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El toque de queda de París también ‘funciona’ en Burdeos

Una investigación en Francia revela cómo la medida benefició a ciudades donde no fue aplicada

Agentes de la policía identifican a una persona durante el toque de queda en París.
Agentes de la policía identifican a una persona durante el toque de queda en París.Francois Mori (AP)
Oriol Güell

Tras una primavera paralizada por el primer zarpazo del coronavirus y un verano en el que pudo recuperar ciertas parcelas de normalidad, Europa ha visto impotente como la segunda ola de la pandemia la golpeaba durante el otoño. Un auge que ha obligado a todos los países a reintroducir medidas para frenar al virus y ha convertido al continente en un gigantesco banco de pruebas sobre las más efectivas para lograrlo.

Francia, uno de los países más golpeados, ofrece el ejemplo más destacable sobre la efectividad de los toques de queda e incluso aporta un resultado llamativo para los expertos: las restricciones aplicadas en una parte del país extienden sus efectos beneficiosos para el control de la pandemia por todo el territorio, también hacia aquellas zonas libres de la obligación de volver a casa cuando llega la noche. Así lo recoge un trabajo llevado a cabo por responsables del Ministerio de Sanidad francés publicado en el último número de la revista Eurosurveillance, editada por el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).

Con la circulación del virus descontrolada, por encima de los 800 casos por 100.000 habitantes de media en los 14 días anteriores y los hospitales sometidos a una imparable presión asistencial, el Gobierno del presidente Emmanuel Macron decretó el 17 de octubre el toque de queda en París y otras ocho grandes ciudades del país. Entre otras medidas, y salvo fuerza mayor, nadie podía circular por las calles entre las nueve de la noche y las seis de la mañana. Una semana más tarde, la medida se extendió a otras nueve ciudades en las que la incidencia al alza ya se acercaba al millar de casos.

Pero otras cuatro grandes urbes (Burdeos, Nantes, Brest y Metz) se libraron del toque de queda y no sufrieron restricciones hasta otra semana más tarde, cuando Macron decretó el confinamiento de todo el país, un encierro duro pero más suave que el decretado en primavera. “Lo más interesante de este caso es que tienes una medida que se ha aplicado de la misma forma en diferentes sitios y en diferentes momentos, lo que te permite valorar si la introducción de ese elemento [el toque de queda] en solitario tiene un efecto o no”, sostiene Pedro Gullón, profesor de Salud Pública en la Universidad de Alcalá.

Las curvas de incidencias y hospitalizaciones publicadas por Eurosurveillance dibujan tendencias muy claras. En el primer paquete de ciudades, la línea casi vertical que venían dibujando los nuevos casos se frena en seco 10 días después de aplicar el toque de queda e inmediatamente inicia un descenso casi igual de vertiginoso. La curva de hospitalizaciones es casi idéntica, aunque en este caso el cambio de tendencia se produce casi tres semanas después del toque de queda.

Las curvas del segundo paquete de ciudades presentan dos diferencias significativas respecto a las anteriores: el cambio de tendencia es más progresivo, con forma redondeada en lugar de pico, y se produce días antes que en el primer grupo. Por último, en Burdeos y las otras tres áreas metropolitanas que en este caso sirven de control, el aumento de la incidencia y hospitalizaciones se frena incluso antes de que se decretara el confinamiento.

Los autores del estudio concluyen que estos resultados avalan “el impacto positivo” del toque de queda “para hacer frente al auge de la segunda ola” de la pandemia. Y destacan que las mejoras detectadas de forma más rápida en el segundo grupo de ciudades y de forma anticipada al confinamiento en el tercero sugieren la existencia de un “efecto resonancia” que extiende de forma anticipada al resto del país los beneficios de aplicar el toque de queda a solo una parte del territorio.

”Los primeros toques de queda pueden haber tenido un impacto en más zonas de las que sufrieron esta medida debido a cambios de comportamiento [de la población] y, por tanto, en un descenso de la circulación del virus”, apuntan los autores, que ofrecen como explicación “la intensa comunicación sobre la severidad de la epidemia en el país” en el momento de aplicar las primeras prohibiciones.

Quique Bassat, investigador del instituto ISGlobal de Barcelona, destaca que “aunque los resultados puedan parecer bastante intuitivos, estos estudios son muy útiles porque resulta muy difícil demostrar el impacto concreto de una medida en un entorno tan cambiante, lo que solo es posible cuando se dan circunstancias como las que han ocurrido en Francia, que te permiten comparar los resultados con un grupo comparador”.

Los expertos consultados recuerdan que la utilidad de medidas como el toque de queda ha sido cuestionada por muchos sectores. “El artículo muestra con toda claridad que la reducción de las interacciones sociales y las medidas de distanciamiento tienen un impacto directo y logran revertir las curvas de nuevos casos y hospitalizaciones cuando la circulación del virus en una zona está creciendo”, defiende Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

López Acuña considera que “aunque queda acreditado que existe, resulta difícil atribuir lo que los autores denominan efecto resonancia a un solo factor”. “Debe existir un efecto imitación por las noticias y recomendaciones del Gobierno que lleva a parte de la población a anticipar medidas cuando ve lo que ocurre en otras ciudades. También influye que la movilidad general se reduce”, añade.

Preguntas por responder

En todo caso, los datos revelados por el artículo dejan dos interrogantes abiertos. ¿Llegó el toque de queda demasiado tarde? Y, si esta medida ya había logrado revertir la curva, ¿era necesario llegar al confinamiento?

Sobre la primera, Gullón considera: “Puede ser fácil decirlo a toro pasado, pero es mucho más complejo tomar una decisión en la que intervienen muchos otros factores”. “Ahora, por ejemplo, el número de casos puede superar a los de la primera ola porque hay más medios diagnósticos. Y las hospitalizaciones crecen más lentamente, porque nuestras relaciones sociales ya no son las de febrero, ya hay algunas restricciones y la gente es más consciente. Las comparaciones con la primera ola que te podrían ayudar a tomar una decisión son difíciles”.

En esta dificultad para determinar el momento justo de aplicar una restricción intervienen, además, “otros factores que hay que tener en cuenta”. “Si actúas antes, tendrás un pico menor, pero chocas con determinados sectores e intereses, y las medidas tendrán un mayor impacto económico y social. Es una decisión política y de equilibrio”, considera Gullón.

Sobre la necesidad de aplicar el confinamiento, este profesor de Salud Pública estima que “el objetivo muchas veces no es solo cambiar la tendencia, sino lograr una caída más grande y sostenida en el tiempo porque si no el riesgo es que entres en un periodo meseta que, como hemos visto, puede ser el paso previo a una nueva ola”.

Información sobre el coronavirus

- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia

- Buscador de restricciones: ¿Qué puedo hacer en mi municipio?

- Así evoluciona la curva del coronavirus en el mundo

- Descárguese la aplicación de rastreo para España

- Guía de actuación ante la enfermedad

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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