrónico avisa de la llegada de resultados y entonces comienza lo divertido y curioso a la vez.
Para empezar, te dicen cosas de ti que ya sabes, pero que sirven para que gane confianza el resto de datos. En mi caso sabe que puedo doblar la lengua, que tengo los ojos entre verde y marrón o que al sonreír me salen hoyuelos. Descubrí algo sorprendente con respecto a mis músculos, son de contracción rápida. Lo delata la proteína alpha-actinin-3, al parecer frecuente en los atletas de élite. Pero que por desgracia o falta de dedicación no he explotado por ahora. Aunque no todo es el potencial...
Durante toda mi infancia tuve una lucha con mis padres a causa del Colacao matinal. Mientras yo insistía en que me repetía hasta la hora del recreo y no lo quería tomar, ellos pensaban que era una de mis rarezas. Hasta que pude pasar al café, sufrí cómo regurgitaba la leche por mi esófago. Bien, según la prueba tengo una alta probabilidad de ser intolerante a la lactosa. Lo que explicaría esta situación. Tolero bien el alcohol y las grasas no me afectan especialmente, pero mejor si no abuso de las saturadas, recomiendan. Al mismo tiempo, me cuentan algo que ya sabía, que tengo una inclinación a comer cosas saladas pero no dulces. Y que lo amargo también me atrae.
Según mi patrón genético, necesito 18 miligramos menos de cafeína al día menos que la media para despertarme.
No tengo predisposición genética a padecer ninguna de las enfermedades que por ahora son capacidad de detectar, ¡un alivio!
Lo más divertido llega en la parte de antepasados. Soy un 99,1% europea, 80,4% ibérica, 2% sarda, 4% francesa y un 1% británica. Todo rematado con un 0,2% de judía askenazí. Se puede desplegar una línea temporal. En la misma se ve cómo la mezcla de nacionalidades se da entre 1740 y 1810. Tiene bastante sentido si se tiene en cuenta la invasión napoleónica y los diferentes enfrentamientos con Inglaterra.
En todo momento se aclara que todo lo que descubren es orientativo y se puede consultar más con ellos o con médicos que recomiendan. Detrás de 23andme está Anne Wojcicki, exmujer de Sergey Brin, cofundador de Google y hermana de Susan, la consejera delegada de YouTube. No es una recién llegada. Estudió biología en Yale y trabajó con fondos especializados en salud. Aunque fundó la empresa en 2006, el gran foco de atención y dinero de los inversores en 2010, cuando Brin contó que su madre padecía Parkinson y que él, tras hacerse la prueba, descubrió que tenía predisposición genética para heredarlo. Él que había intentado poner orden en la información de Internet con Google, emprendía una cruzada para investigar y dar con la cura del Parkinson.
Para empezar, te dicen cosas de ti que ya sabes... En mi caso [el test] sabe que puedo doblar la lengua, que tengo los ojos entre verde y marrón o que al sonreír me salen hoyuelos
La presentación de los resultados es lúdica. La mecánica de uso también tiene tintes de entretenimiento, pero el fondo sí pretende conocer mejor las debilidades de la humanidad. La ambición de esta empresa es tener una base de datos lo más amplia posible y poder estudiar mejor patrones usando inteligencia artificial. Escudriñar cómo a partir de los orígenes y herencia genética de cada uno se puede vivir más y mejor.
Al final del test aparece una opción para dar consentimiento para encontrar parientes. No tengo ninguno, pero encaja con la sección de antepasados. Soy la primera de mi estirpe en poner un pie en América.
Si consigo que mis padres, o mi abuela, se lo hagan, podré saber todavía más de mis ancestros y posibles debilidades.
Si estuviera en España, sería raro encontrar un amigo con el que comentar sus resultados. Aquí es exactamente lo contrario: “¿Qué? ¿Ya te lo has hecho? ¿Qué te salió?”. Nunca unos mililitros de saliva dieron para tanta conversación.
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