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La pandemia dispara un 68% el porcentaje de niños que pasan más de dos horas al día frente a una pantalla

Un informe de Save the Children cifra en un 28,1% la obesidad infantil y alerta de que los menores en hogares con ingresos bajos tienen el doble de probabilidades de sufrir sobrepeso que los de familias ricas

Alimentacion
Un niño ve la tele mientras come un trozo de pizza del menú infantil que se entregó en la Comunidad de Madrid durante el confinamiento a menores que recibían una beca comedor, en marzo de 2020.Jesús Hellín (Europa Press)
María Sosa Troya

En España, el 42% de los menores de entre 4 y 14 años pasa más de dos horas diarias frente a una pantalla, es decir, que rebasan el máximo que la Organización Mundial de la Salud recomienda para conseguir un adecuado desarrollo psicológico, físico y social. Son datos de 2021, del estudio sobre hábitos saludables Adiós a la dieta mediterránea, presentado este miércoles por Save the Children. En 2017 eran el 25%. En solo cuatro años, el número se ha disparado un 68% y, según la entidad, la pandemia ha tenido que ver en ello: el cierre de colegios y actividades educativas desplazó el ocio a las pantallas, y la pérdida económica de los hogares, también. En el estudio se cifra el índice de obesidad y sobrepeso entre los niños y adolescentes de 4 a 16 años (28,1%), “preocupante” según la entidad, y se analizan los determinantes para sufrirlos. Crecer en un hogar de bajos ingresos duplica las probabilidades de tener exceso de peso que hacerlo en una familia rica.

El sobrepeso y la obesidad infantil, un “grave problema de salud pública”, se relacionan con “problemas cardiovasculares, diabetes y trastornos emocionales, como baja autoestima, trastornos de la conducta alimentaria y depresión”, ha explicado Andrés Conde, director general de Save The Children. Con el objetivo de estudiar el impacto de la crisis de la covid en la nutrición y en la salud de la infancia, la ONG realizó en septiembre de 2021 un sondeo a 2.000 padres y madres donde se formularon las mismas preguntas que en la última Encuesta Nacional de Salud, de 2017.

Si bien el porcentaje de exceso de peso apenas ha variado desde entonces —del 27,2% al 28,1%—, la ONG considera que supone una ruptura de la tendencia de los últimos años, cuando se había observado una bajada de las cifras. La organización teme que los datos sigan aumentando en 2022, dada la subida de la inflación —que impacta en los precios de los alimentos—, que el Banco de España ha previsto que alcance una media anual del 7,5%.

Encarni, una madre de 40 años, cuenta que en su casa no pueden permitirse consumir pescado o verduras regularmente. “En vez de tomar pescado una vez a la semana, tomas cada dos semanas, porque si no, no llegas a final de mes”. Así lo explica en un vídeo publicado por Save the Children en el que cuenta que participa en un taller de la entidad donde les enseñan hábitos saludables. Ahora, para merendar, le da a su hija de cinco años, en vez de pasteles, “más frutas, más yogur, algo más sano”. Esta mujer cuenta que a la niña le gusta “la comida chatarra”, las pizzas, las hamburguesas. Muchas veces piden comida porque “sale mucho más barato que hacerla”, “entre la subida de la luz, el agua, el aceite, el jabón”. Su hija ya no quiere salir mucho, así que ha dejado de hacer natación. “Consume mucho móvil”, dice la madre. Unas cuatro horas al día, le gusta ver YouTube.

La historia de Encarni es la de tantas familias. Según destaca Save the Children, con datos del Instituto Nacional de Estadística, 742.000 niños y adolescentes vivían en 2020 en hogares con privación material severa, un indicador que engloba a quienes no pueden permitirse al menos cuatro de nueve puntos, entre los que se incluyen comer carne o pescado al menos cada dos días o afrontar gastos imprevistos.

La asociación destaca que el sobrepeso es un problema estructural. Según cifras de 2015 a 2017, España estaba en cabeza, solo por detrás de Chipre, en obesidad infantil en niños de seis a nueve años (18%, frente a la media del 12% en la Unión Europea). El país ha vivido, según Conde, “una transición nutricional muy importante en los últimos años, el paso del consumo de alimentos con alto contenido en hidratos de carbono complejos y fibras a otro tipo de consumo donde abundan los alimentos industriales procesados, de alto contenido en azúcares, refinados, lácteos y productos de origen animal”. Alexander Elu Terán, especialista en pobreza de Save the Children, afirma que “la crisis ocasionada por la pandemia es una piedra más dentro de este camino que va desde 2008 hasta hoy”, y que estas no han hecho más que ahondar las desigualdades, que tienen un claro reflejo en los hábitos saludables de los más pequeños.

Es decir, que se juntan dos tendencias. Por un lado, cada vez se come peor. La ONG destaca que los niños suecos son los más cercanos a llevar una dieta mediterránea actualmente en Europa. La encuesta arroja datos reveladores. Si en 2017 el 55,8% de los menores de entre cuatro y 14 años consumían fruta a diario, en 2021 eran el 39,7%, y ha bajado del 63% al 52% el porcentaje de quienes practican actividad física de manera regular.

Además, Conde ha explicado que debido a la pandemia los menores duermen 27 minutos menos de media al día, bajando de las 9,3 horas de media en 2017. 9 de cada 10 niños de 4 a 14 años descansa menos de 10 horas diarias, como recomienda la Asociación Española de Pediatría para menores de 3 a 18 años, según destaca la ONG. En ello ha influido la pandemia. Y especialmente el tiempo de ocio dedicado a las pantallas, televisión, ordenador, tableta, videoconsola, móvil, que también condicionan un mayor sedentarismo. “Los niños más pequeños, entre cuatro y seis años, les dedican dos horas y media al día. Los adolescentes de 13 a 16, entre tres horas y media y cuatro horas al día, y esto correlaciona fuertemente con sus patrones de sueño”, ha apuntado Conde.

Una segunda tendencia es la “fortísima correlación entre el sobrepeso y la desigualdad social”, según lo ha descrito el director general de la ONG. Los principales determinantes de la obesidad y el sobrepeso son, además de factores culturales y biológicos, la calidad de la alimentación, la actividad física y el número de horas que duermen los niños y que pasan frente a una pantalla. Nacer en un hogar con rentas bajas (con ingresos mensuales menores a los 1.300 euros) da peores papeletas para cada uno de estos indicadores que hacerlo en una familia con altos ingresos (más de 3.600 euros). Para tener sobrepeso, las probabilidades suben al 32,5% frente al 19% para los menores de 4 a 16 años; para practicar actividades físicas o deportivas regularmente, se reducen al 41,2% frente al 71,4%; para comer dulces a diario, suben al 18,1% frente al 10%. 8 de cada 10 de los niños que pasan menos de una hora al día frente a una pantalla viven en hogares con renta alta. En cambio, casi la mitad de los que dedican más de cinco horas, en familias con ingresos bajos.

Conde atribuye estas grandes diferencias a tres causas: “El acceso a alimentos frescos y saludables y a actividades deportivas que cuestan dinero es imposible para muchas de estas familias; tienen menor capacidad de conciliación, de pasar tiempo de ocio saludable con sus hijos e hijas; y un menor capital educativo y cultural” sobre hábitos saludables. Por ello, la ONG propone medidas en el ámbito fiscal, como gravar más los alimentos perjudiciales para la salud; en el educativo, entre ellas, aumentar la cobertura y cuantías de las becas comedor, y en el sanitario, como regular la figura del dietista.

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Sobre la firma

María Sosa Troya
Redactora de la sección de Sociedad de EL PAÍS. Cubre asuntos relacionados con servicios sociales, dependencia, infancia… Anteriormente trabajó en Internacional y en Última Hora. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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