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Crisis en la música digital

En dos décadas, el aficionado ha pasado de la esclavitud del CD a 21 euros a escuchar música sin límite por 9,5 euros con los servicios de 'streaming'

James Darell (corbis)

La industria discográfica fue herida mortalmente por las descargas digitales, pero estas también empezaron a sufrir con la aparición de los servicios de streaming, que, a su vez, tampoco logra salir de pérdidas porque sus millones de abonados prefieren escuchar anuncios de vez en cuando antes que pagar una suscripción mensual. La última víctima se anunció ayer: Music Hub, el servicio que Samsung preinstalaba en todos sus smartphone.

El anuncio, efectivo a partir del 1 de julio, llega un mes después de que Twitter cerrara su propio servicio, que apenas duró un año (en España, seis meses). Twitter Music había nacido con la intención de crear un vínculo más fuerte entre su audiencia y los artistas, a la vez que ofrecía tendencias musicales en diferentes lugares del mundo, un radar para ser el primero en estar a la última.

La retirada de empresas a las que les sobra el dinero se completa con Google, que hace dos años cerró el mismo servicio, pero en China, donde Baidu y otras opciones locales le habían dejado sin ninguna influencia en ese mercado.

Samsung pide a los abonados de Music Hub que descarguen todo el contenido comprado y que utilicen los vales pendientes antes del 1 de julio, pues después de esas fechas ya no estarán disponibles las listas de canciones. La empresa mantendrá abierta la tienda musical, al igual que la de juegos y películas, pero cierra la de libros. "Anunciaremos una experiencia aún mejor y sin contratiempos", promete Samsung en sus móviles.

Spotify y Pandora reúnen entre los dos 100 millones de abonados y otros tantos millones de euros en pérdidas en el último año

El servicio permitía a los abonados crear listas de reproducción de hasta 200 canciones, que podían ser almacenadas en el aparato sin necesidad de conexión a Internet. Gracias a Music Hub se podían combinar las listas entre los diferentes dispositivos del hogar del ecosistema del fabricante coreano, del teléfono al televisor.

El servicio musical se desarrolló tras comprar en 2012 mSpot, proveedor de contenidos en la nube. Aprovechó su liderazgo mundial en ventas de smartphones para preinstalar el sistema en todos los modelos Galaxy; sin embargo, ese público, en principio, cautivo, parece que no se animó a utilizar el servicio.

El cierre llega cuando se extienden los servicios puramente de streaming (consumo sin descarga), como los de Spotify y Pandora, que reúnen entre los dos 100 millones de abonados y otros tantos millones de euros en pérdidas en el último año.

En el caso de Spotify, solo una cuarta parte de los abonados paga por la suscripción, mientras que el pago de derechos de autor limita mucho sus márgenes de beneficio.Y la fuerte competencia de iTunes Radio, con todo el dinero de Apple detrás, les va a poner las cosas aún más difíciles. Los últimos trabajos de Beyoncé o Black Keys, por poner unos ejemplos, solo se pueden oír en iTunes Radio. La exclusividad es a cambio de pagar más: 0,13 céntimos por canción escuchada (más de 20 segundos) y un 15% de los ingresos por publicidad, más de lo que paga la competencia.

Paradójicamente, la popularidad del consumo de música sin descarga ha frenado las ventas digitales, que, a su vez, ya habían hecho mucho daño a la industria discográfica. En Estados Unidos, la venta de discos cayó en el último año un 8% y la de descargas digitales un 6%.

Según el último anuario de la IFPI (asociación mundial del sector), los ingresos de la música han caído un año más y los que se obtienen vía digital solo han crecido un 4,3%. Son ya el 39% del total, pero de esos ingresos digitales, el 67% proviene de descargas y el 27% de suscripciones al streaming, que han crecido en un año un 51,3% y, que por primera vez, superan la barrera de los 1.000 millones de dólares (730 millones de euros). Casi 30 millones de personas pagan un abono mensual, pero eso no consuela al sector. En el último cuarto de siglo el pago por la música se ha ido reduciendo: si el CD costaba 21 euros, la descarga de ese mismo álbum en iTunes valía 9,99 y ahora por ese dinero se tiene en streaming toda la música del mundo y sin límites.

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