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Colombia persigue la covid-19 en los barrios

El encierro de una localidad de más de un millón de personas en Bogotá y de un barrio popular en Medellín han elevado la polémica en el país andino

Catalina Oquendo
El Ejército verifica la salida de una mujer de de la localidad de Kennedy.
El Ejército verifica la salida de una mujer de de la localidad de Kennedy.Camila Díaz/colprensa/dpa (Europa Press)

Después la cuarentena general ha llegado el aislamiento específico en barrios y amplias zonas de las capitales de Colombia. Esa es la nueva estrategia por la que han optado mandatarios de Bogotá y Medellín para frenar la propagación del coronavirus que se expande con rapidez en algunas localidades de ambas ciudades, mientras la población general comienza una fase de reactivación económica ordenada por el presidente Iván Duque. En Bogotá, la regidora, Claudia López, ordenó el cierre de Kennedy, una zona donde viven más de un millón de personas; y en Medellín, el alcalde Daniel Quintero, aisló a cerca de 1.200 familias del Sinaí, un populoso barrio donde se concentra el brote.

Con la estrategia de perseguir la covid-19 calle a calle en los barrios ha aparecido también una imagen agresiva para sus habitantes: la presencia de la Policía y el Ejército custodiando las principales entradas y salidas de estas zonas, sumada a la obligación de entregar información específica sobre sus movimientos; y el temor a no poder percibir ingresos económicos. El presidente Iván Duque ordenó que el aislamiento se mantiene todo el mes para los mayores de 70 años, personas enfermas y niños, pero al mismo tiempo dio vía libre a una reactivación económica que sacó a las calles a millones de personas. Esto cuando en el país se superan los 30.000 contagios y las muertes rebasan el millar. El mandatario, sin embargo, entregó la responsabilidad a los alcaldes de tomar medidas drásticas dependiendo del aumento de los contagios. Y tanto en Bogotá, Medellín y Cali, así como en el Atlántico, sus gobernantes decidieron extender la cuarentena estricta hasta mediados de junio y concentrada en algunos territorios con altos niveles de contagio.

Kennedy es una localidad de 1,2 millones de habitantes y reporta 2.584 casos, el 25,9% de los 9.989 que registra la capital colombiana. También allí se concentra el 30 % de los muertos por la covid-19 de Bogotá (67 personas). Durante varios días se hicieron actividades pedagógicas y la zona fue nombrada como alerta naranja. Pero la alta informalidad, la cercanía con la central de Abastos, Corabastos, y en algunos casos, el escepticismo frente al coronavirus, hizo que los casos continuaran en aumento. “La gente no se da cuenta que este virus mata, esto es en serio”, dice Iris Barón, una vecina de Kennedy, quien ahora estará “encerrada” por 15 días más. Pero ni Barón ni su esposo, Jorge Páramo, se quejan aunque los angustian las bajas ventas de su negocio, un supermercado que ahora recibe menos clientes. El campanazo de alerta sobre la nueva realidad del barrio lo recibieron el lunes en la noche. “Cierren ya, cierren ya, pasó a decirnos la Policía. Eran como las siete de la noche y lo hicimos inmediatamente. Tenemos mucha incertidumbre, pero vemos que en el día circula mucha gente”, cuenta Iris que acaba de ser mamá y que dejó toda la operación del supermercado en manos de sus empleados para evitar el contacto con clientes.

También en Medellín la imagen de esa nueva estrategia se presentó en forma de Ejército y Policía. Aunque la ciudad se precia de tener niveles bajos de contagio- 533 casos y tres fallecidos- un brote de 42 personas en el nororiente de la capital hizo que el alcalde ordenara un cierre radical en siete cuadras del barrio Sinaí. La madrugada del domingo, los vecinos vieron cómo las fuerza militares instalaban vallas que evitaban el movimiento y pasaron la noche en medio del sonido de un helicóptero que verificaba que nadie saliera de sus casas ni se asomara a las terrazas. Algunos han recibido alimentos y tapabocas pero entre ellos la idea generalizada es que están “castigados”. “Cómo es posible que nos van a encerrar de punta a punta en nuestras casas como si fuéramos la escoria de Medellín y de Colombia. ¿Cómo nos van a generalizar como si todos estuviéramos contagiados?. Esa no es la solución”, dice Héctor Medina, vecino del barrio Sinaí.

El alcalde, Daniel Quintero, había dicho a EL PAÍS que el brote comenzó el Día de la Madre, cuando él decretó un toque de queda en toda la ciudad que no fue respetado en ese barrio. “Los contagiados allí son madres que recibieron visitas de sus hijos”, dijo el mandatario que ha sido criticado por la militarización que sectores sociales señalan como excesiva. Más de 120 organizaciones comunitarias de Medellín revelaron que hicieron alertas desde marzo sobre pero no obtuvieron respuesta. Ahora piden a Quintero “guardar proporcionalidad en las medidas adoptadas, actuando sin discriminación, previniendo la estigmatización y re-victimización de territorios populares, y en absoluta garantía de derechos humanos”. La zona tiene presencia de personas desplazadas por la violencia en condiciones de vulnerabilidad y pobreza.

En Medellín, según ha informado la Alcaldía, se hicieron 142 pruebas PCR el fin de semana pasado y se estableció el cerco epidemiológico por lo cual la idea de la administración es esperar a que pasen 14 días de cuarentena para abrir el barrio; mientras en Bogotá la búsqueda aún permanece activa y se harán 700 pruebas diarias en la localidad encerrada.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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