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Cumbre del clima
Tribuna
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Alimentación y crisis climática, de Barcelona a Glasgow

Más de un tercio de las emisiones de efecto invernadero son causadas por el sistema agroalimentario. Las ciudades pueden contribuir a reducirlas, pero los Estados deben tomar decisiones ambiciosas

Macrogranja de vacas en California, el pasado mes de mayo.
Macrogranja de vacas en California, el pasado mes de mayo.George Rose (Getty Images)

¿Saben que el sistema agroalimentario global es el responsable de más de un tercio del total de emisiones de gases de efecto invernadero? Sí, quizá les sorprenda, pero uno de los principales sectores causantes de grandes emisiones tiene que ver con algo imprescindible que hacemos a diario: comer. Para ser exactos, con la cantidad y la forma en que producimos algunos de los alimentos que consumimos.

Es perfectamente posible, si hay voluntad política, cambiar el actual modelo de producción y favorecer un cambio en los hábitos de consumo para que podamos mantener una dieta equilibrada, que pueda incorporar todos los alimentos sin perjudicar al medio ambiente y beneficiando nuestra salud.

La emergencia climática es el mayor reto al que se ha enfrentado la humanidad y requiere una reformulación radical de nuestra forma de producir, de consumir, de movernos, de estar en el mundo. Nos jugamos la salud, el bienestar y la vida en el planeta tal como la conocemos.

Y ante esta situación las ciudades tienen un papel transcendental. En ellas vive la mitad de la población mundial, que consume el 70% de los alimentos producidos globalmente. Por ello, cada vez más ciudades se implican en la promoción de cambios que favorezcan el acceso a dietas suficientes, sostenibles y saludables para toda la población, priorizando la producción estacional y local, que minimiza emisiones y es más natural.

Aprovechando que este 2021 Barcelona es la capital mundial de la alimentación sostenible, Barcelona, Glasgow, Milán y ciudades de todo el mundo se reunirán entre el 19 y el 21 de Octubre en Barcelona en el 7º Foro Global del Pacto de Política Alimentaria de Milán para fortalecer su compromiso de acción climática desde las políticas alimentarias a través del The Barcelona Challenge for Good Food and Climate (http://thebcnchallenge.org/).

Y si bien las ciudades son las que están siendo innovadoras y decididas, son los Estados quienes tienen los recursos y las competencias principales, y por ello les toca asumir su responsabilidad y tomar decisiones ambiciosas. Siempre le exigimos cambios a la ciudadanía, pero quien puede aprobar leyes que afronten el problema de raíz son los Estados.

A principios de noviembre de 2021 los Estados se congregarán en la ciudad de Glasgow para celebrar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (COP26), un momento decisivo.

Y queremos aprovechar para hacerles llegar un mensaje alto y claro: basta de palabras, necesitamos hechos. Es imprescindible que el cambio del sistema alimentario forme parte del núcleo duro de la acción climática de los Estados. Es urgente un cambio de modelo hacia sistemas alimentarios sin emisiones. Y para llevarlo a cabo es necesario que Estados y ciudades colaboren. Eso es también lo que plantea la Declaración de Glasgow, apoyada por más de 60 ciudades de todo el mundo así como por numerosas entidades de la sociedad civil.

Son cada vez más numerosas las movilizaciones, especialmente de las personas más jóvenes, que nos recuerdan que no hay futuro ni bienestar sin planeta, que nos reclaman la implementación urgente de estrategias valientes y globales para contrarrestar el grave deterioro ecológico sin dejar a los más vulnerables por el camino.

Desde Glasgow, desde Barcelona, y cada vez desde más ciudades estamos convencidas de que el tiempo de las excusas se acabó, de que hace falta actuar y actuar ya, y que debemos hacerlo juntas.

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