Médicos vascos al mando del hospital central de Guinea-Bisáu: “Se están salvando vidas”
Un equipo de sanitarios de Osakidetza trabaja desde marzo en la formación de facultativos autóctonos y la mejora de la gestión hospitalaria del país africano
En el hospital nacional Simão Mendes de Guinea-Bisáu han empezado a hacer pases diarios de visitas a los pacientes, se les toman las constantes vitales y se registran sus historias clínicas. Estas rutinas, tan básicas en cualquier centro sanitario moderno, no se practicaban apenas en aquel hospital africano hasta hace poco tiempo. Un equipo de médicos de Osakidetza, el servicio vasco de salud, trabaja desde marzo pasado en la mejora de la calidad asistencial y en la formación del personal sanitario autóctono. Se están consiguiendo avances “muy sutiles”, afirma el internista vasco Ignacio Fernández, uno de los facultativos que pilota el proyecto de cooperación: “Los resultados se verán dentro de varios años; queda mucho por hacer aquí. El trabajo de tres médicos en un hospital de 700 camas tiene un efecto muy limitado”, afirma en una conversación telefónica desde el Simão Mendes.
Ignacio Fernández y Joana de Miguel, ambos médicos internistas, y la enfermera María Feu dirigen la misión sanitaria en este país. Su cometido es potenciar las capacidades del personal del hospital principal del país africano, donde hay una escasez de profesionales especialistas y tiene importantes carencias en equipamiento, materiales y medicamentos. El equipo médico permanente se refuerza con otros especialistas que realizan estancias de entre cuatro y cinco semanas. A Bisáu, la capital del país, se han desplazado en turnos cuatro cirujanos, cuatro enfermeras, un anestesista, un especialista en microbiología de laboratorio y una matrona. Uno de estos es Borja Cuesta, anestesista en el Hospital de Cruces (Barakaldo, Bizkaia): “Por la mañana hacía trabajo asistencial y por la tarde dirigía sesiones de formación a nuevos licenciados en el mundo de la anestesia y la reanimación. En un hospital con muy pocos medios, he encontrado a médicos muy motivados, con muchas ganas de aprender”.
Dos tercios de los 1,9 millones de habitantes de Guinea-Bisáu viven en la pobreza. Su esperanza de vida es de 58 años. No existe un sistema de salud que responda a las necesidades de los más vulnerables. Hay una alta incidencia de infecciones por VIH, malaria o tuberculosis. “Estamos centrados en mejorar el área de medicina y enfermería y las urgencias”, comenta Fernández: “Se han elaborado protocolos de diagnóstico y tratamiento de las enfermedades más prevalentes. El objetivo es crear dinámicas de trabajo que queden para el futuro. A las dificultades por la falta de recursos y la gravedad de las patologías se suma la situación del país y los problemas de contratación, los salarios, las huelgas, la inestabilidad política…”
Javier Gila, presidente de AIDA, la ONG que actúa como embajadora en el programa de cooperación, resalta los avances que se están consiguiendo en tan poco tiempo: “Se han reducido mucho los tiempos de internamiento y ha bajado el uso de la medicación, porque enseñan a los pacientes a medicarse mejor. [Los médicos vascos] están preparando protocolos de gestión hospitalaria que están dando muy buenos resultados. Se están salvando muchas vidas, y esto solo es el comienzo”. El acuerdo bilateral con el Gobierno de Guinea-Bisáu tiene una duración de cuatro años, prorrogables durante otros cuatro si las partes lo acuerdan y en función de la disponibilidad presupuestaria.
Asistencia a niños con patologías complejas
El convenio intergubernamental contempla el traslado al País Vasco de menores guineanos con patologías complejas que no pueden ser operados en su país. La experiencia no ha comenzado bien, cuenta Gila: “El primero que trajimos llegó con complicaciones mucho más graves de las que le habían diagnosticado y desgraciadamente murió después de la operación. Sufría una cardiopatía e intentaron salvarle por todos los medios, pero no fue posible. Ha sido un golpe muy duro para nosotros”. En estos momentos, añade el responsable de AIDA, se está preparando la documentación para tratar en Osakidetza a otros dos niños, uno con una cardiopatía y el otro con un estrechamiento del esófago (estenosis esofágica).
Lorena Lauzirika, enfermera de quirófanos en Cruces, estuvo en octubre durante cuatro semanas en el Simão Mendes, donde se encargó de “mejorar la asepsia” del bloque quirúrgico en coordinación con la supervisora del área de enfermería y dio clases a dos enfermeros en prácticas. “Os echamos de menos, seguimos haciendo lo que aprendimos con vosotros”, es uno de los mensajes que ha recibido a su vuelta al País Vasco.
El hospital central del país africano, dotado con algo más de 700 camas, carece de médicos especialistas, salvo tres profesionales de gineco-obstetricia formados en el extranjero. El trabajo de los médicos de Osakidetza se centra en “establecer rutinas diarias” en los quirófanos, las consultas, la planta de hospitalización y en urgencias. “El objetivo es capacitar a los profesionales guineanos”, expone el internista Fernández, lo que redundará en “una menor tasa de mortalidad” de los ingresados. La intervención de estos profesionales vascos ha permitido hasta ahora “preparar protocolos médicos que faciliten el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades más relevantes, así como facilitar el acceso de las personas más desfavorecidas”, añade.
Los diagnósticos son básicos en el centro sanitario de Bisáu, afirma Borja Cuesta: “No hay medios para hacer pruebas de imagen y solo se operan las patologías que se pueden apreciar en exploraciones físicas. Los diagnósticos son muy básicos. Si no hay un escáner para hacer resonancias, ni radiólogos preparados para interpretar esas pruebas…”. A estas dificultades se suma la inestabilidad política de un país “con varios golpes de Estado, con el Parlamento disuelto, con huelgas a menudo”, señala el anestesista.
El Ejecutivo vasco aportará 461.000 euros para sufragar el coste del personal y las operaciones que se realizarán en Euskadi y el ente público eLankidetza (Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo) ha consignado otros 500.000 euros para la gestión del programa, desplazamientos, compra de equipos, medicamentos y material médico, según consta en el convenio que previsiblemente aprobará este martes el Consejo del Gobierno vasco.
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