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Diego González, un cirujano ambulante en un quirófano móvil: “Opero en todo el mundo”

El doctor ha asistido a más de 10.000 personas en 136 países tras revolucionar las salas de operaciones con videocirugía mínimamente invasiva de un solo corte en el tórax

Diego González
El cirujano Diego González Rivas este martes en el Hospital San Rafael de A Coruña.Vanessa Casteleiro
Sara Castro

Diego González Rivas acaba de llegar a su tierra natal, A Coruña, tras hacer una parada en Madrid y otra en Lisboa, donde aterrizó la semana pasada al regresar de Kuwait. La maleta y el avión forman parte de su día a día. En el mes de diciembre también ha estado en Azerbaiyán, República Checa, Alemania y Bucarest. Pasará la Navidad en India y el Año Nuevo en Indonesia, desde donde se desplazará a Vietnam. Es un cirujano torácico ambulante, que a sus 50 años ha operado a más de 10.000 personas en 136 países tras revolucionar los quirófanos.

Lo que antes implicaba abrir al paciente y separarle las costillas, ahora se reduce a una incisión de escasos centímetros con cirugía toracoscópica o robótica. En ocasiones estas intervenciones se realizan sin intubación traqueal ni anestesia general. Gracias a estas dos técnicas, que él desarrolló en 2010 y 2021 respectivamente, los pacientes pueden recibir el alta hospitalaria en 48 horas tras ser operados de un cáncer de pulmón. Dirige el programa de videocirugía torácica en el Shangai Pulmonary Hospital, la clínica más grande del mundo, y en 2025 presentará el libro Curando el mundo: Diario de un cirujano nómada.

Pregunta. ¿Siempre tuvo claro que quería ser médico?

Respuesta. Sí, siempre quise ayudar a los demás. Mi madre era enfermera y me encantaba ir con ella al hospital porque veía que las personas entraban mal y salían bien, normalmente. Cuando era pequeño mi familia me grabó una felicitación de Navidad en la que yo deseaba a la gente unas felices fiestas y que no se les muriese ningún ser querido. Esto era lo que a mí me preocupaba.

P. ¿Por qué se especializó en cirugía torácica?

R. Quería ser cirujano y tenía tres posibilidades: plástica, cardíaca o torácica. Esta última no era muy conocida, pero justo cuando me licencié empezó en A Coruña un programa de trasplante pulmonar del que podría ser el primer residente. Tuve una intuición y me dejé llevar, sabía que me fascinaría.

P. ¿Han evolucionado mucho los posoperatorios desde entonces?

R. Claro, una de las cosas que peor llevaba de mi profesión era ver a los pacientes mal tras las operaciones. La cirugía torácica es la más dolorosa de todas porque los nervios intercostales están en el tórax, un órgano rígido al que para poder acceder de forma abierta se precisa separar las costillas, lo que causa un dolor que puede durar de por vida. Presencié casos dramáticos en los posoperatorios con muchas complicaciones y riesgo de infecciones, neumonías y tromboembolismos.

P. ¿Sabía que la medicina ofrecía otras alternativas?

R. Creía que había que cambiar la forma de hacer las cosas. Descubrí la videocirugía, que en España solo se realizaba en Sevilla a pequeña escala, pero en Estados Unidos estaba más normalizada. Me fui a este país en 2006 y aprendí la técnica en hospitales de Los Ángeles, Nueva York y Carolina del Norte, donde me enteré de que el cirujano Thomas D’ Amico era la única persona capaz de operar con solo dos incisiones y me formé con él.

P. ¿Mejoró usted esta técnica?

R. Sí, en junio del año 2010 realicé por primera vez en el mundo una cirugía mayor para operar un cáncer de pulmón con una sola incisión de cuatro centímetros, ahora ya logro hacerla de menor tamaño. Fue una revolución y empezó una nueva era con la técnica llamada UNIPORTAL VATS (videocirugía mínimamente invasiva de un solo corte en el tórax). Permite tener una visión directa con una instrumentalización muy ergonómica. En 48 horas el paciente está en su casa.

P. ¿En ese momento despuntó su carrera profesional?

R. Comencé a generar interés a nivel internacional, aunque también surgieron críticas porque creaba algo nuevo que rompía con lo establecido. Mi propio jefe en el hospital de A Coruña no lo aceptó. Viví años tensos, pero mi equipo siempre confió en este proyecto y continuamos hacia delante. La vida son obstáculos y estos te hacen crecer.

P. ¿Quiso mostrar su descubrimiento al mundo?

R. Quería que todos los cirujanos aprendieran esta técnica porque es muy agradecida por el paciente y empecé mi cruzada por el mundo para enseñarla. Los alumnos de Medicina ya la estudian en las facultades. No solo se utiliza para operar el cáncer de pulmón, sirve para todas las patologías del tórax. En 2021 también desarrollé la cirugía robótica (UNIPORTAL RATS) y, además, curo la hipersudoración en las palmas de las manos con una intervención de 15 minutos, como la que le realicé al presentador David Broncano. Por ello, se viralizó esta operación.

DIEGO GONZALEZ RIVAS CON EL ROBOT DAVINCI EN QUIROFANO DEL HOSPITAL SAN RAFAEL
El cirujano Diego González Rivas este martes en el Hospital San Rafael de A Coruña.VANESSA CASTELEIRO

P. ¿En qué país se interesó primero para difundir su técnica de un solo corte en el tórax?

R. En el año 2012 me invitaron a dar el primer congreso en Singapur, donde en un hospital realizaban 30 operaciones de pulmón al día, acudieron especialistas de toda Asia. Empecé a realizar cirugías en directo en Hong Kong y ofrecí clases en más de 60 ciudades chinas. Aluciné con la tecnología asiática y fundé el programa de videocirugía torácica en el Shanghái Pulmonary Hospital, el más grande del mundo, para atraer a los profesionales de todos los rincones. Se forman durante dos semanas y vuelven a sus países de origen a desarrollar la técnica, es la forma de expansión mundial más rápida. Me nombraron ciudadano de honor en el norte de China.

P. ¿Qué es lo que más le llena?

R. Operar en países en vías de desarrollo es lo que más feliz me hace, me da muchísima paz y satisfacción porque es donde más impacto genero. Salvar una vida allí es maravilloso. Al principio era una odisea realizar este tipo de cirugía en algunos territorios, donde se nos iba la luz en medio de las operaciones. Tienen recursos muy limitados y nosotros precisamos equipos de alta definición y anestesistas especializados. En los últimos años visité más de 30 países africanos. Por ello, nació en 2022 la Fundación Diego González Rivas, que consigue fondos para trabajar en estos países con tranquilidad.

P. ¿La fundación le ha permitido cumplir sueños que le parecían imposibles?

R. Operé en Tanzania, en Kazajistán, en Sierra Leona, en Perú y en muchos otros territorios. Este año conseguí mi objetivo principal: un hospital móvil dotado con toda la tecnología para movernos por distintos puntos de África con facilidad. Lo inauguramos en Ghana. Por primera vez en el mundo se hizo una cirugía mínimamente invasiva en una unidad móvil con cámaras de alta definición, paneles solares, conexión satélite, broncoscopios, sistemas de esterilización, lavado quirúrgico y zona de reanimación. Salvamos personas y les ofrecemos las mismas condiciones sanitarias que en Europa y Estados Unidos.

P. ¿Es un cirujano ambulante?

R. Sí, soy nómada. Trabajo en decenas de hospitales, opero en todo el mundo, también los fines de semana. Viajo solo, pero en cada país tengo un equipo distinto. Nunca pierdo el contacto con los pacientes que atiendo, aunque me tenga que marchar al día siguiente a otra ciudad.

P. ¿A qué situaciones adversas se ha enfrentado?

R. Son múltiples, pero ahora me acuerdo de una niña del Congo que se había tragado una llave y llevaba dos años con esta en medio del pulmón, se estaba muriendo y la operamos. A los tres días le dimos el alta y ella feliz. En China asistí a un preso que se había intentado quitar la vida al clavarse un punzón en el pecho y en Tanzania operé a una chica con un pulmón completamente perforado por una costilla desde hacía años tras sufrir, probablemente, malos tratos.

P. ¿Opera lo que otros no se atreven?

R. Tengo más experiencia en casos complejos porque me enfrento a ellos cada día. Realizo 1.000 cirugías anuales de cáncer de pulmón, cuando lo normal es que mis compañeros en España hagan 100. Recibo numerosos casos a diario de pacientes con tumores que han sido rechazados porque son técnicamente complejos, entonces los afronto, pero a muchos tampoco puedo hacerles frente. Tengo que ceñirme siempre a los principios oncológicos.

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