La situación de la covid en la mayoría de Europa justifica la apertura de fronteras del próximo lunes
Solo el Reino Unido, Suecia y Portugal han tenido en la última semana tasas de infectados muy superiores a la española
A estas alturas de la epidemia, España ya no es diferente de la mayoría de los países europeos. Al contrario que con el famoso lema de las campañas de Manuel Fraga Iribarne de los sesenta –Spain is different–, esa normalidad es uno de los atractivos con los que se espera resucitar el mercado turístico español. Esa es la base para que el próximo domingo, 21 de junio, acaben las limitaciones al movimiento de los españoles dentro del país, y para que puedan llegar los primeros turistas europeos. Y es que los datos del Centro Europeo de Control de Enfermedades indican que del 9 al 16 de junio la inmensa mayoría de los países europeos ha tenido tasas de nuevos casos de coronavirus que se mueven en los niveles de las comunidades autónomas españolas.
De acuerdo con esos datos, en esos siete días la incidencia acumulada de nuevos casos de covid por 100.000 habitantes de España estaba en el 5,12, la décima de los 31 países que forman la UE más el Reino Unido, el Espacio Común Europeo. Todos ellos, menos tres —Suecia, el Reino Unido y Portugal— con un valor de ocho (como Rumania) o menos. Ese rango es prácticamente el mismo que se da entre las autonomías españolas, de acuerdo con el informe del Ministerio de Sanidad del pasado martes 16, en el que la mayor tasa se registraba en Madrid (7,92).
Esta equiparación de la mayoría de los países es la que ha permitido fijar esa fecha para la apertura de fronteras. “España está alineada con las directrices de la Unión Europea, donde las fronteras están armonizadas. Europa tiene una situación muy controlada y por ello se va a permitir la movilidad de turistas en los países del espacio Schengen, aunque se harán controles. Para el resto de países se mantienen las excepcionalidades”, indican fuentes del Ministerio de Sanidad. Eso no quiere decir que la decisión no pueda alterarse si surge alguna situación nueva, como un brote importante en algún país. Pero en ese caso “las decisiones se tomarán en el ámbito de la Unión Europea, cuyas directrices se seguirán”, aclaran dichas fuentes.
“El gran problema de limitar por incidencia es que, salvo que sea una incidencia altísima, ahora mismo es muy dependiente de la intensidad de búsqueda”, advierte Pedro Gullón, de la Sociedad española de Epidemiología. “Si buscas mejor y más, a lo mejor tienes incidencias más altas que otros países que su estrategia de test es más laxa, aunque tengan una situación epidemiológica similar. Por lo que limitar exclusivamente por incidencia podría ser problemático e injusto”.
Patricia Guillem, catedrática de Epidemiología de la Universidad Europea de Valencia, también destaca que “todos los países tienen una tasa de incidencia similar”. Esta cifra es, de alguna manera, un indicador del riesgo de que alguien de un país o comunidad tenga una infección activa y sea, por tanto, posible foco de contagio, explica. “Está claro que puede haber rebrotes, pero lo importante es que se supone que estamos preparados para ello”, dice. “Hay que probar a abrir el turismo, pero siempre con medidas de seguridad y siguiendo su evolución”, añade.
Eso es lo que se ha ensayado ya con los primeros turistas que llegaron a Baleares el pasado lunes procedentes de las ciudades alemanas de Düsseldorf y Frankfurt, informa Lucía Bohórquez. La estancia se ha desarrollado por el momento sin incidencias, según confirma la Consejería de Salud, y estrena un corredor seguro entre las Baleares y distintas ciudades de Alemania que se encuentran en una situación epidemiológica similar a la de las islas. Los visitantes que participan en esta iniciativa, un total de 10.900 en los próximos 12 días, están obligados a pasar un control de temperatura a su llegada al aeropuerto y a rellenar un cuestionario de salud, en el que tienen que dejar los datos del lugar en el que pasarán sus vacaciones y un número de teléfono de contacto. El personal de la Consejería de Salud se encarga de llamar cada día a estos visitantes para preguntarles por su estado general y, si alguno de ellos presenta síntomas de la covid-19, será aislado y sometido a una prueba para confirmar el contagio. En caso de que sufra la enfermedad, pero no requiera ingreso hospitalario, el turista será trasladado a uno de los 11 apartahoteles que el Gobierno de Baleares ha contratado para aislar a los enfermos y sus familias.
En Alemania, un país que reverencia sus vacaciones, se ha seguido al detalle esta iniciativa. Pero, aun así, este año buena parte de los veraneantes alemanes optarán por el turismo nacional, donde ya se registra un elevado número de reservas en zonas de la costa y en la montaña. En parte también, porque la recomendación oficial de no viajar a países extracomunitarios continúa vigente hasta el 31 de agosto. Este lunes, comenzaron a levantarse las restricciones en las fronteras comunitarias levantadas a raíz del coronavirus, provocando escenas muy emotivas y también atascos en los pasos fronterizos. En el caso de España, se levantarán las restricciones generales, cuando las autoridades españolas permitan la libre circulación a partir del día 21 de junio, informa Ana Carbajosa.
La apertura de fronteras va a tener una excepción notable por su impacto en las comunidades fronterizas: Portugal. Este país tiene una tasa de casos acumulados durante una semana por 100.000 habitantes de casi 21 debido a un brote en la zona de Lisboa y el valle del Tajo, pero ha tenido un control de la epidemia notable durante estos meses. El retraso se debe a un acuerdo entre los Gobiernos español y portugués, informa Javier Martín del Barrio, que, antes de que el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, anunciara el domingo pasado el adelanto de la apertura de las fronteras ya habían acordado celebrar el primero de julio una ceremonia para inaugurar la normalización de las comunicaciones.
El país que más casos nuevos diagnostica en estos momentos es Suecia. Su tasa acumulada en una semana por 100.000 habitantes es 14 veces la española. Esto ha hecho que, por ejemplo, el país quedara fuera del restablecimiento de los vuelos que los demás Estados nórdicos pusieron en marcha el pasado lunes. El país escandinavo se ha enfrentado a la covid de una manera diferente a la del resto de Europa. No ha decretado confinamiento alguno ni ha restringido la actividad de bares y restaurantes y el transporte público. Los números no le han acompañado y tiene la cuarta tasa de casos en total de Europa Occidental, por detrás de Bélgica, España e Irlanda, pero con una diferencia importante: mientras en estos países el pico de la pandemia se pasó hace tiempo y en la última semana han experimentado tasas de nuevos casos de 6,58, 5,12 y 2,85 respectivamente, en Suecia están en 71,19. Ello llevó a su primer ministro, el socialdemócrata Stefan Löfven, a anunciar el 3 de junio una investigación sobre la actuación del país contra la enfermedad. Pese a estos números, la entrada de turistas suecos en España no se va a restringir. Y, entre los motivos para ello, hay uno relevante: el grueso de la epidemia en el país nórdico se ha centrado en comunidades de extranjeros, como la población somalí refugiada, como ha indicado la Organización Mundial de la Salud.
El tercer país con una tasa de incidencia muy superior a la media europea es Reino Unido (14,3). Sus nacionales tampoco podrán desplazarse a España el 21 de junio, porque el Gobierno tiene previsto revisar la orden que impone una cuarentena de 14 días a los visitantes del extranjero el próximo 29 de junio, informa Rafa de Miguel, y en todo el proceso de permitir visitas rige el principio de reciprocidad: un país autoriza la llegada de otro en las condiciones en que el emisor aceptaría a personas del receptor. La medida ha sido criticada con dureza por los principales operadores turísticos británicos y las líneas aéreas. Según cálculos de VisitBritain (VB por sus siglas en inglés), es una agencia independiente pero vinculada al Gobierno), las pérdidas del sector en 2020 pueden alcanzar los 40.000 millones de euros, de los que un 75% procederían del turismo extranjero. Los cursos de inglés de verano, una fuente de ingresos sustanciosa para la industria, anunciaron ya oficialmente su cancelación al principio de la pandemia. Cerca de medio millón de personas visitan cada año el Reino Unido para mejorar su inglés. 2020 debería ser, para salvar al sector, “el año del turismo doméstico”, según Patricia Yates, directora ejecutiva de VB, pero el retraso en atajar la pandemia y las cifras todavía elevadas de fallecidos (hasta 60 por cada 100.000 habitantes en las zonas más deprimidas de Inglaterra) han retraído los planes de viaje de muchos británicos.
El principal problema es, sin embargo, el turismo exterior. Y es ahí donde el Gobierno de Johnson está recibiendo las mayores presiones. En los últimos días se han acelerado las negociaciones bilaterales con los países de mayor recepción de británicos para establecer “corredores aéreos” que permitan reactivar los planes vacacionales de millones de británicos. En el caso de España, sin embargo, esas conversaciones están poco avanzadas y la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, ya ha anticipado que el Gobierno español se plantearía imponer a los visitantes británicos una cuarentena recíproca si Londres no decide levantar su medida. Junto a esa consideración política está evidentemente la sanitaria, porque a ojos del resto de países europeos el Gobierno de Johnson ha hecho un pobre trabajo a la hora de controlar la pandemia.
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