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“En Medellín usamos la información para reducir la incertidumbre del coronavirus”

El alcalde de la segunda ciudad de Colombia, Daniel Quintero, explica las medidas adoptadas frente a la covid-19: la urbe tiene 337 casos mientras el país registra casi 17.000

Catalina Oquendo
Daniel Quintero, alcalde de Medellín.
Daniel Quintero, alcalde de Medellín, durante la entevista por Zoom.

Medellín suele cargar el estigma de los titulares violentos y las malas noticias. Sin embargo, desde hace varios días, su alcalde, Daniel Quintero (Medellín, 1980) viene destacando que la capital del departamento Antioquia es la que mejor maneja la pandemia del coronavirus en Colombia y que la ciudad ha sido exitosa en aplanar la curva de contagios. Las cifras lo acompañan: de los 16.935 casos y 613 muertes que se han confirmado en Colombia, Medellín, la segunda urbe del país, ha registrado 337 casos y tres fallecimientos. Lleva más de un mes sin muertos por la enfermedad, algo insólito, mientras en el resto del mundo los decesos y contagios han ido en aumento. Al 19 de mayo hay más recuperados que enfermos y se practican 40 pruebas por cada caso positivo hallado. ¿Qué ha hecho bien la ciudad?

El alcalde, que quiere convertir Medellín en el “valle del software”, se presenta a la entrevista por Zoom. Detrás de él hay tres pantallas que se han convertido en su mayor herramienta para explicar sus políticas contra la pandemia cuyo foco está en el uso de datos de los ciudadanos, aunque esto genere reservas y temores en algunos sectores. Quintero viene de dar una conferencia a alcaldes de ciudades argentinas y cuenta con orgullo que se hizo la prueba de la covid-19 y salió negativa. La razón: su hija recién nacida tendrá una cirugía y los médicos quieren evitar cualquier virus cerca de la niña. Todo su equipo cercano se la ha hecho también. Recién llegado al cargo, en enero, ha debido gobernar en medio de la incertidumbre, dice a EL PAÍS. “La pregunta todo este tiempo ha sido cómo reducirla, de modo que el futuro luzca un poco más claro para todos. Ahí es cuando la información juega un papel muy importante, todo esto se trata de cómo usamos la información para reducir la incertidumbre”.

Pregunta. Medellín es la segunda ciudad en importancia en Colombia, con aeropuerto internacional… ¿Qué marcó la diferencia para que se expanda menos el virus?

Respuesta. Lo primero es que empezamos a prepararnos incluso cuando no había coronavirus en el país. Desde mediados de enero formamos a unas 4.000 personas del área de la salud para que cuando llegara todos supieran qué hacer. Eso permitió que los primeros casos fueran atendidos con prontitud. Lo otro es que, a diferencia de algunas ciudades de América Latina, tomamos una decisión muy sencilla que terminó siendo tremendamente influyente y es que las pruebas se hicieran en las casas. Que no se hicieran en el hospital evitó que mucha gente se desplazara usando el transporte público. Dispusimos la línea de atención de emergencias 123, que aunque colapsó en un principio, garantizó que la gente se quedara en casa mientras nosotros hacíamos las pruebas.

P. ¿No teme que ocurra como en otras ciudades donde se ha cantado victoria pronto?

R. Nunca minimizamos la situación, ni en el pasado ni ahora. Estar preparados fue determinante y hoy tampoco lo ignoramos. Estamos ante un virus que no tiene cura y esta es la ciudad de América Latina con menor de número de fallecimientos por millón de habitantes y una de las de menor número de casos por millón de habitantes. Pero sabemos que hay mucho camino por venir, por eso nos aferramos a estrategias para reducir la incertidumbre y ahí es cuando incorporamos el uso masivo y sofisticado de las tecnologías de la información.

P. Crearon la plataforma llamada Medellín me cuida, ¿qué tanto le aporta al aplanamiento de la curva?

R. Es una plataforma donde se han registrado 1.257.000 familias, tres millones de personas en total. Con ella no solo hemos podido georreferenciar a cada uno de los habitantes sino que cuando se presentan casos hacemos cercos epidemiológicos muy rápidos. Además, no solo aplicamos un cerco al círculo principal del contagiado sino hasta cinco círculos a la redonda, incluidas las empresas donde trabajan estas personas. Esto es resultado de que no solo tenemos registradas a las familias sino también (en otra plataforma similar) a 101.000 empresas y 1.276.000 empleados. Ese cruce de información nos permite reaccionar a los casos e identificar los focos territoriales, es decir, no actuar a ciegas en toda la ciudad sino enfocarnos de forma particular en barrios, familias en cuadras particulares. Y a eso le hemos asociado además, estrategias de analítica de datos e inteligencia artificial.

P. ¿Cómo es el proceso en detalle y cuántos casos han detectado a través de la plataforma?

R. El sistema de 123 nos permite saber las zonas de calor desde donde la gente está llamando a manifestar algún síntoma. Eso nos sirve para anticiparnos y decir ‘eventualmente en esta zona hay un riesgo’ y mover el personal de salud a esas zonas específicas. Antes de que se confirme el brote entregamos tapabocas, hacemos controles con la policía y mandamos mensajes de texto al barrio diciendo cuántos casos hay confirmados en la zona para que la gente tome medidas de protección. Por otro lado, vemos en tiempo real el número de contagiados activos en la ciudad y a ellos les hacemos hasta tres llamadas diarias. Vamos al nivel de páseme a su mamá, a su tío, a su hermano para verificar que están en la casa. Si alguno no está, tomamos acciones para garantizarlo.

P. Y en lo epidemiológico, ¿cómo aporta esa tecnología a hacer un cerco más amplio?

R. La plataforma nos dice cuando alguien sale infectado, ponemos su cédula y nos informa cuántas personas hay en su familia, qué mensaje hay que mandarles, cómo podemos aislarlos y nos permite bloquear que puedan usar el sistema Metro. También nos muestra a cuántos metros a la redonda deberíamos hacer testeos. A partir de ahí, hacemos pruebas sobre el cerco que nos indica la plataforma y, con inteligencia artificial, nos informamos cuántas capas adicionales debemos incluir en las pruebas, por ejemplo si en la zona hay supermercados y hay que hacer más testeos. Pero además, cruzamos la información con la de las empresas, porque ya no hablamos necesariamente de una zona o un barrio, sino que ahora, como hay reactivación económica, la empresa es el nodo que los conecta. Puede resultar que el foco no esté territorialmente en el lugar donde estamos buscando sino en otro barrio. No es que no vayan a existir más casos de covid-19 en la ciudad pero sí reducimos el tiempo en que la persona esté circulando en las calles en su etapa contagiante.

P. Pero Medellín me cuida era inicialmente una medida económica…

R. Lo primero es que la gente confió en la Alcaldía y le entregó su información (la plataforma pide datos médicos propios y de familiares, entre otros). Segundo, apostamos a ser los más eficientes al apoyar a los que se quedaban en sus casas durante la cuarentena. En principio era para llevar ayuda rápida a las familias (100.000 pesos y mercados para un mes). Si la gente, a través de Medellín me cuida, nos decía que necesitaba ayuda le creíamos. Pero la tecnología nos permitía garantizar que esa familia sí existía, porque antes era muy fácil que dijeran que una misma familia con cinco miembros eran cinco familias. Con la plataforma pudimos saber que era una sola.

P. ¿Los focos de hoy están en los barrios más pobres?

R. Este virus se empecina sobre los más humildes porque son los que no pueden guardar la cuarentena. Una persona que no tiene con qué comer no se va a quedar en su casa ante ninguna exigencia de ningún Gobierno. Sabíamos que eso iba a ser relevante en los barrios más pobres. Entonces, en gran medida los buenos resultados de Medellín tienen que ver con que estas personas se pudieran quedar en la casa. Además, esta información está cruzada con la del Gobierno nacional, así sabíamos a cuáles familias ya habían recibido ayudas del Gobierno central y en lugar de disparar en medio del desconcierto salíamos a hacerlo de forma inteligente.

P. Hay críticas y temores por el posible uso posterior de los datos y la privacidad. ¿Qué garantía les da a los ciudadanos que estos no serán mal utilizados?

R. Yo vengo de ser Chief information officer en el Estado, definía los asuntos de seguridad de la información en el Gobierno nacional. La primera garantía es que no hemos pedido más información de la que necesitamos para enfrentar la pandemia. En segundo lugar, una vez pase la epidemia habrá información que ya no será necesaria y debe ser eliminada. Tercero, vamos a disponer herramientas para que los ciudadanos eliminen la información que no quieran tener en la Alcaldía. Los ciudadanos son dueños de su información. Ahora bien, muchos de esos datos ya existían, pero la información estaba desarticulada. Íbamos a ayudar a un ciudadano y encontrábamos que esa familia ya recibía 10 ayudas del Gobierno nacional. La ineficiencia y desarticulación de la información permitía que unos pocos accedieran a mucho y otros no recibieran nada.

P. ¿Y cuáles son las cortapisas de seguridad justo en este momento de espionaje, infiltraciones ilegales? ¿Cómo evitarán que termine en un control excesivo o en malas manos?

R. La información hay que usarla para lo que fue llamada, para darle seguridad a los ciudadanos. Esta pandemia nos tiene que dejar en un mejor lugar, yo sí creo que es una gran oportunidad para construir mejores sociedades. Esto no nos puede dejar en un mal presente o en el pasado con las mismas condiciones de desigualdad. Por eso digo que no vamos a reactivar la economía, sino que vamos a construir una nueva economía basada en el conocimiento. Esto es un reinicio.

P. La pandemia no ha terminado, ¿qué le preocupa en este momento y cómo van a prevenir brotes?

R. El tema está muy controlado en el sur de la ciudad pero empiezan a verse focos en las zonas populares donde las personas viven hacinadas y se hace difícil el aislamiento cuando dos o tres viven en la misma habitación. Ahora estamos en una tercera etapa en la que entregamos una caja con pulsioxímetro, termómetro y tapabocas a todos los contagiados y a 100.000 familias que tienen comorbilidades. Cada día deben medirse el oxígeno en la sangre y reportarlo en la plataforma, algo que reforzamos con llamadas a la casa. Si vemos que sus niveles bajan, les vamos a enviar oxígeno y si baja aún más lo llevamos al hospital incluso antes de que las personas lo pidan. En eso nos hemos unido a aseguradoras y estamos trabajando en unión entre el sector público y el privado, que es algo muy típico de la cultura de Medellín.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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