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Euskadi descarta un confinamiento general y recortes en la movilidad durante la emergencia sanitaria

El Gobierno vasco decide dar "un paso atrás" con medidas restrictivas durante "varios meses" para evitar el colapso sanitario

La consejera de Salud del Gobierno vasco, Nekane Murga, durante su comparecencia hoy ante los medios. En vídeo, la consejera vasca de Salud advierte: "Estamos ante un posible tsunami, somos capaces de ver su magnitud con mayor prontitud".Vídeo: JAVIER ZORRILLA / EFE / ATLAS
Mikel Ormazabal

La emergencia sanitaria que el Gobierno vasco activará el próximo lunes en Euskadi se prolongará durante “varios meses” y conllevará restricciones en las actividades de ocio y la hostelería, además del aislamiento de zonas o barrios que se vean afectados por un aumento de casos de coronavirus, pero “bajo ningún concepto” supondrá el confinamiento general de la población o la limitación de la movilidad de las personas como el que se impuso durante el estado de alarma. La consejera vasca de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, ha explicado este sábado que el objetivo de la declaración de emergencia en esta comunidad autónoma es “proteger el sistema sanitario de un colapso” y controlar una situación epidemiológica que ha “empeorado” en las últimas semanas.

“No estamos como en marzo, pero hay que dar un paso atrás”, ha afirmado Tapia. Euskadi declarará este lunes la emergencia sanitaria y pondrá en marcha el Plan de Protección Civil de Euskadi (LABI), que estará dirigido y coordinado por el lehendakari en funciones, Iñigo Urkullu, quien asumirá el “mando único” de esta situación “extraordinaria”.

Las medidas concretas que se adoptarán al amparo de este nuevo estado de excepcionalidad sanitaria se comunicarán el próximo martes durante la primera reunión del comité asesor que presidirá Urkullu. Tapia, en una comparecencia junto con su homóloga de Salud, Nekane Murga, ha adelantado que se tomarán decisiones que afectarán al conjunto de la comunidad autónoma, como restricciones en aforos para evitar grandes agrupaciones de personas y de horarios de cierre de locales de hostelería y en el transporte público. Estas se acompasarán con otras “medidas adicionales y específicas” en municipios, zonas y barrios especialmente afectados por focos de contagios, como las que ya se han adoptado recientemente en localidades como Ordizia (Gipuzkoa).

“Va a ser un escenario cambiante. Conforme las medidas vayan dando resultado, estas se irán relajando. Entramos en un escario diferente”, ha indicado la consejera Tapia, quien ha aclarado: “Esto no es un estado de alarma, no supone un confinamiento generalizado como los de marzo y abril, pero nos va a permitir superar esta fase de manera más efectiva. Y así vamos a tener que vivir los próximos meses”.

En el País Vasco la evolución epidemiológica se ha ido agravando día a día, hasta alcanzar la cifra de 575 casos positivos durante este viernes. Ese día se realizaron 8.263 pruebas PCR, según ha informado Murga, que arrojaron un nuevo incremento de personas infectadas. Se ha pasado la barrera de los 500 contagiados durante los tres últimos días, algo que no sucedía desde finales de marzo, cuando la pandemia estaba azotando con su máxima virulencia.

Este paulatino aumento de casos, sin embargo, no está provocando el mismo número de hospitalizaciones que se dio en marzo y abril. Este viernes ingresaron en planta 31 personas (hay 145 en total) y 13 permanecen en las UCI. “Estamos ante un tsunami que es más visible” por el número de casos detectados, ha dicho Murga, pero acto seguido ha precisado que “ahora hay más detección y control de los contagiados, entre los que hay un mayor porcentaje de jóvenes y de asintomáticos”. “La epidemia golpea con menos fuerza que en la primera ola”, ha sentenciado la titular de Salud.

El peligro de que la curva siga creciendo y esto se traduzca en una mayor presión sobre el sistema sanitario ha llevado al Gobierno vasco a dotarse de un instrumento, como la declaración de emergencia sanitaria, que le faculta para tomar medidas extraordinarias. Entre estas, según establece el artículo 8 de la Ley vasca de Gestión de Emergencias, figuran el confinamiento de personas en sus domicilios o en lugares seguros, la evacuación o alejamiento de las personas de los lugares de peligro, la restricción de acceso a zonas de peligro o a zonas de operación, la limitación o condicionamiento del uso de servicios públicos y privados o el consumo de bienes y la limitación o prohibición de actividades en lugares determinados y obligación de adoptar precauciones, prevenciones o comportamientos concretos.

La primera emergencia sanitaria estuvo vigente desde el 13 de marzo hasta mediados de mayo. Urkullu decidió levantarla entonces para poder convocar elecciones autonómicas el 12 de julio. El estado de alarma continuó vigente hasta el 18 de junio en Euskadi, que adelantó su final unos días con respecto a otras comunidades autónomas.

En la práctica, con la emergencia sanitaria vigente, las medidas esbozadas hoy por Tapia no supondrán un gran cambio con respecto a la situación actual, puesto que el Gobierno vasco ya había impuesto recortes en aforos y horarios en el ocio nocturno, o había aislado un bloque de viviendas en Hernani (Gipuzkoa) en julio pasado tras observarse un posible foco. A partir del martes, eso sí, el lehendakari en funciones tendrá la capacidad de “aprobar confinamientos en puntos concretos”. Tapia ha querido tranquilizar a la población al afirmar que no se prevé extender esta medida al conjunto de la comunidad: “No contemplamos bajo ningún concepto un confinamiento general”.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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