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Japón registra el menor número de nacimientos en 125 años

La crisis demográfica aumenta la presión sobre el Gobierno más endeudado entre las economías desarrolladas

Japon
Niños y profesores cruzando una calle en Tokio, Japón.Dukas (Dukas/Universal Images Group via Getty Images)

Los nacimientos en Japón alcanzaron en 2024 un nuevo mínimo histórico (720.988), mientras que los decesos marcaron un récord (más de 1,61 millones), según datos preliminares revelados este jueves por el Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar. Las cifras ponen de manifiesto la gravedad de la crisis demográfica que atraviesa la cuarta economía del planeta: el año pasado, por cada recién nacido se registraron más de dos muertes. El envejecimiento de la población y, en consecuencia, la reducción de la base de contribuyentes, dificulta las capacidades del país para financiar el creciente gasto en seguridad social. La presión también aumenta sobre un Gobierno que ya enfrenta la mayor tasa de endeudamiento entre las economías desarrolladas. Según el Fondo Monetario Internacional, la deuda pública nipona alcanzará el 232,7% de su producto interior bruto este año.

En 2024, nacieron en Japón 720.988 bebés, incluidos extranjeros, un 5% menos que en el año previo. Es la cifra más baja desde que comenzaron los registros en 1899 y, además, amplía una racha de nueve calendarios consecutivos de descensos. El desplome interanual se ha producido en las 47 prefecturas japonesas y a un ritmo más rápido de lo que vaticinaban los expertos.

El Ministerio publicará en junio el número exacto de bebés nacidos de ciudadanos japoneses, que por primera vez se espera sea inferior a los 700.000. El Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social no preveía que los nacimientos bajaran de ese umbral antes de 2038.

Por otro lado, las muertes aumentaron en 2024 un 1,8% interanual, hasta los casi 1,62 millones. Los datos oficiales indican que el descenso natural de la población, es decir, la diferencia entre fallecimientos y nacimientos, fue de más de 897.000 personas. Se trata del mayor declive anual jamás registrado, según el informe de las autoridades sanitarias. Según informó el Ministerio del Interior la semana pasada, la población total de Japón es de 123,54 millones de habitantes.

El descenso de los nacimientos refleja la reticencia de las generaciones más jóvenes a formar una familia, debido al elevado coste de la educación, el estancamiento de la economía y los cambios en el estilo de vida con respecto a la generación de sus progenitores. En 2023, el entonces primer ministro, Fumio Kishida, advirtió que el país del sol naciente estaba al borde de cuestionarse si podía “seguir funcionando como sociedad” debido al rápido envejecimiento de su población. Se pusieron entonces en marcha una serie de medidas para revertir la tendencia.

El mandatario actual, Shigeru Ishiba, también ha declarado que abordar la crisis demográfica es una de sus prioridades y ha lanzado un paquete de políticas de apoyo a la infancia valorado en 3,6 billones de yenes (23 millones de euros), que incluye ayudas a los futuros padres e incentivos a las guarderías.

Alrededor del 35% de los japoneses tiene más de 65 años. Desde que la población activa alcanzó en 1995 su nivel más alto, el mercado laboral de Japón se ha mantenido en tensión, con una oferta de trabajadores cada vez menor. La tasa de desempleo, del 2,4%, es la más baja entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y lleva casi cuatro años por debajo del 3%. Según estimaciones del Recruit Works Institute, un centro de investigación japonés, el país sufrirá un déficit de 11 millones de trabajadores para 2040.

A medida que aumenta el número de jubilados, el Gobierno está aumentando el gasto en seguridad social. Para el ejercicio fiscal que se inicia en abril, ha destinado a estas prestaciones 37,7 billones de yenes (239.500 millones de euros), lo que supone un incremento de casi el 20% respecto a la cifra de hace una década. El sistema de pensiones también se encuentra bajo presión: en los últimos 20 años, el número de contribuyentes se ha reducido en unos tres millones, mientras que el de pensionistas ha crecido casi un 40%, según datos del Ministerio de Bienestar.

El desafío demográfico no es exclusivo de Japón, pero el desplome de la natalidad contrasta con el caso de su vecina Corea del Sur, que en la víspera anunció un aumento en la tasa de fertilidad por primera vez en nueve años. La noticia, no obstante, no es para lanzar cohetes. Corea del Sur es el único miembro de la OCDE con una tasa de fertilidad ―el promedio de hijos que nacerían por mujer en edad reproductiva― por debajo de 1. En 2024, se situó en 0,75. El repunte (desde 0,72 en 2023) se asoció a que los incentivos de las autoridades surcoreanas para animar a los jóvenes a casarse y tener hijos parecen estar comenzando a dar frutos. El año pasado, se produjo un incremento interanual del 14,9% en el número de matrimonios, el mayor desde 1970.

Otro país de la región al que afecta este problema es China, cuya población se ha contraído durante tres años consecutivos. A pesar de la caída poblacional, en 2024, el gigante asiático experimentó un ligero aumento en los nacimientos por primera vez desde 2017. Su caso se relacionó con los casamientos del año anterior y con que algunos padres quisieran tener un bebé nacido en el año del dragón, que se considera auspicioso. A diferencia de algunos países occidentales, en China, Corea del Sur y Japón existe una enorme correlación entre estar casado y tener hijos, y muy pocos bebés nacen fuera del matrimonio. De hecho, los expertos ya auguran que los nacimientos volverán a disminuir en China en 2025, ya que el número de parejas que pasó por el altar en 2024 fue el más bajo en cuatro décadas.

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