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Toda España entra en estado de alivio

Regresan de forma desigual el comercio y otros servicios para los 14 millones de ciudadanos más rezagados en la desescalada. El grueso del territorio avanza hacia la normalidad y cuatro islas estrenan fase 2

El País
Madrid / Barcelona / Valencia -
La propietaria (izquierda) y una clienta, ambas con mascarilla, miran ropa de hombre en Lester, una tienda de moda de Madrid que ha reabierto este lunes.
La propietaria (izquierda) y una clienta, ambas con mascarilla, miran ropa de hombre en Lester, una tienda de moda de Madrid que ha reabierto este lunes.VICTOR SAINZ (EL PAÍS)

Catorce millones de madrileños, catalanes y castellanoleoneses, los que viven en los territorios más rezagados en la desescalada, experimentaron este lunes un pequeño alivio. Pese a sus parámetros sanitarios, accedieron a la llamada fase 0,5 o intermedia y pudieron acercarse a las tiendas más pequeñas, que abrieron sus puertas sin necesidad de cita previa y con un aforo del 30%. La actividad se notó en Madrid en el tráfico y en las colas, a veces divididas por edades (los mayores de 65 años tienen un horario prioritario). También en la afluencia de curiosos. La nueva era comercial asomó con los aforos publicitados en la entrada y frascos de solución hidroalcohólica. Los que levantaron el cierre querían mostrar que la experiencia no entrañaría peligro. En Barcelona el regreso de las compras se realizó a dos velocidades. Los ejes comerciales de los distintos barrios abrieron al 80% frente a un panorama generalizado de persianas bajadas en la zona centro de la capital en ausencia de turistas.

En esta fase, en la que permanecen la Comunidad de Madrid, varias áreas sanitarias de Castilla y León incluidas —todas sus capitales de provincia— y Barcelona y su área metropolitana, también abrieron las iglesias (con un tercio de su capacidad y con las pilas de agua bendita vacías) y los velatorios pudieron acoger a más de 10 personas. El BOE autoriza que las bibliotecas presten libros y que se pueda acudir a los museos, que en Madrid permanecieron cerrados.

Este lunes la Generalitat pidió que Barcelona pase a la fase 1 el próximo lunes y que varias zonas de Cataluña avancen a la fase 2.

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Mientras, el grueso del territorio comenzaba la semana ya en fase 1. En un día soleado, Granada y Málaga, las dos provincias andaluzas que aún no habían accedido, estrenaron tímidamente las terrazas, porque la mayoría de los bares y restaurantes siguieron cerrados. Muchos hosteleros granadinos respetaron la recomendación de no abrir que la semana pasada emitió su patronal. En Málaga se volvieron a servir pitufos, los típicos bollos de pan que se piden con el café. Wilson Pineda disfrutaba del mar, el sol y su desayuno junto a sus dos hijos en el bar Al Sur. “Veníamos siempre que podíamos y hoy, tras hacer la compra, queríamos empezar a tener algo de normalidad”, aseguraba. Café y pitufo mixto para él y colacaos con pan y tomate para sus dos pequeños. La propietaria, Virginia Polo, instaló ocho mesas en la calle de Quitapenas de El Palo, “menos de la mitad” de las que tenía antes.

Tres provincias manchegas (Toledo, Albacete y Ciudad Real) y toda la Comunidad Valenciana también se incorporaron a esta fase, en la que se permiten las reuniones de hasta 10 personas, la apertura de tiendas pequeñas sin cita previa, concesionarios e ITV (con cita). En total, 32 millones de españoles saborearon las nuevas medidas de alivio.

Siempre en la avanzadilla, cuatro islas inauguraron la fase 2, la que más los aproxima a la normalidad. Los 161.000 habitantes de tres islas canarias (La Gomera, El Hierro y La Graciosa) y Formentera (en Baleares) ya pudieron bañarse en la playa, comer dentro de un restaurante (al 40% del aforo), reunirse en grupos de hasta 15 personas, celebrar bodas o volver a hacer ejercicio en los gimnasios, algunas de las novedades de este periodo, además de la apertura de centros comerciales, cines y teatros.

Con información de Blanca Cía, Javier Arroyo, Lolo Viejo, Lucía Franco y Nacho Sánchez.

Madrid, en fase 0: Cuarentena de 48 horas para camisas y pantalones

Las tiendas reabren tras dos meses con gran incertidumbre. Con tan poca gente en la calle, ven difícil su recuperación

Muchos comercios que han estado cerrados casi dos meses por el estado de alarma comienzan a abrir sus persianas en las zonas que continúan en la fase 0 intermedia, en la que siguen 14 millones de personas (6,6 en Madrid, 4,9 en Barcelona y el resto en Castilla y León). Sin embargo, los clientes vuelven con cuentagotas. “Todavía no hay gente en la calle y así es difícil que el comercio repunte. Necesitamos que la gente salga a pasear sin miedo, y algunos no saben si se puede ir a las tiendas o no. Los compradores están volviendo pero muy poco a poco”, explica Carlos Satrústegui, propietario de Lester, una tienda de ropa masculina en el barrio de Salamanca donde venden desde trajes a calcetines, pasando por camisas y pantalones.

Carlos Satrústegui, propietario de la tienda Leste,  desinfecta una prenda probada por un cliente, este lunes.
Carlos Satrústegui, propietario de la tienda Leste, desinfecta una prenda probada por un cliente, este lunes. VICTOR SAINZ

El Gobierno flexibilizó el sábado las condiciones para la reapertura de establecimientos en fase 0, que hasta entonces solo podían abrir con cita previa -siempre que tengan menos de 400 metros cuadrados- y ya pueden hacerlo sin este requisito, sin superar el 30% de aforo, respetando la distancia y con geles hidroalcohólicos para los clientes. En las tiendas de ropa, el BOE exige que los probadores se puedan usar solo por una persona y se limpien luego y, en caso de que un cliente se pruebe una prenda que no adquiera, hay que higienizar la prenda antes de que puedan usarla otros clientes, algo que se aplica también a la ropa devuelta.

Estas medidas se comprueban en Lester, que tiene unos 180 metros cuadrados. A la entrada hay una mesita con jabón hidroalcohólico, mascarillas y guantes. “Casi todo el mundo entra ya con mascarilla. El jabón se lo damos a todos los clientes para que una vez que toquen algo dentro de la tienda tengan las manos desinfectadas y los guantes dan más seguridad”, dice el propietario. “Limpiamos la tienda dos veces al día y cada vez que un cliente pasa al probador, se limpia. La ropa que se prueba la gente la pasamos por la vaporeta, con agua a muy alta temperatura, y luego la dejamos 48 horas en cuarentena”, añade.

Eduardo Zamácola, presidente de la Asociación Empresarial del Comercio Textil y Complementos de la Comunidad de Madrid (Acotex), que aglutina a 800 empresas con 15.000 tiendas en el país, critica el exceso de celo con estas medidas para el sector. “Quitemos el estigma de que la ropa contagia, puede haber más contagio en los supermercados y no obligan a limpiar cada producto. Tampoco tiene sentido limitar los probadores a una persona, yo tengo tiendas de ropa de niño y ahí suelen entrar los padres con los pequeños”. Zamácola tiene 80 tiendas de la marca Neck&Neck, pero tan solo ha abierto ocho de ellas en ciudades que ya están en fase 1.

Carlos Moreno Figueroa, portavoz Confederación Española del Comercio (CEC), que aglutina a unos 450.000 comerciantes en España, estima que ha abierto en torno al 70% de los comercios de zonas continúan en fase 0. “Y probablemente un 20% de los comercios de España no superen la situación económica por la caída de ventas, que estará entre el 30% y el 40% a final de año”. Moreno señala que el comercio se ha tenido que adaptar a esta situación adquiriendo equipos de protección para trabajadores y clientes, además de hacer controles sanitarios a los empleados para evitar riesgos. Además, muchas tiendas han optado por instalar mamparas para asegurar la distancia entre cliente y empleado a la hora de pagar.

Poco a poco, varias personas entran en la tienda de Satrústegui. “He venido a recoger una chaqueta que me había regalado mi mujer hace dos meses. Soy cliente habitual y estaba deseando volver”, explica Joaquín Cortés, de 70 años, a quien han arreglado una chaqueta, regalo de su mujer. “Hay que apoyar el comercio, es fundamental que siga abierto”, apunta por su parte Jaime Álvarez, de 47 años, que se lleva varias prendas. “Si en algún momento entran más de 10 personas en la tienda cerraremos la puerta para evitar aglomeraciones, pero no estamos en ese punto”, señala el propietario, que ve el futuro con preocupación: “Este año no se salva seguro, la bajada de ventas será del 35% como mínimo. Todo pasará pero creo que hará falta un año para volver a estar como antes”.

Texto de Miguel Ángel Medina

Valencia, en fase 1: “¡Ya tocaba una paella frente al mar!”

Clientes más distanciados en las terrazas de Valencia y menos proclives que antaño a comer del mismo caldero

Comer una paella en alguno de los casi 40 restaurantes que forman el frente marítimo del arroz en Valencia es una antigua tradición solo interrumpida por la pandemia. Tras dos meses de confinamiento, se vuelve a servir el plato típico, con muchas prevenciones, en las terrazas que van a dar a las playas de las Arenas y de la Malva-rosa. En el primer día en la ciudad más poblada de España que ha avanzado a la fase 1 de desescalada no hay el estrépito de antaño. No solo porque buena parte de los establecimientos permanecen cerrados, sino también porque la gente se lo toma en serio y guarda su turno para entrar y tomar asiento en unas mesas separadas al menos dos metros.

Gente en los restaurantes de la playa de la Malvarrosa, en Valencia, este lunes.
Gente en los restaurantes de la playa de la Malvarrosa, en Valencia, este lunes. Monica Torres

Los clientes se limpian las manos con asiduidad. Esperan pacientes a que se desinfecte la mesa. Ya no se oyen los aplausos de asentimiento cuando sale el camarero para exhibir la paella. Ya no se comparten tantos platos. Se hace todo con más distanciamiento, con un ruido más amortiguado, si bien, conforme avanza la comida, el tono de las voces se va elevando, y los comensales, que antes se mostraban indiferentes entre sí, acaban cantando al unísono el cumpleaños feliz a uno de ellos.

“Sí, pon que cumplo 30, eso está bien”, dice Carlos, el celebrante. “Sí, sí, a mí también me conviene que lo pongas”, apostilla la madre mientras a su lado su hija ríe. Los tres se han reencontrado en torno a una mesa dos meses después. Estaban separados, ahora se los nota emocionados. Ellos sí que han compartido la paella (nombre de la sartén en que se cocina el popular plato) aunque han pedido fideuà. Una excepción. “La gente tiene muchas ganas y se muestra muy respetuosa con la nueva señalítica. Lo tenemos todo reservado hasta el fin de semana. Ahora lo normal es servir los platos nosotros, a no ser que sea una familia que, entones, ponemos la paella en medio. El virus ha llegado para quedarse”, explica José Miralles, propietario del establecimiento desde hace 25 años y presidente de los hosteleros de la Malva-rosa.

“¡Ya tocaba comerse una paella frente al mar! Nosotros lo hacíamos cada lunes, como hoy”, apunta Juanjo, sentado junto a Isabel. “Hay que disfrutar de la vida cuando se pueda, si no, qué sentido tiene. Nosotros decidimos que el primer día fuera de casa comeríamos aquí, frente al mar, como hacíamos antes. Yo estoy con un ERTE en mi trabajo, en fin, a ver qué pasa”, añade encogiendo los hombros. Más cerca del mar, se encuentran dos amigas, Carolina y Valeria, que están preparando las oposiciones a la Policía Nacional. Comen también una paella de pollo y conejo, la valenciana, la tradicional, como se habían conjurado desde hace tiempo. “El arroz, el sol, la playa. Esto es un placer que como valencianas no podíamos perdernos”, dice Carolina.

Dos mujeres en un restaurante de la playa Malvarrosa este lunes.
Dos mujeres en un restaurante de la playa Malvarrosa este lunes. Monica Torres

Hay movimiento en la Malva-rosa, pero mucho menos que en la vida antes de la pandemia, aunque más que en la vecina playa de Las Arenas. La mayoría de los más de 30 establecimientos de este popular enclave tiene techumbre en sus terrazas y, por tanto, no se consideran como tales y no han podido abrir en la fase 1.

Texto de Ferrán Bono

Formentera, en fase 2: Sin turismo no hay normalidad

La principal expectativa de la isla es que las demás avancen en la desescalada para poder recibir visitantes

Formentera se sigue desconfinando paulatinamente, por delante del resto del archipiélago y con una prudencia que es lo que les ha permitido a los formenteranos tener una incidencia bajísima de la covid-19. También sigue habiendo confusión acerca de qué supone la nueva fase, la 2. Como sucedió con la 1, las instrucciones y, sobre todo, de qué manera se aplican a la vida cotidiana continúan siendo motivo de debate e interpretación. “Ahora ya está claro por lo menos que podemos bañarnos”, explica con un suspiro audible al otro lado del teléfono Joan Mari Tur que tuvo que ver cómo algún avispado no residente de la isla se pudo dar un baño en fase 1 y él no lo consiguió porque la fugaz ventana de libertad se cerró el mismo día.

Ahora sí. Joan pensaba ir en seguida, este lunes, a la mítica zona de Illetes y sus aguas turquesas con Dolça, una perra que ha adoptado y que ha podido arribarle desde Ibiza. Se dará un baño mientras ella corre por las playas, que han permanecido cerradas durante todo el confinamiento. Poco más. “Esto es un proceso y vamos pasito a pasito”.

La playa de Tramuntana, en Formentera, este lunes.
La playa de Tramuntana, en Formentera, este lunes.Sergio G. Cañizares (EFE)

Los habitantes de Formentera observan los cambios con prevención y cierta suspicacia. La mayoría de los formenteranos han interiorizado que es preciso ir con mucho cuidado y despacio. “Fase 2, pues bien, aunque hay gente que empieza a ir a bares, yo desde luego todavía no pienso hacerlo”, continúa Joan.

Ya han abierto, con restricciones, lugares de restauración. Se ve más movimiento de gente, sobre todo personas que trabajan poniendo a punto bares, restaurantes, comercios y alojamientos en previsión de que se pueda abrir la isla al turismo. Mientras tanto, mucha gente cree que no tiene sentido iniciar todavía una actividad para la que no hay clientes. “Hay expectativas, sobre todo si se abre la posibilidad de que vengan de las otras islas, lo que podría ocurrir este fin de semana ya”, reflexiona Karina, del hostal Illes Pitiuses de Sant Ferran. “Hasta que no pasen de fase los demás…”.

Aunque la incertidumbre acerca de la temporada planea sombríamente sobre la soleada Formentera, hay quienes piensan que es un privilegio tener la isla así y que “se está de cine”. Para Martí Mayans, que tampoco se ha bañado aún, la libertad de movimiento de la fase 1 ha normalizado mucho la vida en la isla.

Texto de Jacinto Antón

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