Madrid cede e impone medidas que invitan al autoconfinamiento
La Comunidad prohíbe las visitas en casa y adelanta el cierre de los bares y el toque de queda
El ritmo que ha cogido la curva de nuevos contagios —que alcanza los 904 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días—, pero sobre todo la de ingresos hospitalarios y entrada a sus UCI, ya al 130% de su capacidad estructural con 612 críticos, ha podido con la resistencia del Gobierno madrileño a adoptar restricciones al nivel de las que llevan semanas implantando las demás comunidades. Las tomó este viernes por la tarde y entrarán en vigor el lunes. La comunidad que preside Isabel Díaz Ayuso (PP) no es ya la única con un inicio de toque de queda más retrasado que lo que permite el estado de alarma. Como en el resto de España, empezará a las 22.00 (hasta ahora era a las 23.00). Ello implica cerrar la hostelería y el resto de establecimientos no esenciales a las 21.00, reduciendo una hora.
Si la presidenta había avisado el miércoles de que con ella no contaran para hundir la hostelería, su defensa del sector se queda ahora en dejarle abrir hasta las 21.00, con grupos de cuatro personas como mucho en las mesas, tanto en el interior como en el exterior, sean o no convivientes. Mientras, en las casas solo podrán estar quienes vivan en ellas. No se podrán recibir visitas. “Hay que prepararse para un escenario en el que las medidas que tomemos no van a ser suficientes”, dijo el consejero de Sanidad de la Comunidad, Enrique Ruiz Escudero. Además, la Comunidad va a seguir con sus confinamientos por áreas de salud, que ya afectarán a 56 de estas zonas y a 25 localidades, en las que viven 1,6 millones de madrileños, el 24% de población, y donde se están produciendo el 30% de los contagios.
Como en Madrid, la expansión de la pandemia en España no da respiro. Ayer se comunicaron otros 42.885 diagnósticos, la segunda mayor cifra en un día de toda la pandemia tras los 44.357 del jueves. En total son 2.499.560 notificados, casi un cuarto de millón (247.396) en siete días; de ellos, el 14% se ha dado en Madrid, 34.983.Todos los indicadores reflejan el deterioro de la situación en esa y en el resto de regiones.
En la tasa de casos por 100.000 habitantes en 14 días Madrid no ha crecido tanto como el resto, se ha multiplicado por 1,7 en las dos últimas semanas —de 507 a 904—; mientras que la media nacional, que pasó ayer de 800, estaba hace dos semanas en 350, es decir, se ha multiplicado por 2,4. En los fallecidos, la región gobernada por Díaz Ayuso es la tercera que más registra en los últimos siete días, con 120. Para todo el territorio, son 2.127. Hace dos semanas eran la mitad.
Los ingresos, tanto en hospitales como en UCI, siguen subiendo: los centros tienen ya el 21,63% de las camas ocupadas por covid. Hace 15 días eran el 11,93%. En las unidades de críticos se alcanza al 37,61%. Hace dos viernes era del 24,05%. Son 3.908 personas gravemente enfermas. Aunque es difícil hacer un repaso por autonomías ya que no todas dan sus porcentajes de ocupación de la misma forma; esa cifra oficial, mayoritariamente, contabiliza también las posibles ampliaciones que se puedan hacer, como los quirófanos o las unidades de reanimación tras la anestesia. En Madrid, por ejemplo, la capacidad se mide sobre la capacidad de crecimiento, no sobre las plazas estructurales.
La incidencia
No hay comunidad que se libre del empeoramiento, también en la incidencia. En dos semanas, la general ha pasado de 350 a 828, una subida del 135%. En comparación, el aumento de Madrid en el mismo periodo, de un 78%, parece pequeño, pero la comunidad ya sobrepasaba ampliamente la media nacional. Aunque no llega al 354% que ha crecido Murcia, al 305% de Andalucía o al 273% de Castilla y León. Las que mejor paradas han salido de este tsunami epidemiológico han sido Baleares (26% de subida), Canarias (42%) y Cantabria (53%).
Esta situación ha llevado a las consejerías, ante el fracaso de la mayoría de ellas en su intento para que el Gobierno replanteara el estado de alarma y permitiera adelantar la hora del toque de queda para antes de las 22.00 o decretar confinamientos domiciliarios estrictos, a acercarse de facto a situaciones con gran restricción de movilidad y reunión. Los grupos ya son de un máximo de cuatro personas en prácticamente toda España, aunque en Lanzarote ese máximo está en dos. Y Murcia, la Comunidad Valenciana, La Rioja y las grandes ciudades de Galicia y la isla de Mallorca ya tienen prohibidas las reuniones de no convivientes.
Madrid aún tiene margen para restringir. En Navarra, Cantabria, Castilla y León, Galicia y Asturias, entre otras, está cerrado el interior de los locales de hostelería. Una prohibición que en Murcia y la Comunidad Valenciana también afecta a las terrazas. También Extremadura ha cerrado todos los establecimientos no esenciales en las localidades de más de 3.000 habitantes. Y los cierres perimetrales afectan a Bilbao, las ciudades de Aragón, de Castilla y León y casi 400 municipios de Andalucía, entre otros.
Manuel Franco, profesor de Salud Pública en las universidades de Alcalá y Johns Hopkins, es muy crítico con el retraso que ha tenido Madrid en endurecer sus medidas. “El mareo de la comunidad frente al Gobierno central claramente va en contra de la protección de nuestra salud que es el objetivo último de la salud pública. Las consecuencias económicas y sociales a largo plazo son nefastas”, dice.
Una situación complicada
“Es una situación complicada porque a nivel de los hospitales estamos llegando a niveles parecidos a la primera ola, la diferencia importante es que disponemos de vacunas por lo que en primer lugar deberíamos aumentar al máximo el ritmo de vacunación y plantearnos, si la situación sigue así, tomar medidas de confinamiento más estrictas”, afirma Jordi Vila, presidente de la Sociedad española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc).
Todas estas medidas tienen un objetivo que se repite desde hace 11 meses: doblegar la curva. La meseta en el crecimiento a la que se refirió el jueves el director del centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, no se ve aún. Pero la enfermera especialista en administración sanitaria Guadalupe Fontán, no la espera hasta finales de la semana que viene. Solo ve una solución: limitar más la movilidad y las reuniones.
“Tenemos una tercera ola muy fuerte debido a la circulación de las nuevas variantes de covid y a que no se han tomado medidas más restrictivas con anterioridad y hemos preferido tener Navidades a tener mayor prevención”, dice la epidemióloga de la Universidad Europea de Valencia Patricia Guillem. “Hay una disparidad de acciones tomadas por cada una de las regiones para intentar controlar la incidencia. Habrá que esperar entre 12 y 14 días para valorar si han sido efectivas y en paralelo tratar de avanzar al máximo la vacunación”, opina José Martínez Olmos, ex director general de sanidad y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, que afirma que “pinta que vamos a llegar a 900 [casos por 100.000 habitantes] en tres o cuatro días”.
La variante británica enturbia las proyecciones
Según el viceconsejero de Sanidad de Madrid, Antonio Zapatero, “la transmisión de esa variante está en una media en la comunidad de un 9%, aunque por zonas puede ir de un 7% a estar por encima del 33%”. Este viernes, el Gobierno británico afirmó que la mutación no solo es más infectiva, sino que también es un 30% más letal.
La estimación del viceconsejero madrileño es que, “si se observa en los países del entorno que se duplica y hasta triplica cada semana, en dos o tres semanas esta sea la mayoritaria [en Madrid]”. Frente a este panorama, tanto el consejero, Enrique Ruiz Escudero, como Zapatero pidieron “no autoconfinamiento, pero sí responsabilidad, mantener la distancia de seguridad y tener los menos contactos posibles”. “No estamos en Madrid ni en España como para hacer actuaciones que no sean esenciales”, dijo el consejero.
Ni profesionales del sistema sanitario ni expertos en epidemiología y salud pública ven mucho margen de maniobra para las siguientes dos semanas, el periodo de tiempo en el que los contagios de los últimos días tardarán en reflejarse en ingresos y entradas en UCI y, algo después, en las muertes. El epidemiólogo Fernando García, de la Asociación Madrileña de Salud Pública, afirmaba el jueves que ya era prácticamente inevitable “endurecer las medidas”.
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