El doble trauma de que tu hijo nazca muerto y no tener derecho a baja: “Nos dan 15 días si nos casamos, pero ninguno tras la pérdida”
Las parejas afectadas por la muerte fetal tardía reclaman que el permiso por nacimiento cubra a los dos progenitores y no solo, como hasta ahora, a las mujeres que dan a luz a partir de los 180 días de embarazo a un bebé sin vida


“No hay latido”. Esta es la frase más dura que Sheila Castilla, residente en Jerez de la Frontera (Cádiz), ha escuchado en su vida, cuando perdió a su bebé por muerte súbita en la recta final del embarazo de su mujer. Por ello, a mediados de febrero se enfrentó a un juicio con el Instituto Nacional de la Seguridad Social, encargado de gestionar gran parte de las prestaciones económicas estatales. Demandó a esta entidad tras no poder obtener la baja de maternidad, cuando su pareja sí contó con este derecho al quedarse embarazada y someterse a un parto para dar a luz a un bebé sin vida. “Yo puse mis óvulos y ella los gestó. Soy la progenitora biológica”, aclara la mujer de 39 años tras manifestar su tristeza al considerar injusta su situación: “Es inhumano”.
Se sintió doblemente golpeada: “Primero pierdes a una hija y después la Administración te olvida”. Pero le consuela haber recibido una resolución favorable: el 24 de febrero, la Justicia le ha dado la razón y le pagarán los días que le correspondían de baja maternal, los cuales no pudo obtener cuando perdió a su hija en 2022. Cuenta entre lágrimas que todavía transita el duelo. “Nos quedamos las dos totalmente devastadas”, expresa.
Desde abril de 2019, las conocidas como bajas de maternidad y paternidad se unificaron en una única “prestación por nacimiento y cuidado de menor” para ambos progenitores, excepto cuando el bebé nace sin vida a causa de una muerte intrauterina o a raíz de complicaciones en el parto. En estos casos, solo la mujer que gesta puede acogerse a este derecho, siempre que supere los 180 días de embarazo. Sus parejas, padres y madres no gestantes, deben acudir a su puesto de trabajo tras la pérdida.
“La Justicia considera que la baja tiene una finalidad primordial, que es cuidar del niño y recuperar la salud de la madre. Por eso, ellas sí acceden a este derecho y nosotros no”, explica Miguel Gorbe, abogado residente en Teruel de 51 años, que también demandó al Instituto Nacional de la Seguridad Social tras la muerte de su hija Naira, en 2018, cuando quedaban dos días para que su mujer saliese de cuentas.
Llevó su denuncia al Tribunal Superior de Justicia de Aragón, que no le dio la razón al considerar que su pareja tenía una situación jurídica diferente a la suya. Entonces, los permisos de paternidad eran de menor duración que los de maternidad. Desde 2021, España establece una prestación equitativa con 16 semanas de permiso para ambos progenitores, convirtiéndose en uno de los países más avanzados en cuanto a la equiparación de esta prestación.
Apoyándose en el voto desfavorable de una magistrada en la resolución de la sentencia ―al considerar que sí se establecía una situación discriminatoria y no se respetaba el derecho a la intimidad y a la conciliación de la vida familiar y laboral―, Gorbe recurrió al Tribunal Constitucional y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, un periplo judicial que finalizó con otro rechazo en 2023.
Cada año se producen más de 2.000 muertes fetales tardías en España, según el Instituto Nacional de Estadística. “La biología le dice a la madre que está en posparto, tras someterse a un proceso químico, y algunas mujeres incluso producen leche, pero la realidad es diferente. Esto, a nivel cognitivo, es muy difícil de asimilar y necesitan ser cuidadas por sus parejas”, explica la psicóloga perinatal Diana Crego.
Para Gorbe, la corresponsabilidad familiar no solo implica atender a un hijo recién nacido, también al cónyuge: “Hay que bajar la basura porque ella no tendrá fuerzas para hacerlo y explicarle a sus hermanos, de los que también hay que encargarse, la nueva situación”.
Fuentes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones explican que son conscientes de que se tratan de casos extremadamente complicados, con posibles efectos físicos y psicológicos para los padres y las madres. “De momento, para atender a estas situaciones, en el caso del otro progenitor, siempre que un facultativo lo considere oportuno, existe la opción de estar protegido por una situación de incapacidad temporal”, comunican.
Hace siete años a Gorbe le concedieron 10 días de baja por enfermedad común tras contarle a su médico de cabecera lo sucedido. “No tiene nada que ver con la de paternidad y no se cobra el 100% de la base reguladora sin deducciones”, aclara. Decidió crear un blog para ayudar a otras personas en su situación con asesoramiento gratuito para defender su postura en los tribunales. “Mi mujer es matrona y yo abogado, entendíamos que el destino había decidido que teníamos que hacer algo”, expresa. Su pareja desarrolló protocolos de atención al duelo perinatal en los hospitales.

La Seguridad Social tiene amparada su negativa en un decreto de 2009 en el que se recoge que no podrá reconocerse el subsidio por paternidad si el hijo fallece antes del inicio de la suspensión del contrato de trabajo, pero una vez reconocida la prestación, esta no se extinguirá aunque muera el menor. “Si el bebé hubiera nacido y hubiese fallecido un minuto después del parto, sí nos darían este derecho. No tiene ningún sentido”, explica Álex García, de 41 años y residente en Sodupe (Vizcaya).
El Juzgado de Primera Instancia de Bilbao le dio la razón en 2022 cuando interpuso una demanda y recibió como compensación el pago de los días que le hubieran correspondido de la baja un año atrás. Estuvo seis meses sin trabajar y sin recibir la prestación: “Me encontraba mal y mi mujer estaba hecha polvo. Ella no podía salir de la habitación, yo tenía que encargarme de la casa y de las crías”.
A las pocas horas de que su pareja diese a luz, una auxiliar de enfermería les preguntó qué querían hacer con el cuerpo de su bebé. Optaron por la incineración. Tiempo después le inscribieron en una declaración de nacidos sin vida tras los seis meses de gestación en el registro civil, que hasta 2011 era conocido como “legajo de criaturas abortivas”, un término muy doloroso para las familias. “Hay que realizar muchos trámites, tomar decisiones muy rápidas y las madres no pueden hacerlo solas”, defiende García.
La presidenta de la Federación Española de Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal, Montse Robles, se pregunta qué pasa con las madres que pierden a sus bebés antes de los 180 días de gestación. De ellas también se espera que al día siguiente acudan a sus puestos de trabajo. Su entidad reclama una prestación adecuada a cada trimestre del embarazo en caso de pérdida.
Sheila Castilla, tras perder a su hija, también visitó a su doctor para contarle que no se encontraba bien: “Me vi obligada a hacer este trámite cuando menos fuerzas tenía”. Estuvo de baja cinco meses por enfermedad común. “La renovaba cada 15 días, cuando tenía que volver a recordar todo lo que había vivido y me sentía muy culpable por pedir algo que el Estado no me quería dar”, expresa. Es un proceso “retraumatizante”, según la psicóloga.
Esta misma sensación tuvo hace un año y medio Andrés García, de 36 años, desde Sant Joan Despí (Barcelona). La vuelta a casa fue muy dura: “Me había visualizado conduciendo muy despacio para llevar a Lily en su sillita, ya montada en la parte de atrás del coche, y se nos cayó el mundo encima cuando abrimos la puerta de casa con los brazos vacíos y solo había silencio, pero su habitación seguía ahí montada”, recuerda. Asegura que hubiese sido impensable ir a trabajar al día siguiente, sufría ataques de ansiedad.
Obtuvo una baja de 45 días por enfermedad común. “Me generó mucha rabia tener que mendigarla cuando no estaba en mis plenas facultades. Tenía que aprender a paternar sin abrazar a mi bebé. El Estado te dice que tu paternidad no vale y yo sí siento que he sido padre”, expresa. Valoró denunciar, pero no tenía fuerza: “Decidí no adentrarme en esa batalla, cuando aún estaba librando una más importante”. Todavía acude a Cor a Cor, un centro de atención integral al duelo gestacional y neonatal ubicado en Barcelona.

Su gerente, Noelia Sánchez de 41 años, también perdió a la hija que esperaba en la semana 31 de embarazo. Su marido gastó 15 días de sus vacaciones para poder quedarse en casa: “Lo que necesitaba es que estuviera conmigo, teníamos el corazón roto. Me decía: ‘Nos dan 15 días si nos casamos, pero ninguno tras perder a un hijo”.
Marc Alcaraz, de 45 años y de San Vicente dels Horts (Barcelona), consiguió en 2023 una baja de 22 días, después tuvo que volver al trabajo de bombero. Como su mujer no podía dormir sola, se quedaba con su madre o en casa de sus amigas cuando él se marchaba. Dice que al principio ella estaba muy afectada, pero con el tiempo él se encontró peor. Terminó el acompañamiento psicológico más tarde que su pareja. La gerente de Cor Cor ha constatado el impacto de los duelos truncados cuando los progenitores vuelven al trabajo y se ven obligados a focalizar en este su energía: “No se puede ir a contracorriente de las emociones. El dolor siempre busca la manera de salir”.
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